El sargento Rafael Gallart Martínez, natural de Hellín (Albacete), de 33 años, era “un líder, el mejor preparado”, en declaraciones a El País del sargento G., destinado como él en el tercio de La Legión de Ronda (Málaga). Por eso, no se contenta con la versión oficial de que el joven hellinero murió porque “no realizó el procedimiento de entrada al agua correctamente”.
El pasado 10 de junio, Gallart participó en un salto en paracaídas frente a Cartagena (Murcia), que le costó la vida.
Ahora, los padres del sargento, representados por el abogado Mariano López Ruiz, y su viuda, embarazada de seis meses, defendida por Antonio Suárez-Valdés, experto en la jurisdicción militar, se han personado en la investigación abierta.
El sargento primero N. estaba en una de las ocho embarcaciones del dispositivo de seguridad. Su misión era recoger al paracaidista que cayera más alejado de la zona y, cuando se acercó a Gallart, vio cómo este luchaba por no hundirse. “Gritaba y parecía que estaba en pánico y el agua le pasaba por encima de la cabeza”, declaró el cabo P. Este último se arrojó al agua y empezó a cortarle con una navaja los cordones que lo ataban. El sargento se le escapó de las manos y quedó a la deriva, pero otro militar lo agarró del pecho y lo subió a la embarcación, ya inconsciente. Murió poco después como detalla El País.
Sin embargo, el sargento M., que saltó antes de Gallart, confesó a los investigadores que fue “la peor experiencia” que había tenido nunca y que “temió por su vida”.
El sargento G. detalló que “todo era un desastre, un caos, cuando saltó Gallart aún había paracaidistas en el agua, buques por la zona, mala mar, viento. Todo estaba condenado a salir mal”, lamenta y cree que: “No tiene que morir nadie para cambiar las cosas. Se podía haber solucionado suspendiendo el ejercicio”.
Los 12 militares que saltaron en la primera rotación comentaron que el ejercicio había que suspenderlo “y que no saltara nadie más porque era muy peligroso”, pero no les hicieron caso y “el ejercicio siguió”.