Este domingo, día 5 de febrero, tuvo lugar la segunda de las rutas que la Diputación Provincial de Albacete organiza dentro de la IV Edición de Rutas de Senderismo. Tras el éxito de la anterior ruta en Higueruela, esta nueva se adentraba en La Manchuela, en la localidad de Villamalea.
La ruta se denominaba “Cueva de los Ángeles”, comienza y acaba en la ermita de San Antón, a unos tres kilómetros de Villamalea. Un precioso recorrido por el que discurren varias ramblas que van a parar al río Cabriel, por el valle del mismo nombre. Con una dificultad media-alta y un recorrido circular de 13,4 kilómetros. Una ruta que, a pesar de la lluvia y el aire, sorprendió a los cincuenta participantes que la hicieron, ya que jamás hubieran imaginado unos paisajes tan abruptos e impresionantes en plena comarca de La Manchuela.
En Villamalea existen tres senderos circulares, señalizados y homologados y esta ruta está englobada en uno de ellos. Discurre por el amplio valle del Cabriel, zona declarada como LIC (Lugar de Interés Comunitario) y ZEPA (Zona de Especial Protección de Aves).
Aunque al llegar al pueblo se veía el sol, al desplazarnos hasta la ermita de San Antón, a unos tres kilómetros de Villamalea, punto de partida de la ruta, empezó a cubrirse de nubes, que no tardaron mucho en empezar a soltar agua, aun así, sobres las nueve de la mañana comenzamos la marcha, nos dirigimos de la ermita a la fuente de San Antón, en cuyo lugar, muy bien acondicionado, se celebra una conocida y concurrida romería el día de San Isidro.
Cogemos un camino que discurre entre olivos y almendros que ya empiezan a brotar y nos lleva serpenteando por la rambla de San Antón, pasando por unas huertas abandonadas. El aire no paraba de soplar, acompañado de una leve lluvia y, por momentos, hasta algo de granizo, lo que hacía más duro el tranquilo camino. Nos vamos a adentrando en el monte, principalmente bajo, plagado de plantas aromáticas y algún pino, conforme nos vamos aproximando a la Cueva de los Ángeles veremos un embalse y antes varios tollos, que son una depresión u hondonada del terreno en zonas de carácter cárstico o de otro tipo, habitualmente formada por el paso del agua, como es el caso.
Al fondo se puede contemplar la amplitud del valle del Cabriel, la lluvia no cesaba, y hacia más peligroso el descenso por las escaleras que nos llevarían a la Cueva de los Ángeles, al adentrarnos al último tramo, una zona con gran vegetación, antes de la bajada final, se apreciaban los estragos por la nieve de días atrás, árboles caídos en medio del camino junto a ramas rotas, llegamos al último tramo de escaleras , con una inclinación importante, al final del cual nos adentraría en un verdadero paraíso, la encantadora Cueva de los Ángeles, un lugar impactante y precioso, aunque en esta ocasión no mostraba su mejor aspecto, a causa de los 25 centímetros de nieve que por aquí cayeron, rompiendo ramas y vegetación que rodea este espacio y arrancando un gran árbol nos impedía ver el pequeño lago y la cascada, dividiendo la cueva en dos.
Este es un lugar muy sensible que entre todos debemos preservar, aunque a veces la propia naturaleza no ayude.
Tal era el mal tiempo que hasta allí nos acompañó que se planteó acortar la ruta o incluso suspenderla, pero justo al subir las escaleras que nos sacarían de la cueva aparecía un sol espléndido, parecía, como la leyenda que nos contaba Santiago, nuestro magnífico guía, que el Ángel que iluminó al mozo para poder liberar a la bella doncella allí atrapada, también nos iluminaba a nosotros para poder continuar con nuestra ruta.
Seguimos ya con sol junto a la rambla, llegamos enseguida a Los Benitillos, coqueta y cuidada aldea-huerta donde podríamos pedir una casa para pasar unos días con amigos o la familia, aprovechando el cambio de tiempo hicimos aquí una parada para almorzar.
Retomamos la marcha hasta llegar a los restos de dos molinos hidráulicos harineros, y donde antiguamente ayudados por una pequeña presa y aprovechando el desnivel, el agua hacia mover las dos grandes piedras que molía el grano y lo convertía en harina. Desde aquí comienza una preciosa senda por la Rambla del Agua, con gran vegetación típica de la reserva natural de las Hoces del Cabriel y gran cantidad de pequeños tollos.
Empezamos a subir hasta llegar al Huerto Urraco, un vivero forestal de especies ibéricas, donde pudimos disfrutar de un entorno encantador.
Ya desde aquí, por una pista rodeada de campos de cultivo y un poco más adelante una carretera en la que al lado de ella pudimos contemplar Las carriladas, que son unas huellas en las rocas, hechas por el continuo paso de las ruedas de los carros. Son de la época tardo-romana y nos indican que esta zona desde hace mucho tiempo ha constituido un lugar de paso y comunicación entre Castilla, Levante y Andalucía.
También nos encontramos con restos de construcciones del inacabado ferrocarril de la línea Baeza-Utiel paralizado en 1934.
Rodeados de multitud de almendros y viña y con bastante viento, llegamos de nuevo a la ermita de San Antón, donde habíamos comenzado nuestra maravillosa ruta.
El autobús nos llevaría de nuevo al pueblo para degustar unos merecidos gazpachos en el Restaurante San Agustín del municipio, para después visitar una de las tantas cooperativas que hay en el municipio, en este caso una explotación de Champiñón.
La siguiente ruta será el próximo domingo, día 12 de febrero, en Ontur, denominada “Collado del Madroño” de 15 kilómetros de distancia, de una dificultad media-alta, con salida a las 9:00 horas desde la Plaza Alcalde Joaquin Orti del Municipio.
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