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El veterano fondista del Club de Atletismo Albacete-Diputación ya ha completado seis de las doce etapas corriendo a pie desde Albacete al Monasterio de Irache (Navarra)

 

Abelardo Martínez ha corrido 270 kilómetros en apenas seis días. Eso significa que ya ha completado la mitad de su aventura y se encuentra a medio camino entre Albacete y el Monasterio de Irache (Navarra). Sus ritmos son extraordinarios, el crono no engaña nunca y nos informa de que Abelardo está corriendo por debajo de 5:00 minutos el kilómetro. En un maratón (42.195 metros), su marca final con este ritmo rondaría las 3 horas y 30 minutos, el sueño de una gran número de atletas populares.

En las dos primeras etapas, Albacete-Fuentealbilla y Fuentealbilla-Venta del Moro, estuvo acompañado por algunos compañeros del Club de Atletismo Albacete-Diputación. Junto a él rodaron en algunos tramos de su itinerario Rafael Román, Jorge Martínez, José Perona y Clemente Ejido. A partir de la tercera etapa, Venta del Moro-Casillas de Ranera llegó Juan Ángel Esparcia para ayudarle hasta el final, aunque de vez en cuando aparecen más amigos, como en el quinto día, en las proximidades de Teruel, donde también echó una mano Juan Ignacio López.

“Las dos primeras etapas fueron muy llevaderas por la compañía, aunque el viernes, al dejar Fuentealbilla, nos encontramos con algunas cuestas muy duras, con unos desniveles tremendos y por algunos caminos donde parecía que estábamos en una carrera de trail. Lo bueno de ese día es que pudimos disfrutar de unos paisajes increíbles, ideal para pasear”, comienza a explicar Abelardo Martínez.

“El tercer día me encontré de lujo al acabar, parece mentira que después de 135 kilómetros tuviese esas sensaciones tan buenas, no tuve la más mínima molestia a nivel cardiovascular ni tuve problemas con la respiración. Quizá algo cargado de piernas, pero recibí un masaje de descarga por parte de la fisioterapeuta María Ángeles Sánchez y me quedé como nuevo”, continúa narrando el veterano atleta.

“La cuarta etapa ha sido la más dura porque gran parte de ella fue cuesta abajo, con desniveles superiores al ocho por ciento; la bajada hasta Ademuz fue terrible, tuve que bajar durante seis kilómetros desde los 1.200 metros de altura sobre el nivel del mar hasta 700, y los cuádriceps y la zona lumbar me dolieron bastante de tanto retener. Lo más positivo es que fue la etapa más rápida”, nos dice Abelardo.

También hubo momentos de cierto peligro, advierte Abelardo. “El tramo de carretera al pasar Libros, en dirección a Utiel, fue horroroso, parece mentira que eso sea una carretera nacional porque no hay ni arcén, ni líneas en el suelo, ni nada de nada. Los camiones pasaban demasiado cerca y en más de una ocasión tuve que saltar por encima del quitamiedos para evitar un atropello. Lo mejor de esa etapa fue que dormimos en la Comandancia de la Guardia Civil de Teruel gracias a Juan Ignacio López, compañero del Club de Atletismo Albacete-Diputación que corrió conmigo durante 18 kilómetros, y se portaron de maravilla”.

“El viento apareció ayer martes en dirección a Calamocha, con rachas muy fuertes que me empujaban al centro de la carretera y esto puede ser muy peligroso, incluso he tenido que pararme en un par de ocasiones, pero ya pasó. Ahora centrarme en la séptima etapa, que nos va a dejar cerca de Calatayud y desde ahí tomaremos dirección hacia La Rioja, en concreto para Arnedo, para ir buscando Estella y la meta final”, concluye Abelardo Martínez.