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Este 21 de agosto ha sido un día triste para la ciudad de Albacete. Bajo el cielo nublado llegaba la noticia de la muerte del que fuera Alcalde -sí, con mayúsculas- de Albacete, el socialista Manuel Pérez Castell.
Un filósofo que supo estar a la altura de su cargo y poner a la ciudad por delante incluso de su propio partido si hacía falta, que también fue fiel a sus ideales hasta el final. Manuel era un hombre culto, que soñó -como le gustaba decir- un Albacete en grande y que lo consiguió, un político a la altura de las circunstancias, pero también un alcalde de los que quieren los vecinos; llano, cercano, accesible.
Y, qué importante es esto, a la altura de su cargo ante la prensa. Él cada semana se sentaba frente a los periodistas, ‘a pecho descubierto’, sin guiones. Contestaba todo y muchas preguntas no eran fáciles. Hace unas dos décadas de aquello y el periodismo, como la política, lamentablemente también se ha degradado.
Pérez Castell defendió el AVE para Albacete, y por aquí pasa y para la Alta Velocidad; peleó por su aeropuerto y se lanzaron vuelos comerciales que tenían gran aceptación -lástima que la infraestructura fue después en decadencia y no tiene el uso que debía-. Recuperó el Teatro Circo, que inauguró junto a la entonces Reina, doña Sofía, y que es uno de los emblemas culturales en la actualidad de toda la región, por qué no decirlo, del país. Soñó con que la ciudadanía algún día pudiera disfrutar de los Depósitos de la Fiesta del Árbol -y ya se puede, aunque tuviera que ser muchos años después-. La atractiva biblioteca de los Depósitos del Sol también cobró vida bajo su mandato.

Impregnó la política local de la palabra participación, impulsando el Foro de los Presupuestos Participativos y unas cuentas donde los vecinos podían ayudar a diseñar el Albacete del futuro; el que hoy disfrutamos y del que, en gran medida, debemos dar gracias a Pérez Castell.
Supo gobernar en mayoría pero también con Izquierda Unida, cuando la entonces portavoz municipal de esta formación, Rosario Gualda, obtuvo en las urnas la ‘llave’ de Gobierno. Fue su concejala de Cultura y juntos demostraron que las alianzas eran posibles en la política local. Porque hasta en esto Pérez Castell fue un adelantado a la época actual en nuestro país y dio de nuevo una lección de elegancia y talante.
Nosotros sentimos, por qué no decirlo también, que su final en la política no estuviera a la altura que su gran gestión como alcalde merecía. Había llegado al cargo casi por ‘casualidad’, cuando el PSOE no pensaba que podía ganar, pero el PP, con los líos internos, perdió la Alcaldía que entonces ostentaba Juan Garrido. Y es que desde que fue nombrado candidato Pérez Castell se puso el mono de trabajo y se curró ganarse el cargo. Él fue el primero en ir a todos los sitios a contar ‘puerta a puerta’ sus planes. Acudía al mercado, a la plaza del barrio, a las fiestas de las asociaciones, a cualquier encuentro vecinal donde pudiera empezar a exponer qué quería para Albacete. Ganó y, una vez en el cargo, Manuel tardó poco en ganarse el cariño y el respeto de los ciudadanos, que le dieron su respaldo en las urnas las distintas veces que se presentó como candidato del PSOE para ser alcalde de la ciudad.

Quienes hoy conformamos Masquealba trabajamos con él entonces en otros medios de comunicación. No siempre le hicieron gracia nuestras míticas ‘películas’ en el Semanario Gente de Albacete o hubo noticias que no le gustaron. Te lo decía, pero él mismo, cuando te veía, con todo el respeto y en ningún caso con amenazas. Eso también se agradece.
La casualidad quiso que el pasado 9 de junio tuviéramos la oportunidad de despedirnos, sin poder imaginarlo, de él. Era el día de las Elecciones al Parlamento Europeo y tras el periplo por varios colegios electorales para tomar imágenes y el pulso a la actualidad informativa en Albacete, al salir del de Parque Sur nos lo encontramos. En ese momento, entre nosotros hablábamos de la convulsa situación en todo el país y la necesidad de tener políticos responsables y a la altura, cuando, justo en el patio del centro nos lo cruzamos que acudía a votar junto a uno de sus hijos. Nos alegró mucho ver a quien nunca dejamos de llamar ‘alcalde’. Él también se alegró y nos preguntó por cómo iba el trabajo, como hacía siempre que lo veíamos. Le comentamos entonces que echábamos de menos sus ruedas de prensa de cada semana para repasar lo que hiciera falta. Que precisamente íbamos hablando de que en la política hacía falta más gente con su forma de trabajar. Y es que así lo pensábamos y lo seguimos considerando. Nos queda el recuerdo de habérselo podido transmitir en aquel encuentro casual en una jornada de votaciones.
Albacete llora a un gran alcalde que formará parte para siempre de la historia de esta ciudad.
Hasta siempre Manuel y, una vez más, gracias por haber hecho de Albacete una ciudad grande y por el trato siempre respetuoso con la prensa.