Dice el refranero español que “cuando uno no quiere, dos no riñen”, pero desde el pasado lunes y tras la penúltima puesta en escena de Pablo Iglesias y su equipo, haciendo como que tendía la mano a Pedro Sánchez y le ofrecía, junto con un documento de 100 páginas, una vía de negociación para alcanzar un pacto de gobierno que desbloquee el stand by en el que nos encontramos desde vísperas del gordo de la lotería, se añadirá al vasto conjunto de refranes que conforman nuestro refranero uno que diga que “cuando uno no quiere, dos no pactan”.
La verdad, oídas las prioridades que Iglesias y sus gentes nos dijeron que figuraban en el documento de marras, más vale que se hubieran ahorrado el trabajo de escribir 99 páginas, porque con una sola bastaba, ya que si en el índice figuraba en primer lugar y antes de la lucha contra la pobreza y la exclusión social en la que por desgracia cada día viven más familias españolas, la celebración de un referéndum sobre la independencia de Cataluña, mal camino llevamos.
Yo no sé si como dijo Antonio Hernando “Pablo sabe dónde está, o no lo sabe”, pero lo que tendrá que explicar alguna vez es a cuento de qué viene tanta insistencia en plantear un asunto que ya sabe de antemano que no será aceptado por la otra parte, porque Pedro Sánchez ha dicho por activa y por pasiva que el PSOE no planteará nunca un referéndum que suponga la fractura del estado español, salvo, claro está, que solo pretenda contentar a los doce diputados de En Común Podem, aún a costa de lo que sea.
Al decir de algunos expertos en materia económica, la parte del documento que habla sobre este tema resulta ser mucho más un ejercicio teórico de algo que difícilmente sucederá, que la aplicación práctica de soluciones, no ya imaginativas, sino de ciencia ficción en algunos casos, a la difícil coyuntura económica por la que seguimos transitando y que, por desgracia para los griegos, se parecen demasiado a las que planteó Syriza hace muy poco tiempo con escaso éxito. Igual lo que sucede es que estos economistas no han estudiado con Varoufakis.
Claro que Pablo Iglesias sabe dónde está, y claro que sabe lo que dice y lo que hace, a fin de cuentas lo lleva planeando desde hace muchos meses.
Ahora que su partido tiene un número muy respetable de Diputados y Diputadas en el Congreso, ahora que tiene ante sí una oportunidad real de tocar poder, pero poder de verdad, y ahora que los círculos han dejado de ser lo importante, lo que toca es presionar al PSOE con una alternativa del diablo que conduzca irremediablemente a una nueva cita electoral en el puente de San Juan, que también es mala suerte, porque la última oferta de pacto, con el apriorismo del referéndum incluido, está condenada al fracaso de antemano y todos lo sabemos, Pablo el primero.
Y si Pablo es el primero en borrarse de un hipotético pacto para formar un gobierno reformista y de progreso, es porque piensa que un nuevo proceso electoral le reportará, sin duda, un importante beneficio traducido en un aumento en el número de Diputad@s morados y sus correspondientes extensiones regionales, o al menos eso es lo que dice su particular teoría, teoría que puede quedarse en eso, en un teoría que queda bien en los papeles, pero que puede saltar por los aires a las primeras de cambio si la ciudadanía se percata de la jugada, y percatarse se está percatando, ¡y de qué manera!
Lo bueno de todo esto es que pronto saldremos de dudas, en poco más de una semana sabremos a ciencia cierta si a Podemos les preocupa más la pobreza o controlar el CIS, la exclusión social o controlar el CNI, la mejora de la calidad de vida de la ciudadanía o controlar el BOE, en poco más de una semana sabremos si Pablo Iglesias va de frente y por lo derecho o si todo es un mero ejercicio de postureo para que vayan pasando los días en espera de una nueva cita electoral.
Y al igual que confío en que Pedro Sánchez logre formar el gobierno que este nuestro país merece y necesita, confío en que Luís Cesar y los jugadores del Alba encuentren el rumbo adecuado para salvar la delicada situación en la que se encuentran, aunque bien es cierto que ambos están atravesando por situaciones diametralmente opuestas, porque todo apunta a que Pedro Sánchez y el PSOE han ido de menos a más, mientras que nuestro Alba empezó la temporada relativamente bien para estar ahora preocupantemente mal. Tiempo al tiempo.