
Cuando no se puede ganar, un empate es bueno
La única visita del CD Mirandés a Albacete data de la temporada pasada ya que antes nunca se habían encontrado ambos equipos a lo largo de su larga historia futbolística. Eran finales de marzo, concretamente la jornada 30, con el equipo de Luis César ya fuera de los puestos de descenso y el Mirandés en una cómoda situación, muy cerca de los puestos de play off de ascenso.
El Alba había encadenado una buena serie de partidos sin perder y, aunque en este caso se sumó un empate (0-0) que fue el tercero consecutivo, era la sexta jornada sin conocer la derrota, a la que seguirían otras dos con dos triunfos de prestigio, frente a Valladolid y Las Palmas, que pusieron tierra de por medio con la zona de descenso y afianzaron una permanencia que había pasado de ser casi imposible y muy accesible.
El encuentro se jugó el sábado 21 de marzo, en una noche fría que además es estropeó todavía más cuando calló una fuerte tromba de agua cuando quedaban todavía 15 minutos de partido. Luis César formó ese día con Dorronsoro, Antoñito, Gonzalo, Miguel Núñez, Paredes, Edu Ramos, Keko, Diego Benito, Portu, Samu y Rubén Cruz. El técnico venía usando un 1-4-1-4-1 que le estaba dando muy buenos resultados. También jugaron Chumbi, Jorge Díaz y Cidoncha. En los cambios hubo muchas discrepancias con los aficionados, que recriminaron al técnico que quitara del partido a un Diego Benito que era el único que parecía dar algo de sentido al juego del equipo, ese día bastante pobre por la buena presión que realizaron los jugadores del Mirandés.
El conjunto burgalés, entrenado por Carlos Terrazas, formó con Razak, Aitor, Caneda, Álex Ortiz, Kijera, Provencio, Pedro Martín, Emilio, Igor Martínez, Álex García y Urko Vera. También jugaron Cantero, Jordi Pablo y Juanjo.
El colegiado del encuentro fue el asturiano Piñeiro Crespo, cuya acción más relevante fue un penalti no señalado sobre el burgalés Pedro Marín en el que además le mostró la cartulina amarilla por simular. También hubo tarjeta durante el partido para Caneda y ninguna para los jugadores del Albacete.
El equipo de Luis César, algo atascado en el Belmonte, donde con estos dos puntos que se escaparon eran ya seis los que se habían perdido de los últimos 12 como local, no pudo salir en ningún momento de la ordenada presión que había montado Terrazas. No se prodigó en ataque el Mirandés, pero con su buen posicionamiento impidió que el Alba tampoco se acercase con peligro a su portería. La banda derecha, donde Keko y Antoñito eran puñales para los rivales, no tuvo su día y en la izquierda, Samu, estuvo en su habitual línea de irregularidad que le caracteriza y que le impide ser un futbolista de mayor nivel, en consonancia con la calidad que atesora, pero que muestra con cuentagotas.
El partido fue un duelo táctico aburrido, con el Alba tocando y tocando esperando que el Mirandés acusase el esfuerzo a su despliegue físico. El equipo local tuvo su oportunidad en uno de los pocos errores de su rival en el minuto 65, cuando una pérdida del Mirandés en el centro del campo generó un tres contra uno que Chumbi, tras pase de Keko, no supo materializar. También Jorge Díaz metió un balón en el larguero, cuando la lluvia ya había hecho acto de presencia y convirtió el campo en una piscina donde jugar era complicado. El caso es que el Alba perdió el sitio y el Mirandés estuvo cerca de hacer con el triunfo en la recta final, sobre todo en esa jugada con caída de Pedro Martín en el área en lo que parecía un claro penalti pero en la que el colegiado, en lugar de señalarlo, mostró cartulina amarilla al jugador del equipo burgalés por similar, ante el asombro de propios y extraños.
El caso es que el partido acabó con el 0-0 en un justo reparto de puntos y que significó un pequeño pero importante paso para un Albacete acostumbrado a perder este tipo de partidos en la primera vuelta del campeonato y que había aprendido a empatar si no podía ganar.