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Por Julio Martínez
Nueve meses y un día después regresaba Morante de la Puebla a Albacete. Por Asprona, para celebrar medio centenar de corridas organizadas por esta asociación. De no ser por su intención de matar cien corridas en un año no estaría por aquí. Mientras Jaén se desbordaba con la penúltima venida de José Tomás, en Albacete no entró ni la mitad del aforo. No hace tanto, Morante en Albacete era ‘No hay billetes’. La entrada en sí ya dice mucho de la deriva de este festejo, pero lo verdaderamente triste es la falta de sensibilidad de los de luces con Asprona. Siempre se les brindaban toros, se les tiraba la montera y los chavales se la pasaban y calaban entre ellos. Eran felices. Para eso, entre otras cosas, se organiza el festejo. Para recaudar fondos, obvio, pero también para que los chicos de Asprona pasen un día de toros y se diviertan. Eso también se ha perdido. Con todo y con eso, en la corrida destacó el novillero Manuel Caballero, que formó un lío tremendo al sexto de la tarde, y un encierro de gran calidad de Daniel Ruiz, aunque falto de fuerza.
En un burladero en el 10 se quedó Manuel Caballero padre para ver a su hijo con el sexto. Acompañado por la familia Criado y por Paco ‘El Bolas’, inconfundible con su muleta y su sombrero, que está dándose su particular ‘last dance’ para acompañar de chófer al niño del que fue su matador. Y al niño le dio por torear. A la verónica, soberbio. La media del quite, rotunda y a cámara lenta. Qué bien torea el nuevo Caballero. Lo lidió perfecto Jorge Cordones y dejó entrever en las telas la boyantía del utrero, que persiguió el capote con nervio y ese son tan de Daniel Ruiz.
Se puso a torear directamente al natural tras brindar a un amigo en contrabarrera del 5. Los pases del desdén almacenaron toda la torería que encierra ese apellido. Ya con la derecha, en los medios, se quedó muy quieto, toreó muy despacio y maravilló a los profesionales, especialmente. Con la muleta en la zurda para el toreo fundamental, un prodigio de niño. Supo esperar, cruzarse y tocar en el momento justo para llevar cosido al novillo a su antojo. Fue intercalando series por ambos pitones y se atrevió a improvisar. Le funciona muy bien la cabeza y sabe lo que quiere. Ya dice el maestro Sergio Martínez, su profe en la escuela taurina, que está muy toreado, pero anda que no hay matadores que han liquidado camadas enteras en el campo y siguen buscando apoderado. La estocada fue perfecta. Daniel Ruiz, padre e hijo, lo celebraron como un indulto más. La plaza de Albacete, como el gol de Jordi Sánchez. Cayó redondo el novillo y los dos pañuelos asomaron del tirón.
Manuel Caballero puso también de pie a Albacete en el saludo a su primero, con un ramillete de revoleras cambiándose el capote de mano que tanto recordó a su padre. No le importó el viento ni el tamaño del utrero, mejor presentado que algún toro de la corrida. Se lo dejó crudo en el caballo e intentó quitar a la verónica, pero el vigor del animal imposibilitó el lucimiento. En banderillas terminó por echarse, pero la presidenta lo mantuvo en el ruedo de forma incomprensible. Brindó el debutante al que ya es su público y que, cuando toque, le exigirá más que a ninguno. Lamentablemente, no pudo hacer nada más que evidenciar que está muy puesto y que basa todo en torear muy despacio. La faena se la hicieron a él mantiendo a semejante inválido en el ruedo. Lo intentó todo y empleó la medicina del temple para tratar de afianzar al utrero.
Le corrió la mano con estilo y brilló en el toreo al natural, pero no consiguió rematar ninguna tanda. Era imposible. Y el animal tenía una condición más que notable en la embestida, pero no tenía con qué moverla. Caballero, a lo suyo. Puros fundamentos. A lo Tim Duncan. Una figura en pequeñito, aunque ya tiene su envergadura. Para entrar a matar no le ayudó en nada el novillo y tuvo que pasar hasta cuatro veces para abrochar su obra.
La otra gran faena de la tarde corrió a cargo de Morante de la Puebla, que arregló en parte el petardo en taquilla. Fue con el cuarto, con el que pasó un calvario en el recibo. Se le metió por dentro en cada lance y varias veces miró de reojo al callejón para salir por patas. Hizo el gesto del Morante de siempre. El toro empujó con codicia en el peto durante un largo minuto y se llevó un castigo considerable. Hizo ademán de meterlo otra vez en el caballo y la plaza se cabreó, aunque finalmente no hubo segunda tentativa. Parecía que Morante iba a cortar por lo sano, pero él en sí es un misterio. El prólogo por ayudados fue de lo más templado que se recuerda en esta plaza. Le dio tiempo al toro e hilvanó varias series por el pitón derecho escandalosas. Se acopló perfectamente al ritmo que llevaba el animal en la embestida y fue alargándole el viaje en cada muletazo. El otro día cuajó la faena de su vida en Las Ventas y una semana más tarde ha dado su mejor tarde en Albacete. Al natural se explayó. Hubo dos eternos.
Lo enganchó con los vuelos al hilo de las tablas y le dio la vuelta entera sometiéndolo hasta donde solo él puede y sabe. Cerró lo suyo con derechazos a pies juntos abrochados con torerísimos remates. Una delicia. Hasta cinco veces puso a la plaza patas arriba. La espada, aunque entera, se le fue muy trasera, tendida y ligeramente desprendida. Le privó de dos orejas casi casi de cualquier plaza. Dos golpes de verduguillo necesitó.
El alguacilillo cortó una oreja para guisar y ahí que fue el tercero de Morante, Sánchez Araujo, a decirle que no, que así no. Que a Morante le gustan pequeñitas. Y la acabó dejando como quería el maestro.
En primer lugar se las vio Morante con un toro de Daniel Ruiz muy noble y enclasado, pero ayuno de casta y poder. Entre eso y el fuerte viento que se arrancó en el ecuador de la faena de muleta, Morante no pasó de aseado. Y demasiado hizo. Un molinete con la izquierda antes de cambiar la ayuda por el estoque, para quedarse a vivir en él. Lo mató con habilidad en la suerte contraria, pero el toro se tragó la muerte y el sevillano se atrancó con el descabello.
Otro parto más un día tardó en volver Paco Ureña a Albacete tras su triunfo en la pasada feria. Llegó con ganas de agradar. Intentó lucirse a la verónica pese a la flojera del toro y dejó un ajustado y rítmico quite por chicuelinas en los medios. Brindó a una mujer, en una barrera del 1, y ahí se quedó para iniciar por estatuarios. Daniel Ruiz padre, agarrado a la varilla de su burladero como para arrancarse a hacer dominadas, montó en cólera. No quería esos terrenos para el toro ni esas distancias. Aún así, porfió Ureña en su palo. Toreó muy templado a derechas y dejó entrever la calidad en la embestida de un Daniel de dulce para hacer el toreo. El murciano se espatarró y cuajó una gran obra entre las rayas de picar. El ganadero buscaba con la mirada el ‘ok’ del Recio y de Luisma Lozano, en el burladero contiguo al suyo. Y no fue para menos, ‘Tapadito’ fue un excelente animal. Siempre de menos a más, haciendo olvidar esos signos de falta de fuerza. Con el toro ya entregado y en la distancia corta, Ureña se quiso montar encima al natural, pero ya era demasiado. Lo pasó de faena y se dio cuenta después con la espada, que enterró al tercer intento. Aún así, la presidenta le concedió una muy generosa oreja.
Con el quinto volvió a dejar su impronta con el capote. Verónicas muy ceñidas, sacándose al toro y encajando la figura. Cumplió en el caballo el de Daniel, aunque perdió las manos cuando le bajaron los chismes. Recurrió Ureña a las gaoneras para cerrar una tarde sobresaliente con el percal. Muy ceñidas, pero sin amarillismo. Todo muy bien hecho, toreando y sin enganchones. El toro se deslizó en la lidia de categoría, con un ritmo y una clase arrolladora. Brindó al público mientras los chavales de Asprona le llamaban pidiéndole la montera. En la muleta, Ureña sacó su versión más torera. La de clavar las zapatillas, citar muy por delante y llevárselos hasta la cadera muy despacio y en sentido descendente.
Supo esperar al toro, pero ya en la tercera tanda se empezó a perder el interés. La embestida del toro era de vacas y el ritmo, para echarse un cortijo a los lomos, pero Ureña no terminó de apostar. Demasiado tiempo entre muletazo y muletazo pese a la demanda del toro de querer repetir. Quizá influyó la fuerza, pero tampoco se lo hizo ver al destinatario del brindis. Citó en perpendicular a las tablas con la izquierda y no tomó vuelo la faena. Sí lo hicieron las golondrinas, que tomaron el cielo sobre la plaza de toros mientras Ureña se iba perdiendo entre un mar de calidad llegado de Alcaraz. No lo arregló con la espada.
FICHA DEL FESTEJO
Domingo 12 de junio de 2022. Albacete. Corrida de Asprona. Menos de media entrada. Toros y novillos (5º y 6º) de Daniel Ruiz. Los toros, muy justos de presentación, con poca fuerza, pero de gran juego, salvo el descastado primero. Los novillos, muy bien presentados, a punto de cumplir los cuatro años. El 3º, inválido, y el 6º, excelente.
Morante de la Puebla: silencio y oreja tras aviso.
Paco Ureña: oreja y ovación.
Manuel Caballero: ovación y dos orejas