Julio Martínez
Reconozco que antes de marcar el árbitro los cinco minutos de descuento ya tenía el arranque de esta columna. Era algo así como que el 0-1 era un resultado injusto para un partido tan bonito como el que hemos vivido. Era injusto que el Gerona se fuese sin ver puerta y era todavía más inexplicable que el Albacete ganase por un gol y no por, mínimo, tres o cuatro. El final, ya lo saben. El final es el fútbol. Mi padre me dice que soy un pesado y que siempre escribo lo mismo, pero es que es imposible no hacerlo. Me refiero a los que mandan y a su huelga general deportiva. El Albacete ha pasado de merendarse al Gerona a naufragar por culpa de los que han entrado, que lejos de entrar frescos, han saltado al campo al mismo nivel que vienen demostrando, que es poco menos que denunciable a nivel contractual. A los Arroyo, Benito, Fran «renovación» García y compañía no deberían darles más oportunidades para acreditar la estafa. El Albacete de hoy no merece esto. El Albacete de hoy es el que me hace sentirme orgulloso de ser de Albacete y de que mi padre, el que me llama pesado, me llevase a ver a Walter Pico con el chupete puesto. El problema de este Albacete es que es una plantilla de 11 y no de 24. Lejos de mejorarla en invierno, la desmantelaron a cambio de lo único reseñable a nivel mercado de los últimos años en La Mancha. Menéndez sabe desde el primer día que sólo tiene a once tíos válidos para pelear en cualquier combate. Menéndez es consciente como tú y como yo de que si mira al banquillo le entra depresión. Menéndez no puede hacer más de lo que hace con lo que tiene. Tampoco menos, porque le ha costado darse cuenta de cuál es su once y de que Ortuño y Zozulia son mejores juntos que separados y de morros. Desconozco el mensaje que le ha transmitido a la plantilla cuando ha entrado al vestuario, pero entiendo que ha debido de decirles que levanten la cabeza y que vuelvan orgullosos a Albacete por el esfuerzo y por el fútbol tan vistoso que han hecho. Ojo, que han hecho esos 11 que nos sabemos de memoria y que quieren y pueden salvarse, ganar y mirar de tú a tú a ese Español que no era de nuestra Liga y a ese Cartagena que se arrastró por el Belmonte la semana pasada. Pese a que queda muy poco para conocer el desenlace de este pírrico curso, tengo claro que esta derrota en Gerona deja al Albacete mucho más cerca del objetivo que la victoria frente al Cartagena, Zaragoza o Alcorcón. Mucho más. Es la primera vez que hemos visto a un equipo incisivo, que ha salido a ganar y ha sido consciente desde el minuto uno de que solo puede ganar si juega mejor que el rival. Y el Alba ha sido infinitamente mejor que el Gerona, cuya plantilla es un restaurante Michelin comparado con la cantina de instituto confeccionada por Pérez, Cruz y el de la barba perfilada. Por eso cuando Carlos Isaac se lesiona o cuando a AJ le pilla el bicho Albacete se acojona. Porque este equipo puede aspirar a lo que quiera si tiene a sus once profesionales, pero si salen tocados el propio Isaac, Kecojevic, Fuster y los Jiménez de turno entiendo que saldrán muy cansados, no sé quién va a jugar entre semana. Según Menéndez, que estos jugadores salgan cansado o lesionados y entren los amateurs no condiciona al equipo. Yo no entiendo a quién quiere engañar, pero si sigue haciéndose trampas al solitario acabará donde presumiblemente acabe. En cualquier caso, si Menéndez recupera a estos jugadores y les aguanta el físico en lo que resta de curso, coincidiremos todos en que es posible salvarse. No sé si lo justo era ganar o no en Gerona. Tanto es así que la derrota nos debe de doler porque es imposible caer con tanta crueldad, pero después de un partido así, poco más se le puede pedir a los once del Alba. Tomeu Nadal, que quizá no tuvo su mejor tarde, Isaac, Kecojevic, Boyomo, Caballo, Eddy, Dani, Fuster, Jiménez, Ortuño y Zozulia. Por ellos pasa cualquier conato de salvación. Puesto arriba, puesto abajo, tenemos claro que son estos los pilares de lo que queda de temporada. Menéndez, creo, lo tiene claro, aunque mienta en rueda de prensa. No va a decir la verdad, porque la verdad duele. Por eso en la Ciudad Deportiva están tan heridos con la prensa, porque dicen la verdad y nada más que la verdad. Y por cierto, para los llorones, a mi dadme muchos Stuanis que celebren los goles como lo ha celebrado. Que Ortuño pida perdón y haga lo que quiera, pero no sean cursis. Esto es fútbol, no rugby.