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CAINISMO SOCIALISTA

Cuando leo, escucho o veo las noticas, ya sean locales o nacionales,  me pongo blanco solo de pensar que en mi partido, en el PSOE, puede triunfar una de las leyes de Chisholm, aquella que dice que «Cuando las cosas están mal, siempre pueden ir a peor».

Es un secreto a voces que las aguas socialistas bajan revueltas a poco menos de cuatro meses de que se celebren las elecciones primarias. Elecciones en las que elegiremos a nuestro próximo secretario general, y no digo secretaria, porque hasta la fecha tan solo son dos los compañeros se han postulado para el cargo. Pero hasta que llegue ese día, hay que ver cuánto trabajo nos cuesta sujetar las lenguas. Parece que no somos nadie si no ponemos un tuit criticando a la gestora porque nos estamos escorando peligrosamente a la derecha, ya que en la ponencia marco económica no está suficientemente claro que hay que derogar la reforma laboral del PP. Y al contrario, cuando vemos a Pedro Sánchez escoltado por Pérez Tapias diciendo aquello de «no es no», rápidamente colgamos en nuestro muro de facebook que nos estamos podemizando y, además, sin la gracia que aporta la coleta.

Personalmente, pienso que llevamos ya demasiado tiempo pendientes de solventar nuestros problemas internos, aunque también es justo reconocer que los compañeros y compañeras que están en las instituciones se están batiendo el cobre en condiciones a veces muy complicadas. Quienes están al frente de gobiernos municipales, provinciales y regionales tienen que llevar a cabo sus compromisos electorales ante la ciudadanía que confío en ellos y ellas, teniendo tras de sí un partido que no inspira demasiada confianza, en términos generales, aunque siempre hay honrosas excepciones, y a los que les corresponde las tareas de oposición, peor aún, a estos últimos les ha tocado doble ración de desencanto.

Desgraciadamente, parece que ha pasado a mejor vida aquello de solventar las diferencias en las asambleas, en los comités o en los congresos, ahora lo que mola es televisarlas en directo, y si hay algo que no me gusta o creo que va en mi contra, pues convoco una rueda de prensa y lanzo contra la dirección veladas acusaciones de oscurantismo y presunto trato de favor, lleve razón o no la lleve, y aunque me hayan dado mil y una explicaciones al respecto, la dirección siempre se merece alguna crítica, que para eso está, y si con esto no tenemos bastante, siempre tengo la posibilidad de convertirme en un «garganta profunda» de andar por casa y suministrar carnaza al poderoso de turno a cambio de una palmadita en la espalda o un mejor plano televisivo.

Pero lo que de verdad nos pone es atizarle al compañero y si es posible darle donde más le duela, pues mejor. De ahí lo de cainismo, que según la RAE no es otra cosa que la «actitud de odio o fuerte animadversión contra allegados y afines». Claro que tampoco le anda a la zaga hacernos los mártires y decir que en mis tiempos no me dejaron hacer tal o cual cosa, me quitaron de tal o cual lista o me cortaron las alas porque me quede en el bando perdedor, como si eso solo pasase en el Partido Socialista y sino que se lo pregunten a Errejón y a tantas y tantas personas, de este o aquel Partido, que jugaron a ganar y volvieron a perder, que cantaba Hilario Camacho.

Tengo compañeros y compañeras que desde hace años están siempre a la contra de la dirección del Partido, sea esta la que sea, que ya es tener mérito que no te sientas nunca identificado con nadie. Los hay que son estrellas fugaces, tan fugaces que no da tiempo ni a pedirles un deseo, están también los que aspiraban a ser la gran esperanza blanca y han terminado con la paciencia de tirios y troyanos y luego están aquellos a los que se les ha puesto la alfombra roja desde un principio y se han ido sin saber a qué sabe la goma de los sobres de las papeletas electorales.

Reivindico que apoyar a Pedro Sánchez no es sinónimo de ser más socialista y más de izquierdas que apoyar a Patxi López, afirmo que los compañeros y compañeras de la Gestora no han traicionado a nadie, ni sus decisiones se deben poner sistemáticamente en tela de juicio, estoy convencido de que quienes el día 1 de Octubre de 2016 se posicionaron en contra del entonces secretario general lo hicieron tan mal, o tan bien, como los que se empeñaban en someter a votación de los asistentes algo que no tenía sentido alguno y encima con las urnas veladas. Ese día de infausto recuerdo el único que quedó tocado del ala fue el Partido, lo que no sabemos es hasta cuándo.

Son momentos duros y difíciles, los más duros y difíciles que recuerdo y solo nos puede salvar, como partido se entiende, la prudencia, la contención y el sosiego, mientras que la estridencia y la disonancia abrirán heridas complicadas de suturar. Estoy convencido de que no todo es estar conmigo o contra mí, por mucho que algunos se empeñen, y ser partidario de la candidatura nacional «a» «b» o «c» no tiene que implicar necesariamente la misma afinidad en ámbitos regionales, provinciales y locales. Ningún candidato o candidata tiene patente de corso, ni mejor pedigrí, al menos para mí.

Las primarias llegarán y pasarán, al igual que los congresos, y si nadie se imagina al portero del Alba dejándose meter un gol en propia meta, porque la cesión viene de un defensa que votó a un partido distinto al suyo, yo tampoco me imagino a ningún compañero o compañera dándole caña al próximo secretario general electo, por el mero hecho de que no fuera su preferido. ¿O sí?, que cada uno analice su forma de actuar en los últimos tiempos y sabrá si tiene que sentirse aludido o no, que de todo hay en la viña del señor.