Largo fin de semana en Madrid han pasado las gentes del Partido Popular y de Podemos con el mismo resultado, la entronización de sus hasta ahora líderes que se siguen sucediendo a sí mismos en un bucle sin fin.
Rajoy ha sido elegido casi a la norcoreana, sin contestación alguna en todo el fin de semana. De viernes a domingo, ha pasado el tiempo de discurso en discurso y tratando de contentar a las baronías regionales con puestos en el Comité Ejecutivo Nacional. La única china en el zapato tenía nombre y apellido: María Dolores Cospedal. La enmienda presentada por Francisco Risueño y que pretendía impedir la acumulación de cargos en la persona de la secretaria general fue rechazada por solo veinticinco votos de diferencia.
Pero no nos engañemos, a pesar de lo reñido de la votación, la enmienda no pareció importar mucho a los asistentes al Congreso. De los tres mil compromisarios acreditados solo votaron esta enmienda 639, vamos que al setenta y cinco por ciento de los asistentes les importaba un pito si Cospedal sigue siendo ministra de Defensa, secretaria general del PP Nacional, presidenta del PP en Castilla-La Mancha, presidenta de su comunidad de vecinos y presidenta de las camareras de Santa Catalina, patrona de El Bonillo, por poner solo unos cuantos ejemplos. Con decir que la enmienda que sustituyó el término militante, que al parecer era demasiado de izquierdas, por el de afiliado que es un término mucho más centrado y europeo, dónde va a parar, tuvo bastante más participación, todo está dicho.
Hay que reconocer que el Partido Popular monta unos actos divinos, con una puesta en escena digna de la etapa dorada de Hollywood y, al parecer, sin reparar en gastos, y precisamente, por no reparar en gastos, el mismo día en el que comenzaba el Congreso conocimos la primera sentencia de la Gürtel por amañar los contratos de adjudicación para organizar la presencia de la Comunidad valenciana en Fitur. El Bigotes, Pablo Crespo y Francisco Correa pasarán a la sombra una larga temporada, pero no van ellos solos, les hará compañía la expresidenta de las Cortes valencianas y exconsellera de Turismo, Milagrosa Martínez, a la que el TSJ valenciano le dedica el siguiente piropo: “Ha quedado demostrado el grado de corrupción que durante su mandato llego a imprimirse a toda la materia de contratación en su departamento”.
En cualquier otro partido, se hubieran puesto de los nervios, solo con pensar que el mismo día en que comienza el Congreso más plácido de la era Rajoy, el país entero se felicite de que la justicia, por fin, haya fijado años de prisión para los responsables, tras detallar lo que todos sabíamos que había ocurrido: el continuo y sistemático saqueo de las instituciones valencianas a manos de los gobernantes del Partido Popular, creyéndose impunes de toda impunidad, aunque a todo cerdo le llega su San Martín, que dice el refrán, y este es solo el primer fascículo de una enorme enciclopedia que iremos conociendo poco a poco. Demasiado poco a poco.
Pero si la sentencia no deja lugar a dudas, la reacción de los dirigentes populares tampoco. Ellos y ellas son únicos echando balones fuera y para decir que la culpa es del árbitro, del chachachá o del tío del bombo. Hay que tener morro para pregonar que el PP no ha sido juzgado, que lo han sido personas que ya no son militantes ni afiliados populares y que se alegran de que la verdad resplandezca. La propia Cospedal, en su discurso del viernes, habló utilizando siempre el tiempo pasado, recordando que ya habían pedido perdón a la sociedad española y que igual no habían sido muy diligentes, pero que habían hecho propósito de enmienda. Solo le faltó rubricar su intervención con aquello de “y aquí paz y después gloria”.
Pero como la cabra tira al monte, no es de extrañar que con lo grande que es Madrid y la cantidad de sitios que debe haber, hayan elegido para canonizar a Rajoy y enterrar a la gaviota por carroñera, un recinto denominado ‘La Caja Mágica’. Hay que tener mala leche, o ser unos verdaderos genios, para cachondearse de esta forma tan sibilina de la sufrida ciudadanía española. Y es que en el Partido Popular de cajas saben mucho, la normal, la de Bárcenas, la de la Gürtel y ahora la Mágica que todo lo limpia, fija y da esplendor.
Rajoy como va sobrado, le encarga esos trabajitos a sus colaboradores y se ha permitido el lujo de no incluir en sus discursos ni una sola palabra de los mil y un casos de corrupción que se reparten por toda la geografía ‘popula’r española. Es más, se larga unos discursos en su Partido como si los hiciera desde la Moncloa y viceversa. Habla de diálogo y adaptación a la realidad electoral que ha impuesto la ciudadanía con sus votos, pero se niega a echar marcha atrás en las reformas que le llevaron a perder la mayoría absoluta de la que disfrutó cuando fueron aprobadas. Resumiendo, Rajoy en estado puro, al que yo creo, que lo que le pone de verdad es su cruzada anti independentista, denuncias judiciales incluidas.
Finalmente, el lunes ha llegado, el Alba sigue al frente de la tabla clasificatoria tras vencer al Amorebieta, en la Moncloa continua Rajoy más feliz que una perdiz y Cospedal ha salvado su primera bola de partido. Desde luego, Spain is different, y así nos va a veces.