Un 20% de la población de la provincia -como en el resto de Castilla-La Mancha- vive bajo la llamada pobreza energética, es decir, no puede tener su casa a la temperatura adecuada ni en invierno ni en verano y no puede consumir la luz o el gas que debiera para tener una calidad de vida óptima porque no puede hacer frente al recibo de estos servicios considerados básicos pero que han incrementado su precio a un ritmo tan vertiginoso en estos años de crisis que se han convertido en un privilegio para muchos hogares.
Con la denominación de «pobreza energética» se define la situación de aquellas personas o familias que, aun destinando el 10% de sus ingresos totales a pagar su consumo energético en un año, no pueden calentar suficientemente su vivienda.
Dos de cada diez hogares de la región reconocen tener problemas para poder mantener su casa a una temperatura adecuada y así se recoge en el informe sobre los Hogares españoles que publica el Instituto Nacional de Estadística.
Al mismo tiempo, desde entidades como Cáritas o Cruz Roja viene advirtiendo que aumentan por cientos los vecinos de la capital que acuden a pedir ayuda para hacer frente a este tipo de recibos básicos.