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Y JAVIER CUENCA HIZO DE DON TRANCREDO

 

No ha tardado mucho el alcalde de Albacete en emular a su jefe de filas en aquello de mirar para otro lado esperando que las cosas se resuelvan solas, y los primeros damnificados han sido los trabajadores y trabajadoras del servicio de limpieza viaria y recogida de residuos sólidos urbanos, a los que ha dejado colgados de la escoba, precisamente, cuando más necesitaban de apoyo municipal, o al menos del apoyo de alguien capaz de tomar decisiones por arriesgadas que estas sean, y es que la política municipal, amigo Cuenca, es mucho más dura y difícil que firmar convenios, visitar colegios o que incluso abrir la Puerta de Hierros por Feria.

Si Mariano Rajoy fue capaz de acuñar frases tan lapidarias como que “a veces la mejor decisión es no tomar ninguna”, el alcalde de Albacete no ha querido ser menos y, tras ilustrarnos con un discurso circular de casi quince minutos, que podría haber empleado para casi todo, porque no le comprometía a nada, se dejó caer con la afirmación de que vigilaría el estricto cumplimiento del Pliego de Condiciones que rige en el contrato de limpieza viaria y recogida de residuos. Vamos como si no fuera su obligación hacerlo y pudiera escaquearse.

Con esta afirmación, mucho más propia de Perogrullo que de un alcalde, Javier Cuenca dejó helados a los trabajadores y trabajadoras del servicio que asistieron en gran número al Salón del Pleno el pasado jueves, porque no era ni mucho menos lo que esperaban y lo que en justicia les correspondía, al menos en su opinión y, desde luego, en la mía.

La plantilla anda con la mosca detrás de la oreja, y no es para menos, desde que se aprobó el Pliego de Condiciones allá por el mes de Agosto de 2014, porque en su página 80 se puede leer que “por lo que no cabe dicha revisión de precios, sin perjuicio de lo que en su momento establezca la Ley de Desindexación y su normativa de desarrollo.” La consecuencia para la plantilla de estas veintisiete palabras es clara, y de ahí el mosqueo, están condenados durante los quince años de duración del contrato a subsistir con el salario congelado, porque si, como afirma el Pliego, no caben revisiones de precios, tampoco caben subidas salariales ¡Y así durante quince años!.

Una de las primeras decisiones que adoptó el actual Equipo de Gobierno fue la de no asistir a las mesas de contratación, craso error que decían los latinos, porque al no formar parte del órgano donde se adoptan las decisiones, difícilmente se puede seguir la hebra de un contrato tan complicado que ha tardado en resolverse más de dieciséis meses, tras once consultas, múltiples informes, varios recursos ya resueltos y algunos otros aún pendientes de resolver, por mucho que ahora el alcalde diga que el hecho de no estar presente en las mesas no le exime de exigir al futuro contratista del cumplimiento del Pliego en todos sus términos, y ahí es donde radica el problema, porque el señor alcalde parece olvidar, o querer olvidar, vete tú a saber, que el problema no es estar o no estar en la Mesa, el problema reside precisamente en la dichosa frasecita de la página 80 de los Pliegos, que es lo que la plantilla solicita modificar y el sentido común aconseja hacer.

Total, que después de prometer apoyo a los trabajadores y trabajadoras de la contrata, tanto en público como en privado, según nos contó él mismo, cuando llegó la hora de cumplir las promesas dadas, en vez de coger el toro por los cuernos decidió hacer de Don Tancredo, quedarse quieto, no hacer nada, mirar para otro lado, y esperar a que el toro pasase de largo y no le embistiera, dejando con un palmo de narices a los que allí nos encontrábamos y que esperábamos una decisión valiente y decidida a favor de la plantilla actual y que pasaba necesariamente por desistir del actual proceso de contratación y redactar un nuevo pliego de condiciones que aclare que los trabajadores no pueden estar quince años con el salario congelado, porque con este la cosa no está clara y la propia concejala responsable del servicio ha declarado que “no sabe” si a los trabajadores les corresponde revisiones salariales. Vamos, como para fiarse.

Desistir del contrato es lo que hubiera hecho un alcalde comprometido, pero de verdad, con la ciudadanía, un alcalde preocupado, pero de verdad, por el bienestar de sus vecinos y vecinas, un alcalde sensible, pero de verdad, a la problemática que le plantean los trabajadores de un servicio municipal, sea del tipo que sea.

Pero no, Javier Cuenca, tan hierático él, ha preferido hacer de Don Tancredo y está a punto de adjudicar el contrato a la empresa que hizo una oferta económica con una baja superior al límite del 5% del presupuesto que establecían los Pliegos, a una empresa que dice que tendrá unas pérdidas anuales de casi 30.000 € desde el primer año del contrato y a una empresa que dice asumir el Pliego de Condiciones en su totalidad, vamos a una empresa que hará lo que el Ayuntamiento ‘popular’ le dijo que tenía que hacer; congelar el salario a los trabajadores durante los próximos quince años. Con apoyos como éste, los trabajadores van a llegar lejos, debió de pensar más de uno y más de una cuando escuchó las explicaciones del señor alcalde.

A un político se le juzga y valora por sus actos y por las decisiones que adopta en momentos de especial dificultad, y si hoy hubiera que juzgar y valorar la labor de Javier Cuenca a tenor de lo ocurrido en el último Pleno, esta sería total y absolutamente negativa. Basta ya de escudarse en que vigilará el cumplimiento de los Pliegos, cuando son esos mismos Pliegos los culpables del desasosiego de decenas y decenas de trabajadores. Basta ya de mirar para otro lado ante los negros nubarrones que se ciernen sobre un servicio que siempre ha funcionado bien y que no ha tenido conflictividad laboral alguna y basta ya de promesas electorales incumplidas.

Rectificar es de sabios, porque las malas decisiones las pagamos los trabajadores y la ciudadanía y no me gustaría nada, no nos gustaría nada ver nuestra calles y plazas inundadas de bolsas de residuos sin recoger por el error garrafal de cálculo que está a punto de cometer el señor alcalde de Albacete.

Poder es querer, si el alcalde quiere se puede enderezar el rumbo, tal y como hizo este fin de semana el Alba en su partido contra el Elche, y sino quiere, pues el verá, que ya es mayorcito.