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52 domingos (OPINIÓN)

Julio Martínez

Después de noches así me pongo en la piel de los contados clubes que todavía quedan en el mundo que no han tenido que pelear nunca por salvar la categoría. Y por toda una afición y una provincia que no anima a un equipo. Ni siquiera sufre por un escudo. La gente se deja el dinero, la garganta y, hoy más que nunca, el pelo y las uñas por algo que le toca. Que le agarra por la solapa y le dice que no hay nada más grande que bancar al equipo de tu ciudad. En un año hemos pasado de casi soplar las velas del ascenso y acabar llorando a pasar del llanto a la celebración en cuestión de cinco días. Un año que ha dado para ver de cerca el ascenso directo y para, hace menos de una semana, tener la toalla casi tirada.

Todos los años tienen más o menos 52 domingos. 52 domingos que para nosotros son de fútbol y de pasarlo bien. Claro que este lunes en Cádiz no era precisamente un día de esos de encender hogueras. Y aun así, nunca Albacete vivió un lunes tan feliz. Si bien, eso de pasar a la historia por un gol tras un penalti inexistente y salvarse tras un año lamentable le valdrá a los conformistas. Lo mejor sería que esta temporada no apareciese en la historia. En cualquier caso, ese penalti de Mesa ha evitado el retorno a los 52 domingos por esos campos de césped artificial y vestuarios de otra época.

Lo primero, creo, es dar la enhorabuena a Lucas Alcaraz. Le hemos dado palos y, sobre todo, hemos dicho la verdad. Cuando estuvo bien se dijo y cuando metió la pata, también se suscribió. Al final ha conseguido el objetivo que le marcaron. Ha conseguido salvar al Albacete. Dudo que sepa cómo lo ha conseguido y espero que La Liga haya terminado hoy y no surjan dudas, problemas ni especulaciones, porque si yo fuese del Depor, esto no iba a quedar así. Más allá de chanzas, Lucas ha terminado por salvar al Alba. Más por demérito del resto que por mérito suyo, pero ahí está. Enhorabuena, míster. Ahora, espero, pasará usted a ser un emérito más de este difícil y entrañable banquillo. Agradecidos siempre por el esfuerzo. Sus lágrimas finales, y sinceras, son las lágrimas de toda la ciudad.

Lo que espera todo Albacete es que sean los de arriba los que salgan de nuestra particular Zarzuela. Lo malo de estos dirigentes ‘multitask’ que olvidan a los que no se calzan las botas es que son las lagartijas de las que Turguéniev le hablaba a León Tolstói: “te dejan la cola entre los dedos y huyen sabiendo muy bien que le crecerá otra en un abrir y cerrar de ojos”. El ‘caricapullista’ Pérez, que anda como Luis Roldán en los 90, ha culminado en Cádiz su hazaña. De los AVE Alicante-Albacete de Muntari, pasando por el Lamborghini del Míster España consorte, hasta llegar al tal Querol, del que solo se sabe por las cenas románticas que cuelga su señora en Instagram. No se veía nada igual desde Piterman, salvo que ambos visten idéntico. Vivar Dorado multiplicado por tres.

Obligatorio es decirlo, pero darles más bombo es inflarlos, más si cabe. Si decimos que esta temporada hemos de borrarla del recuerdo y empezar a pensar desde ya en qué queremos hacer el curso que viene, hemos de poner en valor a los de siempre. A todos esos abonados que batieron un récord a finales del pasado verano. Esa gente es la que merece un trato digno. Por supuesto, todos los empleados del club, que no están ni mucho menos satisfechos con la megalomanía de una cúpula con aires de surfero a lo Fernando Simón. La mente humana, primero cree y, luego, evalúa. El aficionado del Alba, en su gran mayoría, es sabio y tiene mimbres para exigir. Veremos a ver dónde y cómo acaba la película.

No obstante, hay que decir que hay muchos y grandes aficionados al Albacete cuyo calendario hace mucho tiempo que se detuvo. Sus relojes dejaron de girar y, para ellos, el fútbol de la capital perdió toda su magia. Este año era el apto para que muchos más abandonasen la ilusión que falsamente nos vendieron, como digo, a finales de agosto del 19. Para todos esos fanáticos que largan con su abono de hace cuatro años, sepan que no hay nada mas patriótico y fiel que pagar impuestos. Así, en fútbol, no hay nada más fanático que pagar el abono a ciegas e ir a pasar frío en invierno. Tan democrático es eso como tirar la toalla ante tanta mediocridad como hemos vivido este año. Desde Almería hasta Cádiz. Y seguiremos haciendo kilómetros.

El año ha sido pésimo y solo se salvan Tomeu Nadal y la gente del Alba. Tomeu, del que ya nos despedimos la semana pasada, saldrá salvo sorpresa. Nuevamente, gracias. Y de la gente del Alba, qué decir. Una temporada más se acaba y llega otra, por suerte, en Segunda División. Volvamos a ilusionarnos y a creer en que los que vengan se dejarán todo por este escudo. Pero que nadie, empezando por los directivos ‘geeks’, se intente apropiar de la marca Albacete. El equipo es de la ciudad y la ciudad quiere ver a una Albacete peleón. Con Ramis, con Alcaraz o con la madre que los parió. Se acabó el año. Descansen y cojan fuerzas. Pronto vuelven nuestros 52 domingos. AÚPA ALBA