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José Fernando Molina triunfa en Casas Ibáñez tras una tremenda cogida

La plaza de toros de Casas Ibáñez se puso guapa este sábado para albergar un festejo taurino con tres de los novilleros que están llamados a ser alguien en la profesión de torero. En chiqueros, seis animales de la ganadería de Alcurrucén, un hierro de garantías que, eso sí, en Albacete no termina de tener suerte. Y su racha sigue, aunque al menos pudo dejar disfrutar al público de las buenas maneras de “Villita” y del arrojo y la calidad del toreo de José Fernando Molina, la gran esperanza novilleril de Albacete, que sufrió una terrible cogida cuando recibía al quinto novillo a porta gayola.

Molina anduvo elegante y fácil con el capote, sobre todo con su primer novillo, que no permitió un excesivo lucimiento de salida. Arriesgó mucho en quite por saltilleras, aunque lo mejor fue la última gaonera. Luce muy bien Molina con el capote a la espalda y se le nota ese aroma al mejor Ureña. Como es habitual en este encaste, el segundo novillo del festejo fue poco a poco mostrando brío y fondo. Le brindó el novillo a su madre y empezó con la muleta llevando al toro por bajo, despacio y con mando. Tras el prólogo en el tercio, Molina se fue a los medios y ejecutó una tanda de naturales muy conseguidos por la bruteza del animal. Los de pecho, los bordó. No hay muchos toreros en el escalafón que se encajen tanto como Molina en ese pase.

Bajó mucho la mano con la derecha, pero el viento no le dejó confiarse todo lo que hubiera querido el torero. El utrero no se lo puso fácil y vendió muy caras cada una de sus embestidas, pero el joven novillero de Albacete demostró valor y voluntad para someter al de Alcurrucén. Acortó pronto distancias y se metió en los terrenos del astado, pero la faena no terminó de despegar en términos cualitativos. Cerró su labor con un desplante tras arrojar la muleta y la ayuda a la arena. Pinchó en el primer intento y dejó después una estocada casi entera, que habría viajado hasta los gavilanes de no ser porque se le escurrió la empuñadura en el momento de la ejecución. Necesitó de dos golpes de descabello para solventar el segundo acto de la tarde. Cortó una generosa oreja.

José Fernando Molina se fue a porta gayola con el quinto y recibió una tremenda paliza del novillo, que lo encunó por el pecho y lo zarandeó, aparentemente sin consecuencias. Se repuso rápido Molina y le recetó un manojo de meritorias verónicas. Ya con la muleta, comenzó en los medios cambiándole el viaje al toro por la espalda. Fue uno de los pases cambiados más ajustados que este que firma recuerda. Después, sin moverse, aprovechó la inercia del utrero para pasarlo con temple y profundidad por el pitón derecho.

Consiguió ligar tandas de mucha emoción, con intensidad y poso, a la vez. La alegría del novillo en la embestida sobrepasó por momentos a Molina, que quiso hacer el toreo clásico con la mano izquierda. Era quizá un novillo más para entregarse que para asentarse, pero el torero de Albacete quiso siempre ajustarse a los cánones. Cuando el animal vio aminorando ese vigor, Molina dejó los mejores muletazos del festejo. Un pinchazo, una estocada y un golpe de verduguillo fueron suficientes para cerrar su tarde con otra oreja, que le valió la puerta grande.

Abría cartel el toledano Tomás Rufo, que estuvo por encima del primero, un animal que no dio opción de triunfo. En el cuarto, empezó de rodillas con mucho mérito. El novillo fue muy bronco y no le permitió mostrar su mejor versión. Pese a ello, los aficionados de Casas Ibáñez pudieron ver detalles del que es hoy por hoy el novillero más destacado del escalafón. Hay que recordar que Rufo salió a hombros por la plaza de toros de Las Ventas en la Feria de Otoño de 2019 y que, de no haber sido por la pandemia, habría tomado la alternativa en el verano del pasado año en Francia.

Villita, que cerraba el cartel, toreó con mucho gusto y sabor al tercero, un utrero con ritmo y calidad que le dejó expresarse. Dejó naturales de bella factura y estuvo siempre en torero, con un novillo que exigió temple y buenas maneras hasta que se le acabó el picante. Con el sexto, el mejor del festejo, el torero de la escuela taurina de Madrid acreditó por qué es uno de los novilleros con más posibilidades de llegar al escalafón mayor con aires de figura. Toreó a placer y cortó las dos orejas.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Casas Ibáñez (Albacete). 8 de mayo de 2021. Novillos de Alcurrucén. Correctos de presentación, con movilidad, pero sin entrega. Destacó el 6º.
Tomás Rufo: Palmas y ovación.
José Fernando Molina: Oreja y oreja tras aviso.
Villita: Silencio y dos orejas.
Se guardó un minuto de silencio y sonó el himno nacional de España al final del paseíllo.

Por Julio Martínez