Manuel Caballero, hijo de uno de los matadores de toros más importantes que ha dado Albacete en su historia, debutó este sábado con picadores en Casas Ibáñez y dejó una sensación de torero cuajado y que no viene solo a hacerse la foto. Cuajó a un interesante lote de Alcurrucén y demostró que tiene todas las condiciones necesarias para poder competir con cualquiera.
Salió a hombros junto a Víctor Hernández, novillero que reaparecía tras un percance en el brazo que se produjo la tarde de su debut en Las Ventas hace poco más de un mes, en la que salió a hombros. Esto no hace sino dotar de mayor entidad al triunfo del joven torero albaceteño, que le brindó al madrileño su segunda faena. Uno ya está próximo a la alternativa y el de Albacete acaba de llegar, pero la tarde no le ha podido.
Caballero lo vio clarísimo en todo momento con el capote y supo corregir viajes e improvisar delante de la cara de una más que agradable novillada de Alcurrucén, tanto en juego como en presencia. No hay que correr con el arte, pero al hijo de Caballero se le ve que está muy puesto. Ya le llegará el momento y los compromisos importantes, pero su toreo lucirá mucho más según vaya creciendo el trapío de los animales. No es normal ver esa sensación de superioridad que demostró en todo momento, incluido en los micrófonos. Lo ha mamado y solo el tiempo dirá dónde está su techo, pero en casa tiene al mejor consejero posible.
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Con la muleta, un prodigio. Tiene el temple por castigo, torea vertical, sabe encajarse cuando aquello lo demanda y no tiene ningún reparo en dejarse llegar al novillo a la barriga. Atesora también empaque y eso lo acreditó un manojo de naturales a su primero a cámara lenta que son más de plaza grande que de un coso de tercera. No hay muchos debutantes que den el nivel que demostró Manuel Caballero esta tarde en Casas Ibáñez. En el horizonte, la corrida de Asprona el próximo 12 de junio en la plaza de toros de Albacete en la que lidiará dos utreros de Daniel Ruiz junto a Morante de la Puebla y Paco Ureña.
Alejandro Peñaranda, novillero de Iniesta pero hecho en Albacete, arrasó con su lote y acompañó por la puerta grande a sus compañeros. Faltó quizá algo de encaje y tendrá que tenerlo en cuenta cuando dé el paso hacia plazas de mayor categoría, pero lo tiene también en la cabeza. Corrió la mano con mucha facilidad. La base de su tarde fue el poder, el temple y la capacidad de pensar antes de ejecutar, algo complicado en toreros tan nuevos. La estocada a su primero, que le valió el doble trofeo, fue sencillamente perfecta.
Recientemente apoderado por el empresario Luis María Garrido, afronta una temporada importante en la que pisará plazas y certámenes que terminarán de fijar qué tipo de torero es y a dónde quiere llegar, pero los mimbres los tiene. Otro éxito más de Sergio Martínez y de Gonzalo González, que están devolviendo el lustre a la otrora puntera Escuela Taurina de Albacete.
Por Julio Martínez