Era el día de San Juan de este año, cuando Javier Cuenca, tan hierático él, sorprendió a propios y extraños anunciando que abandonaba la Alcaldía y, en consecuencia, la primera línea de la política activa, aduciendo para ello motivos personales y de salud, nada graves, al parecer, pero que le impedían dedicarse al cien por cien a las tareas inherentes al cargo de alcalde (aunque te lo haya puesto a huevo, querido lector, no vale hacer chistes fáciles, que con la salud no se juega.)
Pero como diría Felipe V, a rey muerto, rey puesto, aunque en este caso sea preciso decir, a alcalde dimitido, alcalde elegido. De tal forma que, por obra y gracia de los diez votos ‘populares’ y de los tres de Ciudadanos, faltaría más, no vaya a ser qué… Manuel Serrano pasó a convertirse en el nuevo primer edil de la ciudad de Albacete, ocupando el puesto número cuatro de los alcaldes y alcaldesa del Partido Popular que han dispuesto de vara de mando en la ciudad desde 1979.
Siempre he mantenido que cada persona le otorga su impronta personal al cargo que ocupa y Manuel Serrano no ha sido, ni va a ser, la excepción. Portará el bastón de mando con su propio estilo, a su aire y a su manera, pero ¡Ay, amigo!, los genes, son los genes y el ADN del Partido Popular está grabado a fuego en sus dirigentes y cargos públicos. Habremos cambiado de Albacete, pero no hemos cambiado de hábitos, ni por lo visto, de proceder.
Tal y como vienen denunciando los concejales y concejalas del Grupo Municipal Socialista, los Centros Socioculturales necesitan una mano de chapa y pintura de forma urgente, si con Javier Cuenca había recalos, con Manuel Serrano algún techo amenaza con desplomarse al menor soplido, y si con Javier Cuenca las instalaciones deportivas hacían agua, y no me estoy refiriendo a las piscinas, Manuel Serrano hace mutis por el foro y mira para otro lado, al más puro estilo Rajoy, no sea que alguien le pregunte en qué estado se encuentran las instalaciones deportivas de las pedanías y se vea obligado a dar una larga cambiada por respuesta, que a fin de cuentas es con lo que disfruta, con los toros, bueno y con los nazarenos, al decir de alguna concejala.
Pero volvamos al tema que me voy por las ramas, si con Javier Cuenca el PGOU estaba estancado, no se urbanizaba un metro cuadrado de suelo y se desoían todas las propuestas que le llegaban desde la oposición, con Manuel Serrano, al paso que lleva, la empresa pública municipal Urvial no dispondrá de un mísero solar donde promover viviendas con algún grado de protección. Claro, que esto tampoco supondrá ningún contratiempo en la calle del Muelle, ningún alcalde o alcaldesa popular ha demostrado el más mínimo interés por la construcción de viviendas protegidas, y ahí están las hemerotecas para confirmar lo que acabas de leer.
Si con Javier Cuenca la superpoblación de palomas era un problema a resolver, con Manuel Serrano Albacete lleva camino de convertirse en el paraíso de estas aves, o de los roedores del aire, como las bautizó en su día el responsable de parques y jardines del Ayuntamiento de Nueva York (Azorín de nuevo dando en la diana), sin olvidarnos de los roedores del suelo que campan a sus anchas por diversas zonas de la ciudad, según comentario generalizado de multitud de vecinos y vecinas.
Si con Javier Cuenca los fondos destinados a políticas de juventud pasaban el año olvidados, sin que ningún responsable político se acordase de su existencia, todo apunta a que Manuel Serrano no se dará por satisfecho hasta que no erradique la participación de la juventud en los asuntos municipales, por no hablar de la políticas de igualdad, ambos no han dudado en mantener al frente de la Concejalía que se ocupa de estos asuntos, a la concejala que más deméritos ha hecho en el poco tiempo que lleva ¿ocupándose? de un área tan sensible. Eso de ser arte y parte parece que cotiza al alza entre ‘populares’ y ‘ciudadanos’.
Si a Javier Cuenca le costaba dios y ayuda importunar a sus jefes madrileños o toledanos, Manuel Serrano no le anda a la zaga. Inversiones millonarias pasan por la ciudad camino del Levante o ni tan siquiera pasan, porque se marchan a otras partes del territorio patrio ante la pasividad de nuestros dos alcaldes. El centro logístico de Amazon es sólo un ejemplo.
Serrano tiene el mismo vicio que Cuenca y las mociones aprobadas por el Pleno, pero sin los votos ‘populares’, duermen el sueño de los justos en algún anaquel del cementerio de las mociones olvidadas, donde el Fermín Romero de Torres local las desempolva de vez en cuando, a la espera de un cambio de parecer que se antoja tan imposible, como que alguna vez nos enteremos, por boca del alcalde, del impacto que ha tenido la aplicación de la progresividad fiscal en el IMD.
A pesar de las reiteradas denuncias, mucho me temo que Manuel Serrano no repondrá los derechos de los trabajadores y trabajadoras de las diferentes contratas municipales que Javier Cuenca vendió al mejor postor, como mucho me temo que Emisalba seguirá perdiendo viajeros otro año más y que el Consejo Municipal de la Mujer se reunirá la semana que no traiga jueves, para estudiar los proyectos enmarcados dentro del Pacto de Estado contra la violencia de género. Y es que los genes son los genes.
Si solo nos fijamos en los resultados parece que al Alba le ha sentado bien el cambio de entrenador, pero a la ciudad, a tenor de los resultados, el cambio de entrenador no le ha servido para nada, por lo que habrá que esperar a las próximas Elecciones Municipales para cambiar de equipo, digo yo.