8
Por Julio Martínez
18 tardes en Albacete, 27 orejas, un rabo, seis faenas de dos orejas. Paseo militar cada vez que Diego Ventura hace el paseíllo en la feria de la Virgen de Los Llanos. Nunca falla, aunque le requisen sus armas. En la séptima de abono volvió a demostrar por qué es el número uno del rejoneo actual y, probablemente, de toda la historia. Su faena al quinto toro de una bochornosa corrida de Luis Terrón fue sencillamente antológica. Tras dos rejones de castigo, presuntamente antirreglamentarios, la apoteosis cayó sobre Albacete a lomos de Fino. Quiebros imposibles y piruetas en la cara del toro de mucho riesgo y superior plasticidad. Una delicia de caballo y un jinete en plenitud. Después, Dólar. Qué caballo y qué domador. Sin cabezada, como es habitual, dejó un par a dos manos, quiebro incluido, que desató la locura en los tendidos. Un manicomio coronado con un rejonazo letal por colocación y exquisito por la perfomance posterior. De rodillas en los medios, Diego Ventura dio honores a un toro que le permitió firmar una de sus mejores obras en una plaza que, a caballo, es suya. Con su primero, un cabrón con todas las letras, dejó detalles de su maestría y tapó todos los defectos de un animal indigno por lo manipulado de sus astas, por la falta de remate y por el sospechoso comportamiento.
Abría el cartel Sergio Galán, que anduvo despistado y sin sitio en el primero, perdiendo en varias ocasiones el control de la situación, quedando a merced del toro en numerosos “enganchones”. La espada se le fue a la parte contraria del lomo y, con buen criterio, la presidenta denegó una oreja pedida a voces por los casi 10.000 aficionados que llenaban la plaza. Con el cuarto, más calma y dominio, pero nula transmisión.
El local Juan Manuel Munera no tuvo su tarde pese a cortar un trofeo en el tercero. Lo mejor llegó a lomos de Arrebato en varios cites de mucha pureza y, eso sí, poca exposición. Tiene frescura el de Villarrobledo y quiere agradar siempre. Tuvo delante un lote pésimo. Carente de todo lo que se le puede pedir a un animal de raza brava. Claro que cuando no embiste el toro, es el torero el que ha de suplir las carencias bicornes. Con el sexto se atrancó, especialmente para matarlo. El festejo estuvo marcado por la polémica con los rejones de castigo, y es que hasta nueve de ellos fueron intervenidos por la autoridad por ser presuntamente antirreglamentarios.
{gallery}/feria2019/rejones/{/gallery}