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Rubén de la Barrera (Opinión)

Texto: Julio Martínez

Veíamos varios aficionados del Alba los últimos diez minutos antes de entrar en Las Ventas a celebrar el Día del Santo Patrón. 0-0, entonces. Andorra y Villarreal, empate. Todo en orden para que el Alba la cagase. La muchacha que tienen controlando no se sabe muy bien qué andaba ordenando a los que le pagan que NO piten. Al final, la realidad le ha dado la razón. Pitos. Alugnos pitos. Ni muchos, ni pocos, los justos. Pitos al conformismo. Pitos al planteamiento que, recuerden, en verano no era el de ascender. Lo dijo el que odia Albacete pero cobra de él en rueda de prensa antes de empezar. Las tintas caerán en la mochila de Rubén de la Barrera y de algo tendrá culpa. Entre otras cosas de tener un proyecto de no ascenso a tiro de piedra del ascenso directo. ¿Lo quieren echar? Que lo echen. Y luego, ¿qué? Noguerol. Mario Simón. Que baje Alfonso Serrano en plan Máximo Hernández. O Gálvez, que en el porcentaje partidos jugados/sueldo percibido bien podría ser el líder del banquillo.{loadmoduleid 6430}

Como somos del Alba y acostumbramos a pasarlas canutas siempre nos asombran esos equipos que van terceros y de golpe se cargan al entrenador. «¿Qué hacen?», dicen muchos. «Ya nos gustaría», otros. Si juzgamos a De la Barrera por el rendimiento fuera de casa, ya estaría zanjado el asunto. Si miramos el quehacer del mister a tenor de los objetivos que le marcaron, haya paz. No obstante, hay un playoff para aminorar el fiasco final. Porque las culpas no irán a ciertos jugadores en los que muchos ponen su puesto de trabajo para que les den un entrecomillado. Y el míster seguramente no sea el más cómodo ni agradable con los que van a la Ciudad Deportiva a diario, pero tampoco es su finalidad. Su trabajo es que el Alba esté ahí, en tierra de nadie. Eso le encargaron. No lo digo yo, lo dicen los que buscan enemigos en los juzgados y que tienen en la lista de contactos a los directores de medios de comunicación con el AA por delante para llegar rápido con el extintor a apagar lo que ellos encendieron.{loadmoduleid 6429}

El fuego en las oficinas lleva mucho tiempo quemándolo todo y el único que ha tratado de reducir las llamas ha sido Rubén de la Barrera. Tanto empeño ha puesto en su casa que fuera se le ha dado mal. Correcto. Y si todos los fracasos fuera de casa son su culpa, será porque le habrá dicho a los jugadores que se dejen perder o que salgan a no ganar. O quizá porque esté tan comprometido con el proyecto que quiera cumplirlo a rajatabla: «no es ascender». La pelota está en el tejado de la propiedad, que ya ha cumplido el primero de sus objetivos para esta temporada, que era renovar a Araujo con el Barça. Ahora debería centrarse en el Albacete, pero su única quimera es que no le piten a los jugadores. Tendría que pensar la del tacón que quizá les piten a ellos, por eso no dudan en salir a llorar en redes sociales. Esa que ordena a sus pagadores que no piten es la que se mofaba en su cuenta de Twitter de que Muntari venía a Albacete a conocer restaurantes. Su despacho es más grande que el del entrenador al que quieren despedir.{loadmoduleid 6455}

Queda poco y el playoff parece ya el último obstáculo. Se juega fuera contra locales. Al fin y al cabo son dos partidos y el Alba tiene una plantilla más que suficiente para jugar el año que viene en el fútbol profesional. Y llegado el final, siempre nos quedarán varias dudas: ¿Qué hubiese sido de este equipo con un goleador? ¿A quién hubiesen fichado si no se lesionan Sergi Maestre y Fran Álvarez? A cojón visto, macho seguro, pero si Rubén de la Barrera es el culpable, es para que los del despacho no vuelvan a pisar Albacete. El fracaso, en todo caso, será suyo. Igual que con el filial, con el femenino y con el primer equipo todos estos años. Y del personal del club, qué vamos a decir. Ramis no era tan bueno ni Rubén de la Barrera tan malo. El único error es que el Alba esté peleando por meter a más de 6.000 en su campo con buen tiempo y jugándose el ascenso. No hace tanto, en estos partidos se metían 10.000 al campo. Cuando desde el club señalan a la afición, la afición responde. A Curro Romero le decían cuando pegaba un petardo: «Mañana va a venir tu puta madre, y yo también». Al Alba no va a verlo ya ni su madre, aunque esté bien.