Por Julio Martínez
Me gusta el sonido ambiente. En la vida, en general, y en la televisión, en particular. Y si no se puede, la nada. El silencio que más le gusta a Curro Romero es el del público del tenis. El silencio que más le gusta a un aficionado del Alba es el ‘mute’ de Footers cuando no está Palacios al aparato. Entre la avispa en cabina, “el bueno de…” y “a ver si se quita el sol”, apareció Fran Álvarez y apagó los micrófonos. Siete minutos, los mejores del Alba, en los que sentimos lo mismo que Andrés Iniesta en Sudáfrica. Habría que pedirle a alguien con mando en plaza que sincronice la imagen con la narración de los Castelo, Martínez o Albujer. O con el canto de los pajarillos que bajan por el paseo de Colón de Sevilla a la altura del puente de Triana. Pero que hagan algo, por favor.
Merecemos alguien que cante el fútbol de Fran Álvarez sin tener que recurrir a su pueblo. Porque tiene mucho a lo que agarrarse con este chico. Es hábil, creativo y le gusta participar. Los días que se esconde tienen que ver más con el empeño del rival que con su dejadez, que aparece muy de vez en cuando. El gol en Sevilla es una trincherilla al playoff. El ‘kikirikí’ del MVP sin trofeo. Cuando lleguen los días de apretar será cuando muestre si tiene cualidades de liderazgo o necesita una orquesta para evitar ese runrún silencioso de expectación. Llegará su momento. De la Barrera debe remangarse los tobillos tranquilo sabiendo que tiene a uno de Socovos en el vestuario. Al final tenía que salir el pueblo, cagontó…
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Cuando vi que Carmen Mola eran tres tíos me imaginé al panadero de Socovos y a dos pastores escribiendo a seis manos ‘La red púrpura’. La trama se podría enmarcar perfectamente en la Sierra del Segura. Si la tricéfala Mola hubiera conocido al descuartizador de Férez, más que el Planeta le habrían dado una serie en Netflix. En vez de Corea, una aldea de Albacete. Y el juego de la galleta de lo del calamar, a la española. Puestos a rizar el rizo…
Aun así, entre la galleta, el calamar o el pulpo, todavía quedan sensatos que eligen lo último. Lo contrario que Jane Fonda, que acaba de descubrir que nos lo jalamos con pataticas y pimentón y ha dicho que hay que boicotear los restaurantes que lo sirven. Descubrir no ha descubierto nada porque vive al día para no perderse. Es un poco como este Albacete, que sigue a tiro de piedra de los dos únicos equipos que han sido capaces de ganarle. Aun así, está por definir. Brilla a ratos jugando a la contra y desaparece cuando tiene que jugar al fútbol. Solo Fran Álvarez aporta criterio cuando combina cerca del área. Va y viene sin tener muy claro qué quiere.
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Es difícil determinar si es un equipo mediocre que aprovecha los momentos puntuales o un buen equipo falto de concentración. Poco se puede achacar a este Alba salvo eso, la regularidad en el juego. No obstante, sigue siendo muy pronto para enjuiciar a un equipo tan nuevo. Si hablamos de Alba y de fútbol, este año te salen dos o tres nombres que ayudan a embellecerlo. Rubén Martínez, Sergi Maestre y, por supuesto, Fran Álvarez. Alrededor de ellos orbitará el ascenso. Sin volverse locos y sin hacer demasiado ruido. Ya habrá tiempo de rumiar, mientras tanto, Confucio mediante, procuren que sus palabras sean mejores que el silencio.