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AHORA, LE TOCA A RAJOY AUNQUE NO QUIERA

Nos ha tocado en suerte un Presidente del Gobierno en funciones, que no funcionando, al que parece que le gusta más eso de verlas venir, que aquello que ir a por todas. Han pasado quince días desde las elecciones generales y Rajoy sigue tan cómodo en la Moncloa, suspirando por la gran coalición y esperando que los demás le saquen las castañas del fuego.

En todo este tiempo, nuestro atareado presidente solo ha encontrado hueco para reunirse con los representantes de Coalición Canaria, con los del Partido Nacionalista Vaso y con Esquerra Republicana de Catalunya. El primero le juró amor eterno, mientras que los segundos le dijeron que nones a la investidura y a un pacto de gobierno, y que lo de los apoyos puntuales que lo verían según se portasen de aquí en adelante, en el caso de los vascos, mientras que los catalanes fueron mucho más tajantes al afirmar que unos y otros se encuentran en las antípodas de sus respectivos planteamientos políticos. Parece que a lo largo de esta semana, y antes de que se constituyan formalmente las Cortes, celebrará alguna que otra reunión, con algún que otro representante político de algún que otro partido con representación parlamentaria, pero sin prisa, no vaya a ser que…

Rajoy pide a los demás la sensatez que es incapaz de aplicarse a él mismo. Le guste o no le guste, que no le gusta, lo que ahora le toca es arremangarse e intentar ir sumando escaños a sus ciento treinta y siete, que a fin de cuentas es lo único que tiene que hacer en estos días y además por mandato popular. Es lo que tiene ser el partido más votado, pero no lo suficiente para hacer de su capa un sayo, que tienes que ceder, pactar, comulgar con ruedas de molino y dejarte pelos en la gatera, pero ya se sabe que en la sede de Génova 13 eso de conjugar el verbo pactar no se les da muy bien, prefieren el de imponer y si es invocando el mantra de la herencia recibida y en la misma frase le pueden echar la culpa de los males del mundo a Zapatero, pues mejor que mejor.

Si Aznar fue capaz de llevarse a su terreno a todo el Centro-Derecha en 1986, ya fuese hablando catalán en la intimidad con el entonces todopoderoso Jordi Pujol, ya fuera prometiendo todo lo que fuera necesario prometer a Iñaki Anasagasti, desarrollo completo del Estatuto de Gernika incluido, a qué está esperando Rajoy para hacer lo mismo con el Ciudadano Rivera y con los partidos vascos y catalanes, excluida Esquerra, que tampoco hay que sacar nota.

Si al final vamos a unas terceras elecciones para finales de noviembre, el único culpable será Rajoy y su incompetencia para sumar adeptos a su causa, salvo que el gurú Arriola le haya recetado para esta ocasión la misma táctica que para la anterior. A saber; hacerse el mártir, pedir responsabilidades a los demás, hacer llamamientos a la gran coalición y a la sensatez, mientras que ellos, el PP y Rajoy, no ceden un ápice y no se mueven de sus planteamientos iniciales.

Habida cuenta de que la táctica de echar balones fuera, decirles a los demás lo que tienen que hacer y votar NO a Pedro Sánchez en marzo les reportó en Junio 14 escaños más que en diciembre, ¿Quién nos dice a la sufrida ciudadanía que no está provocando el PP con su actitud una nueva cita electoral para alcanzar la mayoría absoluta en noviembre? Visto lo visto, no sería descartable, que hay cabezas pensantes que piensan mucho.

En el Partido Popular saben que es muy difícil, por no decir casi imposible, pactar con ellos, porque pactar con el PP supone dar carta de naturaleza a la corrupción, pactar con el PP es avalar los recortes indiscriminados, los incumplimientos electorales, es estar a favor del austericidio, es bendecir la reforma laboral, la LOMCE y la Ley Mordaza, pactar con el PP es glorificar la amnistía fiscal, pactar con el Partido Popular es aliarse con Bárcenas, Barberá, Granados, Camps, Cotino y hasta con El Bigotes. Por eso, intentan que el foco mediático recaiga sobre los demás, fundamentalmente sobre el PSOE y, por eso, desde la dejadez, apelan a la sensatez de los otros, porque saben que es muy difícil que alguien los ajunte, que decíamos de pequeños.

Rajoy debe enfrentarse al escrutinio parlamentario y aceptar el encargo que le haga el Rey en su momento para intentar formar gobierno. En sede parlamentaria escuchará por qué no o por qué sí ha de ser el próximo presidente del Gobierno y mientras no pase por ahí, todo son fuegos de artificio y juegos florales, pero si decide pasar el mal trago, más vale que lo haga con la máxima anestesia posible traducida en número de escaños, porque si va con lo puesto el ridículo puede ser espantoso.

Y aquí viene la pregunta del millón, ¿Si Ciudadanos, Vascos, Catalanes y Podemos dicen no a Rajoy, por qué se tiene que abstener el PSOE?, ¿porque así lo quieren los poderes económicos?, ¿algunos medios de comunicación interesados?, ¿Arriola, Rajoy y Cospedal?, pues mucho me temo que va a ser que NO, porque, al igual que yo y otros mucho más, no dimos nuestro voto para que Rajoy siga en la Moncloa, aunque esta vez lo sea como interino y con fecha de caducidad más o menos inmediata, porque esa es otra, veremos quien va a ser el guapo que gobierne con la mayoría del Parlamento en contra.