
El Diario El Mundo ha dedicado un amplio reportaje al cultivo del pistacho, con referencias a la producción en Albacete, a través de la empresa Pistachos La Mancha. Su responsable, Rafael Ferández-Flores explica cómo el clima de Albacete es perfecto para esta producción, que es todo un filón, porque necesita frío en invierno y calor en verano.
La información recuerda que el árbol pistachero, uno de los más antiguos de la Historia, comenzó a plantarse en Oriente Medio en el siglo II A de C. De hecho, Irán sigue siendo el mayor productor del mundo, seguido de EEUU (California). La producción en España es muy discreta en comparación con otros países, lo que encarece su precio en el mercado si lo comparamos con otros frutos secos, aunque «en los últimos años ha habido un boom de plantaciones en nuestro país». Lo dice Rafael Fernández-Flores, que lleva casi 30 años al frente de Pistachos de La Mancha, una empresa ecológica y pionera en la producción del pistacho en nuestro país con un punto de venta en el madrileño Mercado de Chamartín.A finales de los años 80 Fernández-Flores reparó en las típicas máquinas dispensadoras que había en los bares y vio un filón. «En aquella época el mundo del pistacho era un gran desconocido y había muy pocas empresas que se dedicaran a este sector», explica. Sus 100 hectáreas están situadas en Albacete y Toledo, y es que Castilla La Mancha es uno de los lugares idóneos, junto con Andalucía y Extremadura, para cultivar esta planta en España. «Se necesita que el clima sea frío en invierno y caluroso en verano, que es cuando engordan», cuenta.
Desde que se planta, «el pistachero tarda en entrar en producción ocho años, pero luego es muy longevo, tiene una vida de 60 años». Su método de reproducción recuerda al del mundo animal: los árboles hembras, polinizados por los machos, son los únicos capaces de dar frutos, que se recolectan entre septiembre y octubre.
El pistacho, recubierto por una piel roja fina que hay que quitar rápidamente, se seca y pasa una criba para separar los cerrados de los abiertos. «Si han tenido suficiente agua es más fácil que rompan, pero si les ha faltado o no han estado el tiempo suficiente, no se abrirán», explica el director general de la firma. Mientras que en otros países acostumbran a tomarlos naturales o en dulces, «los españoles somos más aficionados a comerlos como aperitivo tostados y salados», explica el director de la marca, que también comercializa aceite de pistacho para aderezar ensaladas y darle un toque diferente a otros platos.
