El pasado viernes, el Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Albacete se hacía eco de uno de los anuncios que había realizado el presidente de la Región, Emiliano García-Page, durante el transcurso del Debate sobre el Estado de la Región, concretamente el de la instalación en la localidad guadalajareña de Marchamalo de un centro logístico internacional de la firma XPO, que trabaja en España como proveedor del Grupo Inditex. Un anuncio que lleva aparejado una importante inversión y la esperanza de trabajo para 3.200 personas. Gran noticia que vino a complementar la ya anunciada meses atrás sobre la instalación en Illescas, en Toledo, de otro centro logístico, en este caso de Amazon, que prevé la creación de otro millar de puestos de trabajo.
Esa es la parte buena de la noticia, la menos buena es que aquí, en Albacete, seguimos a verlas venir, especialmente aquellas personas que buscan empleo desesperadamente. Por lo visto, de poco sirven las privilegiadas infraestructuras de las que disponemos, a saber: una excelente conexión por autovía y AVE, un Aeropuerto, tres parques empresariales, bueno, cuatro, si contamos también el que posee el aspirante a ser el Rupert Murdoch local, sin olvidar el proyecto de la plataforma logística intermodal, que dormirá el sueño de los justos en algún cajón olvidado y polvoriento, mientras la vara de mando municipal la porte alguien del Partido Popular, las cosas como son.
Pero lo peor no es la pasividad del Equipo de Gobierno ‘popular’ y su alarmante falta de iniciativa política, sino la desgana y la apatía con la que levantan la persiana municipal por las mañanas, como si la cosa no fuera con ellos y ellas. Solo así, desde esa perspectiva tan desalentadora, se puede entender que a la concejala ¿responsable? de la promoción económica de la ciudad, la señora González de la Aleja, no se le ocurriera otra cosa que preguntar si alguien tenía el teléfono de Amazon España, en respuesta a la demanda del portavoz socialista, para que el Ayuntamiento ofertara las posibilidades que ofrece la ciudad a las grandes empresas logísticas que operan en España, en el marco de una reunión a la que asistían técnicos municipales, empresarios, sindicatos y miembros del resto de grupos políticos. ¡Ay, Dios mío, en qué manos estamos!, debió pensar más de uno de los asistentes.
Hay quien piensa que la realidad suele superar a la ficción, pero en este caso y, habida cuenta de lo esperpéntico del caso, no estaría de más fabular un poco y echarle una pizca de imaginación y gracia a la situación, y como diría el Gran Wyoming, ahora que ya conocemos la noticia, no estaría mal conocer la verdad.
No resulta nada complicado imaginar a la concejala andando de aquí para allá por las instalaciones municipales de la calle del Carmen, preguntándose, con tremendo desasosiego, por qué ninguno de los asistentes se había ofrecido voluntario para ayudarla a encontrar el dichoso teléfono de Amazon, tan difícil no podría ser, seguro que hasta figuraba en las socorridas páginas amarillas. Decidida, marchó rauda y veloz hasta su despacho, dispuesta a dar con el número de teléfono que, sin duda, le abriría de par en par puertas de la fama y, de rebote, las de la calle del Muelle, número cinco.
No le fue difícil, bastó con teclear en su ordenador el objeto de su anhelado deseo y el buscador de los cuatro colores hizo todo lo demás, ya que al instante, en la pantalla, aparecieron parpadeantes nueve dígitos, escribió el dichoso numerito en un post-it amarillo y se marchó a la velocidad del rayo para la Alcaldía.
Una vez a solas con el alcalde, tras ponerle al corriente de lo acontecido en la reunión que acababa de mantener y, después de un breve intercambio de opiniones, llegaron a la conclusión que lo más sensato era hacer mutis por el foro, no echar más leña al fuego y dar la callada por respuesta, porque el siguiente paso a dar podía acercase peligrosamente a esa imagen que inmortalizó el genial Gila, con su boina negra y camisa roja abotonada hasta arriba incluidas, echando mano de un teléfono negro de baquelita, para preguntar a su interlocutor ¿Está Amazon?, que se ponga, que el Alcalde de Albacete quiere hablar con él.
De lo que pudo suceder a continuación no tengo constancia, pero puestos a fabular, que cada persona escriba el epílogo que considere oportuno.
Así es querido lector, ni el genial Miguel Gila lo hubiera hecho mejor, pero lo triste y penoso es que, aunque los cuatro párrafos anteriores sean una parodia exagerada de lo ocurrido, el fondo del asunto y lo que ha motivado este escrito y la reacción del Grupo Municipal Socialista es tan real como la vida misma, desgraciadamente, una vez más, la realidad ha superado a la ficción.
Chistes aparte, pues quien no tiene empleo ni esperanzas de encontrarlo no está para muchas chanzas, no es de recibo tener tan poca empatía con quien más precisa de la atención municipal, por mucho que en la campaña electoral repitieran hasta la saciedad que el empleo era lo primero, puesto menos mal…
Igual es que aquellas malhadadas palabras que la alcaldesa Carmen Bayod no se cansaba de repetir: “las administraciones ni pueden ni deben crear empleo”, calaron tan hondo en las huestes populares, que eso de trabajar por el empleo les debe resultar tan incomprensible como el chino mandarín, sino ya me explicarás tú a que se debe tanto mirar para otro lado y tanto encogerse de hombros. Porque no creo que sean así de desahogados, ¿o sí?, que diría Rajoy.