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La Feria se convierte en escuela de pastores con los talleres de queso y pleita en el stand de la Diputación

En la Feria de Albacete no todo son luces, música y fiesta. A veces, basta con una cuba de leche caliente, un poco de cuajo y un manojo de esparto para descubrir que la tradición sigue viva. Este sábado, el stand de la Diputación se convirtió en un taller de saberes ancestrales (titulado ‘Las faenas del pastor: de la pleita al queso’) donde el público, con las manos en la cuajada o entre los ramales de la pleita, aprendió que el oficio de pastor es también una lección de paciencia, ingenio y cultura.

El primero de los talleres ha estado dirigido por Los Pizorros, el tándem formado por Raquel Sánchez y Jesús Triguero, que desde hace más de siete años recorren la geografía enseñando a hacer queso.

Raquel lo resume de manera sencilla: “Nosotros mostramos el proceso, pero son los propios grupos los que hacen el queso. Les sorprende mucho que en apenas media hora tengan uno en sus manos”.

Y es que, si bien la elaboración tradicional puede durar horas, en este taller se ha condensado el proceso para mostrar cómo, a partir de la leche previamente calentada y con el uso del cuajo, se obtiene la cuajada en apenas unos minutos. Cortar, desuerar, salar, prensar… y listo: en tiempo récord, los y las asistentes ven cómo de un líquido surge un sólido que ha acompañado la dieta humana desde la prehistoria.

La reacción del público no se ha hace esperar: “Muchos mayores recuerdan cómo lo hacían en casa y se asombran de la rapidez; los más jóvenes disfrutan sobre todo de tocar la cuajada y de entender el proceso con sus propias manos”, señala Raquel. La experiencia, además de divertida, despierta vocaciones: algunos participantes vuelven una y otra vez, perfeccionando la técnica o experimentando en casa gracias a los kits que hoy proliferan en internet.

     De la pleita al queso manchego: el arte del esparto

Junto al queso, ha llegado el turno deJosé Fajardo, profesor de la Universidad Popular y escritor, que ha introducido al público en el fascinante mundo de la pleita, esa trenza que durante siglos ha dado forma a utensilios cotidianos y agrícolas.

“La pleita es un tipo de trenzado que puede hacerse con esparto, con palmito o con enea. Según el número de ramales que se cruzan, hablamos de pleitas de 13, de 15, de 17… Siempre números impares”, ha explicado.

Pero si hay una pleita más especialmente ligada a la identidad de Albacete, esa es la pleita quesera, molde tradicional que dejaba grabado en los laterales del queso manchego su característico dibujo. Hoy lo reproducen moldes de plástico, pero la marca sigue siendo un sello de autenticidad que recuerda el origen artesanal de este producto universal.

     El esparto: seña de identidad de Albacete

Fajardo ha recordado que el esparto es mucho más que una planta: es parte del paisaje y de la historia económica de la provincia. “Albacete es la primera provincia española en superficie de espartizal. En comarcas como Hellín, el esparto fue motor económico durante décadas”, ha subrayado.

Aunque hoy ya no tenga el peso industrial de antaño, el esparto sobrevive como actividad lúdica y terapéutica. Aprender a trenzar pleita, además de conservar el conocimiento tradicional, se convierte en un ejercicio beneficioso para la mente y la psicomotricidad. “Trabajar con las manos nos conecta con nosotros mismos y con los demás. La cestería del esparto es también una actividad social: se hace en corro, en grupo, favoreciendo el intercambio de experiencias y opiniones”, ha apuntado el profesor.

     Dignificar al pastor, apoyar lo nuestro

En torno al taller, una reflexión sobre la necesidad de valorar a quienes han sostenido y sostienen la vida rural: “Siempre se ha visto al pastor como alguien ignorante, cuando en realidad es depositario de una sabiduría inmensa. Son ellos quienes mantienen el paisaje, la biodiversidad y la vida en los pueblos. Dignificar su figura es también apoyar a los pequeños productores locales, comprando sus quesos y sus productos”, ha defendido Fajardo.

Un queso artesanal, ha recordado, nunca puede costar lo mismo que uno industrial: ni se elabora igual ni tiene el mismo valor. Apostar por lo nuestro es la mejor manera de garantizar que estos saberes sigan vivos.

Con talleres como éste, la Feria de Albacete también demuestra que es mucho más que música y fiesta: es también un gran escaparate cultural y un espacio de aprendizaje. Durante unas horas, el stand de la Diputación se ha transformado también en una auténtica escuela de pastores, donde grandes y pequeños han podido descubrir, con sencillez y cercanía que detrás de cada queso y de cada trenza de esparto, se esconde una historia milenaria que sigue teniendo mucho que enseñarnos.