Julio Martínez
Si no recuerdo mal, después del ridículo en Cornellá, la Ponferradina visitó Albacete en lo que el club y sus unánimes definieron como “nuestra Liga”. ¿Se acuerdan? Desde aquel 20 de septiembre hasta este 8 de mayo han pasado muchas cosas y en realidad no ha pasado nada. El Albacete es el mismo, aunque ha echado ya a tres entrenadores y a dos directores deportivos. Ha tenido que dar puerta a todos los fichajes de verano y traer a otros que viven en un verano permanente.
Después de todo, cuando ya damos por hecho, con datos, cifras y sensaciones, que el Albacete está descendido, volvió la Ponferradina. Volvió el equipo que nos dio la bienvenida a nuestra Liga. Entiendo que hoy ha sido el principio del fin. En Ponferrada ha comenzado la despedida y, desde ya, el Albacete está buscando una liga para competir.
Primero tiene que encontrar un entrenador, un director deportivo y unos jugadores que estén a la altura no solo de la competición sino del escudo al que defienden. El Albacete no es el Chelsea, pero es el Albacete. El Albacete no vive de vender camisetas, pero es el Albacete. El Alba no mueve masas, pero ahí tiene siempre a sus 5-10.000 fieles que no fallan haga frío o haga calor.
Ahí están siempre los que sufren en el Belmonte, pero también en Elche, Zaragoza, Córdoba, Granada o Alcorcón. El Albacete tiene que hacer un equipo pensando en eso. Todo lo que sea tener contentos a esos 10.000 será positivo para el club, para la propiedad y para la ciudad.
Quiero creer que Noguerol simplemente es un peaje de camino a la B. Desde luego, Noguerol es una enciclopedia entre las naderías a las que nos han acostumbrado desde el club. Ha introducido cambios en la alineación y, a su manera, le han funcionado. No obstante, hablar de fútbol tiene cada vez menos sentido. Como decía el maestro Michel Barba esta semana, “déjalo, que ya está muerto”.
De Noguerol hay que destacar la elegancia, la sinceridad y la facilidad para contar las cosas tal y como son. No hay que obviar, claro, que ni tiene la presión que podían tener Lucas, Aritz o Alejandro ni ha empezado perdiendo. Podría haber sacado pecho, pero lo que ha sacado es el orgullo de haber defendido el murciélago con la camiseta y con el polo de Hilfiger.
El broche al descenso, por desgracia, se lo va a poner él. Toda la crítica ya está hecha y el desenlace se podría decir que llegó en el prólogo. El epílogo llevará su firma, pero la pluma se la habrán prestado desde el club. Si a Menéndez le hubiesen dado puerta cuando tocaba, Noguerol no hubiese sido el protagonista en Ponferrada ni se hubiese tenido que comer este marrón. Pero con este Albacete me pasa lo mismo que a los aficionados del Madrid tras caer eliminados el miércoles en Champions. No duele tanto como otras veces. Y no duele tanto porque ya estamos vacunados. Concretamente, fue la Ponferradina la que nos vacunó allá por el 20 de septiembre. Y llegado este momento, nada nos pilla de sorpresa.
Solo queda rezar para que los que mandan y presumen de despilfarro pongan los cojones encima de la mesa y presenten un proyecto del que solo quepa esperar éxito. Si es así y, eventualmente, no funciona, podremos señalar a los jugadores o al que los pone. Pero si traen morralla, los responsables directos serán ellos, aunque salgan en rueda de prensa a anunciar que darán más ruedas de prensa.
Dicen desde el club que al Albacete le duelen ciertas decisiones del Ayuntamiento. Al Albacete, foráneos, lo que le duele es Skyline. Pero es Skyline quien tiene la tirita para curar las heridas de dos años nefastos. Si tienen voluntad de cambio encontrarán a la afición y a la ciudad para cambiar y mejorar. Depende de ellos y solo de ellos. Por respeto, espero que dejen terminar la temporada y el día siguiente al partido contra el Fuenlabrada anuncien ese proyecto. Les deseamos suerte. Su suerte será la de todos. Eso sí, espero que pronto encuentren su/nuestra Liga, porque está claro que esta no era.