Los más prestigiosos genetistas del mundo se afanan en estudiar el mapa genético de los dirigentes del Partido Popular, para tratar de averiguar si es cierto que tienen un gen único y extraordinario, que solo poseen las élites ‘populares’ y que les hace ser como son y actuar como actúan.
Ese gen debe ser el culpable de que el presidente en funciones, que no funcionando, siga tan tranquilo, esperando el advenimiento o incluso la conjunción astral perfecta, que también le serviría para seguir ocupando La Moncloa durante otros cuatro años. Eso sí, con el beneplácito de Ciudadanos y la aquiescencia del Partido Socialista, cuestión esta última harto complicada, y más con el rosario de noticias que sobre la afición favorita del Partido Popular, la corrupción, vamos conociendo un día sí y otro también. La última la del empresario Enrique Ortiz que ha reconocido, a través de sus abogados, pagos en negro al PP Valenciano, a través, como no, de Orange Market.
Permitir por acción o por omisión que Rajoy siga siendo presidente del Gobierno solo serviría para darle la razón a Joan Báez, cuando afirmó que “Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella”.
Ese gen debe ser el culpable de que Montoro siga echándole las culpas de sus desajustes presupuestarios a todo quisqui, menos claro está, a él mismo, y eso que es el máximo responsable de las cuentas en España y como ya no tiene Zapatero alguno al que señalar con el dedo, gobernantes nuevos a los que achacar bisoñez o inexperiencia, pues ahora pone el acento del despilfarro en las Comunidades Autónomas, especialmente a las que han cambiado de Gobierno desde junio pasado, que hay que ver como son, solo convocan ruedas de prensa para anunciar más gastos.
Ese gen debe ser el culpable de que la ministra del paro no haya hecho otra cosa en estos tres últimos meses que enzarzarse en una pela con una concejala de Vigo en la puesta de la primera piedra de la nueva sede de la Seguridad Social, que el ministro de Sanidad siga como Chuck Norris, desaparecido en combate, y que a los únicos ministros que veamos en la tele haciendo algo práctico sean el de Interior, y más vale que siguiera de misa en misa, porque cada vez que sale solo es para hablar de atentados yihadistas, y el de Asuntos Exteriores, porque a pesar del parón español, el mundo sigue funcionando.
Ese gen debe ser el culpable de que el alcalde de Albacete siga tan timorato como de costumbre, parapetándose detrás de los informes de los funcionarios para tomar tal o cual decisión más o menos cuestionable, olvidando que los dichosos informes solo recogen la opinión técnica de una determinada persona y que lamentablemente son falibles. ya que no hablan ni escriben ex cáthedra.
La ciudadanía albaceteña tendría que hacer un ejercicio de autodisciplina y debería asistir, in situ o a través de Internet, aunque solo sea una vez al año, que como todo el mundo sabe no hace daño, al Salón de Plenos del Ayuntamiento y escuchar y ver como se desarrolla un Pleno Municipal.
Ahí podrán comprobar cómo el peso de la sesión recae en la mayoría que no gobierna y que a la minoría que nos gobierna, solo le cabe la opción de aceptar a regañadientes lo que los demás proponen, para luego, en virtud de uno de esos informes falibles, hacer oídos sordos a todo aquello que no ha contado con el voto favorable de la minoría ‘popular’. ¡¡Viva la democracia!!.
Esa es la cobardía de la que se sirvió nuestro Alcalde para pasarse por allí el mandato plenario de votar NO a la revisión del Plan Hidrológico de la cuenca del Júcar, ganándose de paso, la primera reprobación plenaria a un alcalde albaceteño, y esa misma cobardía es la que le ha llevado a autorizar la eliminación de las famosas rejas del edificio de la Calle Ancha, amparándose en ambos casos en informes técnicos que recogían las opiniones de un trabajador municipal, tan válidas todas ellas como las de los que pensamos en contrario, pero que no podemos firmar informe alguno tras el que parapetarse el alcalde Cuenca.
La comunidad científica y los miembros de la sociedad genética española se han conjurado para no cejar en el empeño de encontrar ese gen, e incluso han prometido ponerle nombre para que sea mundialmente conocido, no sea que aparezca otro núcleo de dirigentes de algún otro partido político liberal-conservador-de derechas que presente los mismos síntomas.
Y mientras Rajoy sigue de siesta permanente, haciendo solo unos pocos bolos por aquí y por allá, la sufrida ciudadanía espera a que no lleguemos al tres de mayo sin gobierno, porque hay que ver que pereza da pensar en un nuevo paso por las urnas a finales de junio, el Alba continua con lo suyo, jugando como nunca, pero perdiendo como siempre, y es que hay cosas que no cambian y para las que la vida sigue igual, que cantaba Julio Iglesias, Rajoy seguirá haciendo de D. Tancredo cuando pintan bastos, el alcalde de Albacete proseguirá escudándose en informes para justificar ante los demás y ante sí mismo sus actuaciones más cuestionable y el Alba, ¡Ay el Alba!, seguirá coqueteando con el descenso a los infiernos de la segunda B.
“Cosas veredes amigo Sancho”, que dijo aquel de cuyo nombre todos nos acordamos.