Julio Martínez
No eres nadie en el deporte si no te llaman para hacerte un documental. Cómo fue tu infancia, la primera llamada de un club grande, los primeros éxitos, algún que otro fracaso y qué tal tus hijos. Ahora tenemos el de Sergio Ramos y, viéndolo, me acuerdo de aquella llamada de Casillas al árbitro pidiendo respeto para Italia porque le iban ganando 4-0 en la final de una Eurocopa. Eso es lo que necesita el Alba. No a Casillas, desde luego, sino respeto. Desde fuera y desde dentro.
Hubo un momento del partido, minuto 69, en el que el árbitro hizo sonar el silbato tres veces seguidas. Puerta, Camino y Viti, pensé. ¡Aleluya, ya se ha acabado! Pero no. Ojalá y se hubiese terminado ahí el partido. Total, ningún aficionado te podrá echar en cara que ha pagado una entrada por 90 minutos de fútbol. Me acuerdo cuando en el IMD con el Alba le metíamos 20 goles en la primera parte a algún equipo más humilde y le daban la oportunidad de retirarse en el descanso. Eso es lo que mejor le vendría a este equipo. Y así podrían suprimir también la rueda de prensa del dueto perdido de Eurovisión. El Alba podría tener a su Karanka.
Lo único reseñable del partido fue un desplazamiento lateral de Cristian Rodríguez en el minuto 10 que es la definición de fútbol. Te lo firman Toni Kroos y pocos más. Y ese fue el único fútbol que se vio en La Rosaleda. Ese campo y esa ciudad, Málaga, que algunos conocerán gracias al Albacete. Fíjense, dos años después de pasar el fin de semana de Reyes en Granada, el Alba está desahuciado y el Granada jugando en Europa con el Manchester. Más allá de esto, que no deja de ser anecdótico, es momento de tirar de recuerdos para no tirarlo todo al contenedor.
Porque el Albacete es mucho más grande que la nimiedad que han venido a vender estos señores amantes de la consanguinidad profesional. Cuántos lugares no habremos conocido los aficionados gracias al equipo. Cada uno de ustedes habrá ido a ver al Alba a Elche o a Zaragoza; a Córdoba o a Pamplona. Algunos conocerán Málaga gracias al Alba. El Alba ha dejado algo en nosotros. La huella de la propiedad en este club será dejarlo en Primera, como prometieron. Pero no calcularon bien. Por lo de la RFEF y esa gilipollez que se ha inventado el tal Rubiales, quiero decir.
En este club, en el que solo son de Albacete los que sufren empujones y viven bajo el yugo de la propiedad por las migajas de su supuesta inyección millonaria, desconocen por completo la marca que representan. La ciudad a la que defienden. Son embajadores de Albacete y pisotean ese escudo y esa bandera que lleva ya muchos años ondeando con mayor o menor fortuna. 80, concretamente. Para llevar el nombre de Albacete en clave de humor ya tenemos el mundo chanante y a los mejores cómicos, con mucha diferencia, de este país. No necesitamos a un Albacete gañán y chanante. Ni a un Alba de Champions, claro. Queremos, apostamos, defendemos e incluso, en muchas ocasiones, pagamos por un Albacete que sea nada más que eso, el Albacete.
En ese camino a la nada, tenemos al jugador franquicia señalando a la prensa porque se molesta después de que este empuje al médico. Ese será su mayor hito en este club, despreciar a Vellando. Su rendimiento, ese que decimos que es tan bueno, ha servido para dejar al Albacete nada más y nada menos que en el peor momento de su historia profesional. No se entiende que haya vuelto a vestir esta camiseta, como tampoco se entiende que esté terminando estas líneas y no haya todavía un tuit de #GraciasMenéndez anunciando su despido fulminante. El rendimiento de Menéndez es tan pésimo como corto es su bagaje, pero sigue aquí. Cierto es que se debe comer él tamaña vergüenza. No sé ya ni las jornadas que quedan, pero el ridículo y la dejadez de esta plantilla está deshaciendo muchos lazos que antaño se forjaron viendo, sufriendo y, al mismo tiempo, disfrutando de un equipo que nos representaba por sus valores, por su esfuerzo y por llevar siempre, por encima de todo, el nombre de Albacete.
Esta generación será recordada como aquella que empujó a la historia del club. Porque no empujaron solo a Vellando. Como bien explicó en Radio Chinchilla mi colega Villaescusa, que algo sabe de fútbol y del Albacete, Jiménez, Menéndez y Skyline, con su silencio, empujaron también a Juanito, a Pedro Martínez Bravo, a Ginés, a Manolo Bleda, a Mariano López Ruiz, a Floro y a tantos otros que sí que han hecho méritos para salir en la foto de los 80 años de historia del club.
Que se acabe ya esta temporada, que se vayan todos estos mercaderes que han manchado la historia y el escudo del club, que estará alquilado en algún cajón polvoriento, y que nos dejen volver al Belmonte en esa Segunda B disfrazada de Primera. Esa será la mejor noticia de todas. Porque la exclusiva de este año la ha dado el propio Albacete por adelantado. Demasiado pronto, tal vez, pero es lo que hay. El Alba, amigos, encara sus últimas semanas en el mundo profesional. En cualquier caso, “respect for Albacete”.