La semana que termina nos hemos encontrado con la desagradable noticia de que tenemos un alcalde mucho más preocupado por atender las inquietudes estéticas de las firmas comerciales, que de preservar el escaso patrimonio histórico-artístico que tenemos en nuestra ciudad.
Nos dice el señor alcalde que le preocupa la preservación de nuestro patrimonio, pero que también le preocupa mucho la generación de oportunidades (de empleo, supongo), y por su actitud mucho me temo que el fiel de la balanza se ha decantado por la generación de oportunidades, aunque dicho así y sin especificar, yo por lo menos no se a ciencia cierto para quien serán esas oportunidades, si para la franquicia, si para el franquiciado, si para la clientela, si para los futuros trabajadores, si para Iker Casillas, Andrés Iniesta o Xavi Hernández.
Cuenta la historia, que a finales del siglo XI vivió una princesa musulmana de Al-andalus, de nombre Zaida, nuera de al-Mu’tamid y concubina de Alfonso VI, a la que se le atribuye la siguiente frase: “Mas vale una duda tonta, que un tonto con duda (si no entiendes, pregunta)”.
Pues eso, y sin ánimo de llamar tonto a nadie y menos a nuestro alcalde, que dicho sea de paso de tonto no tiene ni un pelo, lo que afirmo es que debería haber preguntado si es que no domina el tema urbanístico, que visto lo visto dominarlo, lo que se dice dominarlo, no lo domina mucho, y entonces hubiese comprobado como en la ficha urbanística del inmueble en cuestión se protege la cerrajería, entendiendo como cerrajería las diez rejas de la discordia y los balcones de los pisos superiores, y si en la ficha urbanística está meridianamente claro que las rejas quedan protegidas, se hubiera extrañado, como nos extrañamos todos, cuando alguien escribe en un informe (al que se agarra nuestro alcalde para justificar la decisión adoptada por el anterior Equipo de Gobierno, también presidido por el Partido Popular) que sí que es posible su retirada, cumpliendo, eso sí, una serie de condiciones.
Informe éste que está redactado al amparo de en un artículo de las Ordenanzas Urbanísticas que, al menos a mi juicio, resulta poco claro en su redacción y excesivamente amplio en su ámbito de aplicación, y que lo mismo sirve para un roto que para un descosido, o lo que es lo mismo, para otorgar licencia o para no otorgarla.
Nuestro alcalde debería haber escuchado y seguido los criterios y consejos de los miembros del Instituto de Estudios Albacetenses, que denunciaron la retirada de las rejas, en un claro intento de proteger “in situ” la obra del maestro herrero José Tejados Romero y que ha formado parte de la pequeña historia de nuestra ciudad desde hace noventa años, antes que decantarse a favor de los argumentos esgrimidos por los técnicos de la empresa en cuestión, a la que las rejas le estorbaban sobremanera, porque impedía la visibilidad del vinilo de color malva que colocarán sobre la cristalera que anunciará su marca comercial, su logo, su método y su oferta de 222 €, eso sí financiables, faltaría más.
Porque con ser importante mantener las diez rejas frente a los diez huecos de la fachada, que lo es, es más importante todavía si cabe la actitud que ha mantenido nuestro alcalde y el melón que acaba de abrir con esta decisión.
Lamentablemente, el listón lo ha situado ya demasiado bajo, con el mismo argumento cualquier día veremos desmontar piedra a piedra la fachada del Colegio de Notarios, para sustituirlas por láminas de cristal y aluminio iluminados por led de colorines, mientras que las antiguas piedras permanecerán guardarlas en un oscuro sótano municipal, acumulando polvo y protegidas, pero protegidas de la vista de la ciudadanía.
Nuestro alcalde con su actitud ha desairado a los 1.800 albaceteños que se han posicionado contra su retirada, ha subestimado la petición de los miembros del Instituto de Estudios Albacetenses que han propiciado la recogida de firmas y ha antepuesto los intereses estéticos de una determinada firma comercial a los sentimientos de miles de albaceteños y albaceteñas, que consideramos que cualquier esfuerzo es poco para mantener, en su sitio, el cada día más escaso patrimonio histórico artístico de nuestra ciudad. Actitudes como la que estos días ha protagonizado el alcalde Cuenca, es lo que provocó a lo largo de la época del mal llamado desarrollo, la desaparición de muchos de los edificios que se ubicaban en la calle Ancha y de los que ya solo tenemos recuerdo de ellos en foto, y en muchos casos, ni tan siquiera así.
Actitudes de este tipo dan pié a la proliferación de ocurrencias, porque solo se puede tachar de ocurrencia presumir de que ahora las rejas forman parte del patrimonio público y que estarán a disposición de cualquier persona que las quiera ver, eso si, en vez de en plena calle Ancha como hace tan solo unos pocos días, en un almacén municipal, o que las rejas en cuestión se podrían reubicar en el parque de La Pulgosa, en la Fábrica de Harinas o vete tú a saber donde …, y como me dijo una persona muy allegada, mientras no acaben en la parcela de alguien… a lo que yo añado: como una escultura que yo me se… (y hasta aquí la prudencia me aconseja leer).
Actitudes como esta le hacen merecedor a nuestro alcalde de una nueva cruz en el debe de su labor municipal.
Y hablando de “debes” y “haberes”, el tiempo añadido del partido del pasado sábado en Zaragoza se cargó a Luis Cesar Sampedro, que tiene en su “haber” más partidos ganados con el Alba que perdidos y nos trajo la vuelta de César Ferrando, que tiene en su “debe” no haber entrenado a ningún equipo español desde la temporada 2011/2012. A los dos muchas gracias, al primero por lo hecho y al segundo por lo que hará.