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Bogarra cierra el ciclo ‘El Pastoreo en…’ en el stand ferial de la Diputación

El stand de la Diputación Provincial ha acogido este miércoles el último espacio del ciclo ‘El Pastoreo en…’, con Bogarra como protagonista, en un acto presentado una jornada más por Raquel Cortijo y con Aída Rivero como intérprete de lengua de signos.

El presidente de la Diputación, Santi Cabañero, ha ejercido de anfitrión hacia la alcaldesa, Andrea López y los tres pastores que han subido al escenario a compartir sus testimonios —Primitivo Palacios, Antonio Sánchez Segura y Antonio Sánchez Pedrosa— . La familia de Primitivo también ha tenido ocasión de tomar la palabra entre el público en un momento entrañable.

Cabañero ha subrayado que “somos unos convencidos de la dignidad e importancia de esta profesión” y ha recordado que el pastoreo cambia según el territorio (“no es lo mismo la sierra de pastos nocturnos con GPS que las zonas de viña del norte y este de la provincia”, ha reflexionado…). 

Así, ha reivindicado su “valor social”, señalando cómo aporta (entre muchas otras cosas) seguridad alimentaria, equilibrio del territorio y biodiversidad. Y ha recordado cómo, en la época del desarrollismo de los años ‘70 y ‘80, se instaló la idea de que quien se quedaba en el campo no progresaba, mientras que marchar a la ciudad era sinónimo de éxito… “Nada más lejos de la realidad”, ha señalado, reivindicando que agricultura y ganadería sostuvieron a las familias, garantizaron alimento y mantuvieron vivo el territorio. 

Igualmente, ha subrayado que, durante décadas, incluso se llegó a criminalizar el pastoreo (por ejemplo, en repoblaciones forestales), cuando “las ovejas nunca se comieron los pinos”, y hoy, en cambio, se reconoce su papel esencial con las llamadas “ovejas bomberas”, que previenen incendios limpiando el monte como se ha visto este verano…

Voces de Bogarra: oficio, familia y relevo

Un contexto en el que el público ha escuchado relatos de vida y oficio. Primitivo Palacios ha rememoró sus muchas madrugadas, las parideras asistidas “para salvar a la madre y al cordero”, las noches al raso y recursos de sabiduría popular —como ‘ensollar’ al cordero huérfano con la piel del muerto para que la oveja lo adoptase—. Sus hijas Tere y Lola han evocado (entre alguna lágrima) la infancia entre corderos, la primera máquina de esquila de mano en casa y el papel de su hermano Julián, zurdo, que “conocía cada hijo de su madre” entre 400 ovejas.

Insistiendo  en que hambre nunca pasaron, pero sí mucho frío y calor,han recordado una infancia feliz en la aldea, marcada por el apoyo mutuo y la complicidad con su padre. Han relatado cómo turnaban la máquina de esquila manual entre los hermanos, “por fuerza, hasta que el pequeño se cansaba”, y cómo la familia entera se volcaba cuando había partos o había que cargar corderos. Una vida dura, dijeron, “pero también llena de alegría y orgullo”.

Primitivo ha añadido que en la Bogarra de monte duro (“pino, chaparro y piedra”) el oficio era, además de constancia, orientación y temple: noches enteras “a campo raso” y mañanas de búsqueda cuando el rebaño “se venía abajo por las cañadas” y aparecía a kilómetros. Ha contado técnicas aprendidas “a fuerza de práctica” y ha reivindicado esa inteligencia silenciosa del pastor que lee el terreno, el cielo y a cada animal.

Antonio Sánchez Segura ha relatado 14 campañas de trashumancia entre la Sierra del Segura, Jaén y Ciudad Real (“seis meses y seis meses”), jornadas “de sol a sol” y noches de tienda sin fuego, y confesó el sentimiento agridulce de criar para luego desprenderse de los animales. Su esposa, Sonia, ha aportado la mirada del hogar: la espera, las preocupaciones y cómo hoy el día empieza “mirando el GPS” para saber por dónde anda el rebaño.

Antonio ha profundizado en la dureza de aquella trashumancia: “Dos o tres en el camino y luego ya solo”, con noches mojadas sin poder encender fuego y el deber de sacar adelante al ganado a cualquier coste. “Criamos para luego vender —explicó—, pero entre tanto hay cuidado, nombre y memoria en cada cabra. Hoy el GPS ayuda, pero el ojo del pastor sigue siendo la primera herramienta…”, ha relatado.

El relevo llega con Antonio Sánchez Pedrosa, su hijo, que quiere continuar: “Si no te gusta, no puedes”, ha dicho, tras años ayudando en parideras y aprendiendo a leer la salud de cada cabra. Reconoció sentir “respeto a las tormentas”, pero ha defendido el oficio como un proyecto de vida para quienes lo aman.

Y ha añadido que su decisión está marcada por haberlo vivido “desde chico”: semanas sin ir al instituto para ayudar en las parideras y un aprendizaje constante que combina el saber tradicional con herramientas modernas. “El invierno aligera horas, la tecnología ayuda y el campo devuelve en forma de libertad y oficio”, ha afirmado.

En un guiño al aprendizaje de estos nueve días, Aída Rivero ha repasado al comienzo de la presentación los signos vinculados a la Feria y al mundo pastoril —oveja, cabra, pastor— e introdujo el de Diputación de Albacete, que integra ese “abrir una navaja”, como gesto de identidad común en la palabra ‘Albacete’.

Un destino que invita a volver

La alcaldesa, Andrea López, ha presentado Bogarra como “pueblo pequeño de la Sierra del Segura con paisaje espectacular” e invitado a recorrer la Ruta de las Esculturas —ese ‘museo al aire libre’ que crece cada edición en torno al Certamen de Esculturas— hasta el paraje del Batán, con sus cascadas. Además, ha anunciado la próxima Feria Serrana, encuentro para revivir oficios y tradiciones y reunir a quienes vuelven al pueblo desde fuera.

Andrea López también ha querido destacar la hospitalidad y la fuerza de la gente de Bogarra, asegurando que “cada visitante se convierte en parte de la familia del pueblo”. 

Ha recordado que, además de su riqueza natural y cultural, “lo que hace verdaderamente especial a Bogarra es su gente, que mantiene viva la tradición del pastoreo, cuida de su entorno y abre sus brazos a quienes se acercan a conocerlo”. La regidora ha recalcado que esa combinación de paisaje, historia y comunidad convierte a Bogarra en “un rincón irrepetible de la Sierra del Segura” que merece ser descubierto y disfrutado en cualquier época del año.

El acto se ha cerrado con la intervención de un veterinario vinculado al Colegio de Veterinarios, que felicitó a la Diputación por la iniciativa de dar visibilidad al pastoreo extensivo y pidió a las administraciones “más ayudas, más divulgación y más relevo” para un oficio esencial en biodiversidad, manejo del monte y fijación de población. Ha anunciado unas jornadas sobre pastoreo y trashumancia (los días 23–24 de octubre) y ha animado a seguir conectando saber científico y saber pastoril: “Lo digno y complejo de este oficio merece continuidad y reconocimiento estable”, ha señalado..

Con aplausos a los pastores y sus familias, se ha realizado la foto de familia y Cabañero ha hecho entrega de la réplica del cuco (obra del artesano albaceteño Javier Jiménez) y del cencerro (elaborado por el almanseño David Tortosa): símbolos del ciclo y de un oficio que sostiene paisaje, cultura y vida en la provincia.

“Si la Feria dura nueve días, el reconocimiento debe durar todo el año”, ha sido la idea compartida para clausurar este espacio que ha recorrido la provincia poniendo rostro a la ganadería extensiva y al saber que se transmite de generación en generación.