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Albacete pone cara la temporada en Las Ventas con una grandiosa novillada de Los Chospes

La temporada taurina regresó a Las Ventas con una novillada para soñar el toreo del hierro albaceteño de Los Chospes
 
El primero no terminó de humillar de salida, pero se movió con alegría. Le vino bien el encuentro con el caballo y en la muleta desarrolló codicia. No terminó de rebosarse en la muleta, pero fue novillo de triunfo. Carlos Aranda, que entraba por sustitución del lesionado Borja Collado, puso voluntad, pero le faltó corazón. No entendió las distancias ni expuso lo necesario. La sensación que quedó en los tendidos fue de que el novillo se llevó muchos muletazos guardados. 
 
El segundo utrero tuvo la suerte de encontrarse con el novillero madrileño Víctor Hernández, criado taurinamente en Guadalajara. Se desplazaba y quería, pero su fortaleza era limitada. Tragó el torero y le espero siempre con la muleta montada. Tiró de él e hizo bueno a un novillo simplón. No fue bueno, pero tampoco fue malo. Un animal de los que completan un encierro notable. La faena tomó tintes de triunfo, pero el mal uso de los aceros del torero de Santos de la Humosa lo impidió.
 
El tercer novillo, bautizado en las faldas de la sierra de Alcaraz como ‘Rabanito’ y herrado con el número 59, era el caramelito por la mañana y por la tarde. Una pintura. Delicioso por hechuras y con cara de toro de cualquier plaza. Miguel Uceda Vargas, sevillano de Gerena, debutaba en Madrid con solo dos novilladas a sus espaldas y ese fue el crimen mayor para el utrero de Fernando Moreno. Un novillo que se desplazó y que embistió como sueña cualquier ganadero. No lo vio el novillero, que en esto del toreo está ciego dada su bisoñez.
 
El cuarto no sirvió. Salió barbeando las tablas y nunca se entregó. En la muleta se movió con tan poca gracia que los móviles no hacían fotos sino que veían la Fórmula Uno.
 
El quinto fue un gran un novillo y Víctor Hernández le cortó dos generosas orejas. Por el derecho fue un espectáculo y por el izquierdo exigió credenciales que rara vez se encuentran en un novel. Se fue entre ovaciones del exigente público de Las Ventas. Palmas de la afición, de las que sirven. 
 
El sexto fue otro utrero de triunfo, pero le tocó al más verde, Uceda Vargas. Aún así, se enfibro y consiguió derechazos de alta nota. El sevillano lleva con esta tres novilladas y le falta mucho para adquirir el oficio, pero tiene el valor, las ganas y el querer. Madrid le cedió una vuelta al ruedo tras dar muerte al novillo que cerró una novillada como para que saludase Tomás, el mayoral de una ganadería que ha demostrado en Madrid que está para lo que haga falta.