Por Carlos Garrido
Hoy alza la voz para dar visibilidad a los pacientes trasplantados y para recordar algo esencial: donar salva vidas
A veces, la vida nos enfrenta a pruebas tan duras que incluso poner un pie fuera de la cama se convierte en una conquista. Iris Torrente, escritora albaceteña de 32 años, lo sabe bien. Su historia, marcada por una lucha titánica contra la enfermedad, es hoy también una historia de superación, de poesía y de gratitud hacia la generosidad anónima de una familia que, en medio del duelo, decidió regalarle una nueva oportunidad.
Todo comenzó en 2018, cuando Iris empezó a encontrarse mal. Lo que parecía un malestar pasajero se transformó pronto en un diagnóstico de colitis ulcerosa en 2019. A partir de ahí, su sistema inmune se descontroló por completo: psoriasis, espondilitis, hipertensión, migraña crónica… Una cadena de dolencias que no daba tregua.
Iris fue la primera paciente en España en probar un tratamiento específico para la colitis. Un avance médico, sí, pero que le desencadenó un herpes ocular que no cicatrizó. Estuvo a punto de perder la córnea. Durante meses, su vida giró en torno a quirófanos, consultas, dolor y, sobre todo, incertidumbre.
“No veía nada por el ojo izquierdo y empecé a forzar tanto el derecho que también comenzó a fallar”, cuenta. El trasplante de córnea era su única esperanza. Y en agosto de 2023, esa llamada llegó: había un donante. “Fue un momento de inmensa alegría para mí y mi familia, pero también difícil de gestionar, porque sabía que, al otro lado, había una familia rota por la pérdida”, confiesa Iris, con esa mezcla de agradecimiento y respeto que la caracteriza.
Gracias al trasplante, ha recuperado entre un 20 y un 30% de visión en el ojo izquierdo, y se espera que pueda alcanzar hasta un 90%. Más allá de las cifras, lo importante es que ha vuelto a vivir. Ha recuperado cierta normalidad, ha podido volver a trabajar, y ha transformado todo ese dolor en arte.
Iris ha publicado dos poemarios en los que refleja, con una honestidad desarmante, su experiencia como paciente. El segundo lleva un título que resume su espíritu combativo: “Para córneas, las mías”. En una presentación en Valencia, una joven se le acercó conmovida tras conocer el origen del título. Le confesó que su familia había donado las córneas de un ser querido. Iris le tomó la mano y le dijo: “Gracias a familias como la tuya, a mí me han devuelto la vida”. Ese momento, asegura, lo guarda como un tesoro.
Hoy, coincidiendo con que este 7 de junio es el Día Mundial del Paciente Trasplantado, Iris alza la voz en redes sociales, en charlas, en universidades y asociaciones, para recordar lo fundamental que es donar órganos. “Sé que es un proceso durísimo para las familias, pero hay que pensar que, con ese gesto, pueden devolverle la vida a alguien”, afirma.
La suya no es solo una historia de enfermedad. Es una historia de lucha, de poesía nacida del dolor y de luz reencontrada. Desde Albacete, Iris pone palabras y rostro a miles de personas que esperan, con esperanza y miedo, una segunda oportunidad.