Hacer bueno en casa el punto fuera. Año nuevo y vida nueva, mis cojones. Hay cosas que nunca cambian. “Empatar fuera y ganar en casa es bien: no he visto el partido”, me escribe Manuel. Lo difícil para un entrenador es explicar esto sin recurrir a ello. Y es que pese a que poco queda del fútbol que a cada uno nos enganchó en un tiempo concreto, en lo mollar sigue siendo la misma historia.
Si el Alba empata en casa del Llagostera en tierra de nadie, drama. Un puntito en Tarragona yendo líder, fetén. Cambia mucho la perspectiva de los críticos en función del momento y del lugar donde no se gana. Mientras, el Alba, a lo suyo. Un disfrute, cuando corre, y un coñazo, cuando juega a lo que no sabe: tener la posesión. Pero ahí sigue, líder y convenciendo de que puede y debe ascender sin promocionar. {loadmoduleid 6455}
Cuando el líder es el club con mejor estructura profesional, filiales aparte, y encima mejora lo presente en invierno, el destino le reserva algo importante. Aunque es más conveniente atender al destino volviendo hacia atrás. No es algo que se deba saber de antemano, o eso dice Murakami. Rara vez hay casualidades en este deporte, pero estas no son sino las cicatrices de ese mismo destino. Errores que por el camino te pueden sacar una sonrisa o borrártela para siempre. O por lo menos hasta el ejercicio siguiente. La sonrisa de este Albacete se hace más grande cada jornada y solo una triste casualidad podrá borrarla. Eso nunca pasará un domingo, keep calm.
En este fútbol moderno tan cargado de partidos, tertulias, rumores, quejas y nóminas ‘tuiteras’, el aficionado canónico no tiene ya tiempo ni para ser infeliz. Aun así, los rescoldos del Albacete que no hace tanto monopolizaron el entretenimiento de la ciudad se avivan un domingo a las 12. Aunque sea en Tarragona. Antes lo seguíamos por Canal +, con la sintonía de Desafío Total y el breve tour por lo más selecto de la urbe. Eran otros tiempos. ¿Mejores? Migajas que devora el olvido. {loadmoduleid 6430}
Este Albacete está condenado como una cerilla con picor de cabeza. Alfonso Serrano está poniendo todo y más para armar un proyecto que, pese a lo que vaticinaron en verano, tiene que estar el año que viene volviendo a salir por la tele de verdad y no comentado por voces engoladas que parecen alimentarse de marisco caducado. El trabajo en invierno está siendo sensacional y lo hecho por Serrano nada más llegar ya está amortizado. Con Muntari llegaron risas en puestos de playoff a Primera. Con Kike Márquez ha vuelto la friolera ilusión de enero en ascenso directo a Segunda. Son trayectorias paralelas que sí o sí han de tener distinto resultado. ¿El destino? El ascenso.