Es particularmente especial el abonado del Alba. Si te adentras en la crítica más vehemente después de una no victoria, a Rubén de la Barrera le comparan con Alejandro Menéndez. En este caso, para mal. No empezó genial, pero trabajó: puso al equipo líder muy pronto para lo que tenía. Un equipo totalmente nuevo, con buen presupuesto y entidad para la categoría. Correcto. Las lesiones le quitaron a sus dos “hijos”. Alfonso Serrano le adoptó otros tres. Llegaron ayer y una baja, la de Kike Márquez, siembra miedo en la parroquia. El trabajo, 49 puntos, líderes y con doce jornadas por delante, es sobresaliente. No matrícula, todavía. Aun así, muchos piden su cabeza y lo ponen por debajo de algunos que no hace tanto pisotearon al Albacete.
Ahora, el míster tiene una encrucijada. Doce fechas, doce. Seis, en casa y seis, fuera. Baleares y Andorra, a primera vista, pero ojo a Sabadell y al Nástic. El calendario no es el más fácil y el objetivo, entiendo, es ganar el grupo II. Queda poco y al míster le quedan pocos. Tiene su once en la mente y los cambios son los que son. El orden lo dicta el partido, salvo catástrofe en forma de lesión. Diegui es el último ejemplo. De la Barrera sabe mejor que nadie que las lesiones están ahí. También el covid, las tarjetas y la fatiga. Con todo eso tiene que jugar también, pero con el extra de la presión del abonado. Este exige que el Alba sea líder y solo líder. Incluso demanda que juegue bien. Y es lógico: para eso paga.{loadmoduleid 6430}
A partir de aquí, insisto, el míster solo tiene confianza ciega en los 12-13 futbolistas que nos vienen a la mente y que recordaremos de esta plantilla cuando pasen quince años. No hay rotación entre jornadas. Ni siquiera en la misma jornada. Tanto es así que el Alba sufre si mete cambios y, lógicamente, acusa el cansancio si no lo hace. El abanico cada vez se reduce más porque ya hay quien va pensando en lo largo que es el verano si no tienes contrato y la dificultad para encontrarlo si no tienes minutos. Y si llega el ascenso, esperemos, directo, Rubén de la Barrera seguirá al frente. Se quedará con algunos, los que quieran y puedan, y tendrá que hacer limpia. Es decir, el entrenador tiene que pensar en el Baleares, pero llega la hora de intentar ver qué hay más allá del horizonte.
Otra cosa manifiesta es que el Alba es muy endeble fuera de casa, pero ha cambiado la impotencia de cara al gol por la genialidad. El otro día, Fuster. Este martes, Sergi García. La diferencia, ergo, el liderato, la está marcando la calidad individual. Lo de Emmanuel se ha esfumado y no se entiende la fumada a Julio Alonso. Bernabé encadena dos partidos en los que todo le sale mal. No es el míster y nadie le cuestionará.{loadmoduleid 6455}
Está claro que, en estos últimos años, mucho dista entre la opinión pública y la opinión publicada. Mr. Wonderfull y sus becarios, cuyo botón de ‘like’ se lo arrendaron a Alberto Casero, prefieren el halago del bot o la presión a directores y periodistas que evitar que llegue la sangre al río: hablar y poner paz. ¿El veto? Entendible. ¿El liderato? Nuestra única preocupación. La verdad, primero, y el Alba, después, están por delante del aplauso fácil. Y aquí el aplauso solo lo queremos para el Alba. La verdad siempre acaba saliendo a la luz. El toro pone a cada uno en su sitio. El domingo hay que llenar el Belmonte de aplausos. Y en junio, la fuente del Parque.