Julio Martínez
Le decía esta semana Tomeu Nadal al colega Rafa Gil en una genial entrevista que tener tres entrenadores en ocho meses no es una situación fácil ni agradable. Hemos normalizado todo lo que pasa fuera del vestuario hasta el punto de que Twitter sea más importante que el juego del Albacete, pero (casi) nadie se ha parado a pensar en cómo está ese vestuario. El que ha jugado a fútbol con un mínimo de responsabilidad sabe lo importante que es la estabilidad y que el equipo sea una familia para poder decirle ‘hijo de puta’ al compañero y que este sepa perfectamente a lo que te refieres. Ese es el fútbol que marca diferencias, y en esta Alba nadie es capaz de marcarlas.
Son los jugadores de verdad, los que tienen que marcar esas diferencias, los que deben salir a rajar. Los pesos pesados. El problema es que estos futbolistas de pitiminí solo quieren autobombo, por eso se van con Ibai. Cuando se acercan a la prensa van con el guion establecido. A mi, y a los abonados, nos interesa lo que los profesionales le cuenten a los periodistas, que son los que preguntan lo que importa de verdad, y no si a Sergio Ramos o a Tomeu Nadal les ha cambiado la vida ser padres. Para eso ya tenemos a Bertín Osborne. Y en ese guion definido frente a la prensa, Tomeu apunta a Zalazar para salvarle el culo a Kabchi y sus electrónicos. Que han puesto 20 kilos, muy bien, pero habría que ver quién se los lleva y en quién recae luego la culpa de que este equipo sea el peor de la historia, objetivamente hablando.
Respecto a lo de Zalazar, raro es el albaceteño que no conozca al ‘Cabeza’. Alguna vez han hablado con él o le han conocido en un ambiente más o menos distendido. Han estado con el ciudadano José Luis, pero él ni está aquí ni debe ser la vara de medir para sacar conclusiones. Zala habla como aficionado y no como parte implicada. No creo que haya que hacerle caso a lo que pueda decir desde Málaga o desde donde quiera que esté. Pasa lo mismo con Catali, con la leyenda. Con ‘Cata’. Del futbolista y ciudadano hemos pasado al político, que ya no habla ni se moja igual, por cuestiones obvias. El siguiente en pasar por el aro será el ciudadano Tomeu, que hasta coquetea con quedarse a vivir aquí. Podremos convenir en entregarle incluso el Toisón del Altozano, pero estaría bien que contase las cosas como son y no como le dicen que son.
Y es que no hay mayor optimismo que la preocupación por el mal camino de algo que sentimos como nuestro. No hay mayor apoyo que un buen “espabila” a tiempo. No hay mayor forofo que el que te dice que podrías dar el 100 cuando estás dando el 50. No hay mayor hincha del Alba que el que lleva abonado al Alba desde casi antes de nacer. Nadie te será más sincero que un albaceteño del Alba. Y si esos te muestran una mezcla de pena y vergüenza, qué menos que serles sinceros a ellos. A día de hoy, en la Ciudad Deportiva, los entrenadores y sus adláteres analizan partidos. El resto del mundo analiza tendencias, por eso son los entrenadores los que se suelen equivocar siempre.
Si nos atenemos a la bochornosa rueda de prensa de Menéndez, solo queda recoger la pregunta de Cristo Lozano, en la que resume el partido y la sensación del 99,9% de la parroquia. El 0,01%, que es Menéndez, dice que el equipo “ha estado de 10” y que “no comparte” la sensación de miseria y conformismo que hemos visto y que llevamos viendo desde que se disipó el milagro Ramis. El Alba juega al conformismo estando colista y el entrenador lo avala. Menéndez no debe seguir ni un día más como entrenador del Albacete. Desde que llegó por LG lleva diciendo que el Alba está a tres puntos de salir de ahí, pero sigue a tres puntos de salir de ahí. Después de su breve periplo manchego solo se puede decir que han sido los errores arbitrales los que han asentado al técnico, que ha pasado de humilde a ofendido. El ‘especialito’ Menéndez se ha puesto en modo colega de Mourinho, pero Ramis le ha pasado por encima sin hacer nada.
Claro que este se lo lleva crudo, igual que todos los que vienen de fuera a seguir creando y fomentando la marca Albacete. Como el amigo Tana, que lleva de baja desde el 1 de enero, pero que se lo llevará limpio de polvo y paja cuando llegue junio y se vuelva para la isla. Se podría haber quedado allí, junto a Toni Cruz. La propiedad lo viste todo de estado permanente de dificultad y pérdidas para el club. Claro que habría que ver ciertas nóminas y compararlas con los intangibles de este club, que son sus empleados. Los de siempre. Los de toda la puta vida. Las plantillas y los tuercebotas pasan y pasarán, los de este año, todos. Los titiriteros canarios también se irán, igual que los entrenadores dicharacheros, pero los que se quedan siempre estarán ahí, aunque venga Filomena. La estrategia y el relato de Skyline es dejar caer el peso de su nulidad en la gente de la casa, que son los que viven de las migajas que no se llevan los semiamateurs que llegaron en verano o los ‘tanas’ invernales.
Por eso, volviendo a lo que decía Tomeu de la importancia del vestuario, qué menos que tratar bien a la gente, y no solo económicamente hablando. Por muchos 20 millones que pongan, que es de agradecer, entiendo, hay que ver quién y cómo se los llevan. Todos, absolutamente todos hacen vestuario, desde el que (no) mete los goles hasta el utillero que le apaña las botas. Y el problema de este Alba está a todos los niveles. Hace un año que lleva lastrado por la pandemia, pero el velado ambiente irrespirable que se vive por la gestión hace mucho más daño que el coronavirus. Ellos, los que controlan, señalarán siempre a estas líneas o a algunas ondas hertzianas como culpables de todo. Ellos, los que dominan con mano de hierro, apuntarán a los de toda la vida como incompetentes por dejar que el Alba esté donde esté. Todo con tal de no hacer autocrítica. ¿Se puede salvar el Alba? Sí, pero, ¿todavía queda quién confíe en ello? Seguramente los habrá, pero los más quemados no somos los que lo vemos por la tele. El mayor malestar está allí, a su alcance. Desde el que no mete los goles hasta el que cuida la Ciudad Deportiva por la noche para que no vayamos a echar unos largueros en el campo 2 de césped natural. Y ni unos ni otros lo denuncian. Y así estaremos hasta que se vayan, con o sin los 20 millones de euros que ponen por delante de cualquier tipo de crítica.
Del partido, qué decir. El Tenerife ha podido meter cuatro goles y el Alba seguramente, otros cuatro, pero el equipo de Menéndez ha perdido 2-0. Según él no ha sido así y el Alba está cada día más cerca de jugar la fase previa de la Champions. Analizar uno por uno el rendimiento de los jugadores es casi obsceno, pero se puede decir que Fuster y Cedric estaban haciendo las cosas muy bien. El Alba estaba dando juego gracias a ellos, pero Menéndez es un antisistema. Por eso ha sacado a Tana y a Jean Jules para intentar ganar. Según él, al equipo le han ido genial los cambios, por eso el Alba ha pasado del 0-0 al 2-0. Según él, el Alba está cada vez más cerca de salvarse. Según Albacete, el Alba está cada vez más cerca del descenso. Según la lógica, el Alba está cada vez más cerca de quitarse la cepa más dañina de un virus que viene desde más lejos que Wuhan. A estas alturas uno no sabe ya qué es lo peor, pero si sabe que con esta gente no hay salvación que pueda poner decoro al mayor esperpento vivido por La Mancha. Ay si pudiera entrar el abonado al campo… A ver si subían Candel y compañía al palco a hacerse la foto…