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El curioso caso de Miguel Tendero

Julio Martínez

Este 2020 es difícil que nos deje cosas positivas. El que haya tenido hijos, se haya casado o haya salido del coronavirus entero, que pese a los muertos, han sido muchos. Gracias a Dios (nuestros médicos). En materia taurina, y especialmente en Albacete, la noticia más positiva es Miguel Tendero. Un torero que ha pasado por cosas que no sé si por edad y reputación le tocaban, pero que ha sobrevivido a la gloria y al dolor de riñones cogiendo ajos. Tendero es mi héroe en este 2020.

Vivió su apogeo con aquel Rayito en Barcelona, pero antes vio sus carnes ensangrentadas sin mucho sentido. Un 14 de septiembre de 2009 en Albacete perdió los 3-4 contratos que le habrían aupado al sitio que se había ganado. Después le costó volver a encontrar ese sitio, pese a que toreó más de lo que torean actualmente los líderes del escalafón. Pasó las de Caín con la espada, que sigue siendo su principal debe para con la profesión.

Miguel Tendero ha pasado por todos los escalones de la vida pública de Albacete. Protagonizó algunos de los momentos más sonados del papel cuché de la provincia, con una boda entre bambalinas con lo más selecto de la política local. Hasta llegó un retoño, que fue, es y seguirá siendo su principal preocupación. Más incluso que el toro, al que domina y somete más y mejor que nunca.

La principal virtud del Miguel Tendero 2.0 es que tiene su vida en la mano. Pocos toreros en la actualidad pueden decir eso. Se nota cuando se pone delante de un micrófono. No tira de tópicos ni acuña el verbo ‘arrear’ que siempre acompaña a los toreros que solo lo son porque lo dice su acreditación. Tendero es consciente de lo que tiene y de lo que hay. Solo se casa con su felicidad y su estabilidad. Un toro de La Quinta, también en Albacete, mató al Tendero 1.0. Por aquel agujero en su muslo salió algo más que sangre. Los que lo esperamos en la puerta de la enfermería hasta que Masegosa terminó su función vimos salir a un torero que parecía ya irrecuperable.

Los años precedentes tampoco fueron buenos ni para el Miguel torero ni para el Miguel ciudadano. Quizá el que hoy manda en Ciudadanos en Albacete fue el que mayor partido sacó de aquella etapa de Miguel «El Travieso». Un par de ceros por un par de hostias por algo así como «este torero está un poco oxidaete». Que le pregunten al alcalde. A mi me jodieron una resaca de Feria por tener que ir a testificar a los juzgados. Y al torero también le hicieron pupa, pero Tendero es un ave fénix que ha tardado en resurgir de sus cenizas, que parecían ya las de un volcán muerto.

Miguel es un tipo genial y lo demuestra cada día. En sus directos de Instagram, en los que no se ve a un torero, se ve a una persona feliz. No se esconde si tiene que coger ajos o si se tiene que fumar un plajo. Sabe quiénes son sus amigos y sabe que dentro de él hay un torero, pero lo que verdaderamente sabe es que dentro de él hay una persona nueva, alejada de todas las gilipolleces que lo alejaron de su sueño.

Miguel torea como quiere. Puede con todos los toros. Los que saben de esto y lo ven en el campo siempre dejan un WhatsApp o un comentario en privado: «Ojo cómo está Tendero», dicen. Y lo dicen porque es así. En Tobarra lo ha vuelto a demostrar, pero no es cosa de un día. Seguramente también le beneficie la gente que lleva detrás en esta nueva etapa taurina. Por ponerlos a cada uno en su lugar, primero hay que hablar del maestro Alfonso Romero, que le ha devuelto a los carteles y no por interés. El murciano cree y confía en Tendero, igual que hizo con Sergio Serrano, al que le cambió la vida desde detrás del burladero. Después podemos hablar de su entorno, su mozo de espadas, sus compañeros de viaje y su Alberto López, el «Niño del Barrio», que es un torero desconocido, pero que anda como pocos y que se desvive por su gente.

Miguel Tendero ha encontrado a su nuevo Miguel Tendero, más aniñado y más ambicioso. Un Tendero mucho más torero y mucho más cercano. Más incluso de lo que ya era. Albacete siempre ha sido tierra de toreros, pero algunos lo han sido más que otros. Este Tendero es la versión mejorada de aquel que fue portada del ABC por su hazaña en Barcelona. Supongo que no muchos manchegos, salvo Bono, han copado primeras páginas en diarios de tamaña entidad. Por lo que ha hecho en Villamalea o Tobarra no saldrá ni en La Tribuna, pero es que el nuevo Tendero ya no quiere eso.

El nuevo Tendero quiere disfrutar, triunfar -o no- y celebrar después de ducharse. El nuevo Tendero tiene esa chispa que se echa de menos entre tanta mediocridad. El nuevo Tendero ha encontrado la felicidad en algo tan simple como la vida cotidiana. El nuevo Tendero es el torero que siempre esperamos, desde que El Rosco dijo en Madrid aquello de «aquí huele a torero» en una novillada de San Isidro. Han pasado años, juergas, toros, cornadas, resacas, mujeres y muchos sinsabores, pero lo que no ha pasado todavía es el tren. O sí. En la Tauromaquia actual es difícil hablar de un tren, pero si aún queda una cunda camino del éxito, Tendero tiene todas las papeletas de subirse. Alfonso Romero lo va a llevar a Madrid. Miguel Tendero va a triunfar en Madrid. El barco es grande y cabe mucha gente. Si tienen ustedes ganas de ver a un torero en sazón, súbanse al barco de Miguel Tendero. No se arrepentirán