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Adiós a la Clínica de Oftalmología Belmonte, historia de Albacete

Este jueves 30 de noviembre de 2023, después de 45 años de trabajo y cercano a los 73, el oftalmólogo Manuel Belmonte Useros verá a su último paciente y cerrará la puerta de una clínica con más de un siglo de historia. Se marcha apenado pero quiere ver crecer a sus cinco nietos como, por trabajo, no pudo hacerlo con sus hijos.

Desde su clínica, todavía abierta estos días, recuerda que todo empezó con Nicolás Belmonte Dumont, su abuelo, el oftalmólogo que abrió la clínica albaceteña en la calle Teodoro Camino, donde sigue hoy. Tres de los hijos serían oftalmólogos. Y el que cambió de rumbo, también destacaría, puesto que hoy da nombre al Estadio Carlos Belmonte de Albacete.
 
Aquellos tres oftalmólogos acabarían: uno en Alicante, otro en Valladolid, como catedrático, y Manuel seguiría al frente de la clínica.
Aquel Manuel Belmonte, una institución en Albacete, sería padre de la primera mujer alcaldesa de Albacete, Carmina Belmonte; de la soprano Elisa; de Pilar, profesora de Bellas Artes; de José Pablo, agricultor, y de Manuel, su segundo hijo, el que daría pie a la tercera generación de oftalmólogos, el último de la saga, de momento.
 
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Ahora ‘Don Manuel’ cierra la Clínica Belmonte y un sinfín de recuerdos, muchos de ellos de su padre, que murió sin poder disfrutar la jubilación, con 64 años, y sin saber tampoco qué eran unas vacaciones. 
 
La vieja Clínica Belmonte, que llegó a tener quirófano y habitaciones para hospitalizar, hoy es un moderno edificio de pisos. En una planta, decorada con el aparataje de antaño y un sinfín de cuadros con una sola temática, la oftalmología, ha ejercido Manuel Belmonte los últimos años. El 30 dirá adiós para siempre. ¿Seguirá después la profesión familiar alguno de sus nietos? Todavía es pronto para saberlo pero seguro que ahora él tiene tiempo suficiente para contarles todas las anécdotas y bondades de su experiencia.
 
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El ciego al que le devolvió la vista
 
Más de cuatro décadas dan para muchos y buenos recuerdos, pero el Doctor Belmonte recuerda que no olvidará nunca a un paciente de un pueblo de Ciudad Real, concretamente de Pedro Muñoz, que llegó a la clínica siendo el ciego de la localidad, con glaucoma y cataratas, y acabó viendo.
 
El regreso al pueblo fue un acontecimiento. El ciego volvió saludando a cada vecino. Desde entonces, el desfile de pacientes de Pedro Muñoz hasta Albacete, en busca del milagro, fue constante.
 
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En estas décadas, el doctor Manuel Belmonte ha atendido a pacientes de muchísimos pueblos, en algunos casos incluso a cuatro generaciones de una misma familia y siempre con su acierto y la mejor atención hacia los mismos.
 
El día 30 echará el cierre a su clínica, que atesora muchísimos recuerdos y vivencias en un edificio médico que es ya parte de la historia de Albacete.
 
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