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RAJOY, EL ESTRATEGA

Ahora resulta que mirar para otro lado, esconder la cabeza debajo del ala y hacer de D. Tancredo un día si y otro también, va a ser cosa de grandes estrategas. Aún va a ser verdad eso de que “Spain is different”.

Da vértigo escuchar a los corifeos de la cúpula directiva del PP presumiendo del buen hacer de su jefe de filas, de su altura de miras o de su excelente vista política para vaticinar, prácticamente desde el mismo 20 de diciembre, un desencuentro tal entre las filas de la izquierda, que hiciera imposible la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.

Elogios que, por muy interesados que sean, no han hecho sino agrandar el ego de Rajoy, que no solo no se considera parte responsable del fracaso que supone la convocatoria de una nueva cita electoral, sino que nos lo visten con el traje de víctima de una conspiración anti-pp, que le hará aparecer mucho más fuerte ante la nueva cita electoral del puente de San Juan, o al menos eso es lo que quieren creer en el PP y lo que no se cansan de repetir cada vez que aparece un periodista micrófono en ristre.

Del incumplimiento reiterado del objetivo de déficit pactado con Bruselas, de los recortes indiscriminados de Montoro, del ataque a la autonomía local que supuso la aprobación de la LRSAL, del infausto paso de Ana Mato por el Ministerio de Sanidad, copagos sanitarios incluidos, de la reforma laboral de la ministra del Paro, que desprotegió aún más a los trabajadores y ha dejado a la mitad de los desempleados sin cobertura alguna, del paso al olvido de las personas dependientes, de las pelotas de goma en Ceuta y de la Ley Mordaza, del frenazo a las renovables que hizo el Ministro que negó tener empresas offshore en Panamá, para luego tener que dimitir cuando ya no pudo negar la evidencia de las subidas del IRPF y del IVA que dijo Rajoy que nunca subiría, de la reforma de la Ley de Educación, del propio ministro Wert, del enésimo “caso aislado de corrupción en el partido del gobierno,” y de todo lo demás en lo que estás pensando, mejor no hablar, no sea que alguien caiga en la copla de que en esta nueva convocatoria electoral también se enjuicia la actividad política del PP y de Rajoy durante los último cuatro años, y no lo acontecido desde el 20 de diciembre.

Han pasado poco más de cuatro meses desde las elecciones de vísperas de Nochebuena, y Felipe VI, imagino que con pocas alegrías, firmará el finiquito de la XI Legislatura. Legislatura, que si ya de entrada se antojaba corta, ha resultado ser cortísima, tanto, que a la senadora Barberá no le ha dado tiempo ni a desayunar más allá de un par de veces en la cafetería del Senado.

Ni los partidos emergentes, ni los tradicionales, ni las mareas, ni las confluencias han sido capaces de dejar a un lado los apriorismos con los que se sentaban a negociar, los que se sentaron, que otros ni descolgaron el teléfono, lo que nos ha conducido a un nuevo paso por las urnas que decían no querer, pero que muy pocos han tratado de evitar.

Rajoy el estratega, el que no se sabe si sube o baja, el que tiene el partido en Valencia y en Madrid hecho unos zorros, el que tiene, al parecer parafraseando a Alfonso Guerra, más compañeros en la cárcel que el Vaquilla, se nos presenta ahora con mucho más ánimo y con bríos renovados, echando la culpa y señalando con el dedo como principal responsable del desencuentro político al PSOE y a Pedro Sánchez y presumiendo de haber conseguido evitar un gobierno de izquierdas en España. Desde luego, si lo ha hecho, cosa que dudo mucho, será por omisión, porque por acción …

Rajoy el estratega, al que ahora acusan desde Valencia como máximo responsable del dinero negro que circulaba por las sedes populares en aquellas tierras, pretende borrarnos la memoria cual “Hombre de Negro”, aunque sin usar neuralizador alguno, de tal forma que cuando nos toque pasar de nuevo por las urnas, no nos acordemos del culto a la austeridad, que a toda costa ha profesado él mismo y su gobierno desde el mismo día de su toma de posesión, no nos acordemos que lo único que ha cumplido este tiempo han sido años, porque compromisos electorales ni uno, no nos acordemos de que ha tratado de aprender idiomas para entenderse con los líderes europeos, o al menos ha tratado de aprender a decir sin trabucarse demasiado “Sie sagen, Frau Präsidentin Merkel“ , osea, “lo que usted diga,Señora Presidenta Merkel“, no nos acordemos de que se saltó todas líneas rojas que el mismo trazó cuando pedía el voto, no nos acordemos de que preside el primer partido político de nuestra democracia que ha sido imputado, ahora investigado, por la comisión de un delito, no nos acordemos de que en la Comunidad Valenciana el número de cargos del PP imputados antes e investigados ahora, por uno y otro delito formarían la primera fuerza política valenciana. En fin, de que sólo nos acordemos de estos últimos cuatro meses, cuatro meses de agendas vacías y desplantes a un Parlamento al que no consideran digno de comparecer para responder a sus señorías.

En unas elecciones normales, la ciudadanía valora y evalúa la acción del gobierno que quiere seguir siéndolo, califica la labor de la oposición que aspira dejar de serlo y pone nota en forma de votos a todo aquel que se presenta. En las próximas elecciones, además, también habrá que poner nota a quienes han intentando formar gobierno y a quien ha estado tumbados a verlas venir, fumándose un puro y leyendo el Marca, y a mucha honra que diría aquel, y en buena lógica la nota a Pedro Sánchez ha de ser necesariamente mucho más alta que la de Mariano Rajoy… Y digo en buena lógica, porque habrá que tener cuidado, no sea que la estrategia de Rajoy le salga bien, y nos dejemos enredar en una maraña de dimes y diretes sobre quien tuvo más o menos parte de culpa, y nos encontremos el 27 de Junio próximo con otros 123 Diputados y Diputadas bajo el ala de la gaviota.

Advertidos estamos. Del Alba ni pío, ¿Para qué?