Tras el gran impacto que ha tenido nuestra noticia sobre la muerte de Jose, el mendigo de la silla de ruedas que vivía en la calle Ancha y falleció la semana pasada, un sobrino suyo se ha puesto en contacto con MasqueAlba para indicar que Pepe, como le llamaban en su familia, fue enterrado en el Cementerio Municipal de Cuenca, donde se dio una misa en su memoria.
Reconoce su familia que tuvo “una vida muy complicada” pero que su familia no le dejó de lado aunque “él decidió vivir así su vida. Una verdadera lástima por culpa de la maldita heroína”.
La noticia ha generado muchos comentarios en las redes sociales porque Jose era una persona con carácter pero que todo el mundo asimilaba a la Calle Ancha y cuya ausencia se ha dejado notar.
Esta es la información que hemos publicado en su memoria:
Estamos más acostumbrados a contar obituarios de empresarios de reconocido prestigio, deportistas de élite o políticos de renombre. Pero no solo las muertes de colectivos más conocidos acaban calando entre la sociedad. La noticia circulaba por la calle Ancha estos días y el periodista Miguel Yeste la confirmaba este jueves en Caden Cope Albacete. El mendigo de la silla de ruedas que solía estar por la puerta del Gran Hotel pidiendo, y al que no le faltaba carácter, murió este fin de semana.
Su muerte a efectos burocráticos será una más entre aquellos que sin familia pasan a engrosar la lista de fallecidos. Pero detrás de ese fallecimiento debido a su enfermedad por la maldita heroína, que no ocultaba que consumía, está la historia de alguien que no tuvo una vida fácil, que nació en Lérida pero que llegó siendo un bebé a un orfanato de Cuenca y que murió en Albacete donde pasó muchos años pidiendo en la calle junto a otro vagabundo al que ahora se puede ver solo por la calle con más tránsito de la capital.
Ese era Jose, sin piernas y siempre en su silla de ruedas, no ocultaba que pedía para poder pagar sus ‘vicios’ y el hombre tenía carácter aunque también había conseguido ganarse la simpatía de quienes cada día transitan por la arteria principal de la ciudad e iba recogiendo sus eurillos. Esos que muchos entregaban sin atreverse muy bien a mirarle a la cara, puede que para no ver esa otra realidad de los sin techo, pero que otros muchos incluso entablaban conversación con él.
Su realidad nos la contó hace algún tiempo la periodista Maite Martínez Blanco en La Tribuna de Albacete.
Jose era vagabundo, sí, pero, se trataba de una persona con nombres y apellidos, con una historia dura detrás, que dormía entre cartones por la zona del Puente de Madera y que pasaba el día en la Calle Ancha pidiendo, con la esperanza de sobrevivir día a día. El fin de semana todo cambió y su corazón se apagó para siempre. Un corazón seguro que lleno de las heridas de una vida dura, pero que se llevaría alguna sonrisa de entre los numerosos albaceteños que le daban alguna ayuda y que estos días, en el café, o cuando se cruzan con algún conocido por la calle Ancha comentan que «el vagabundo de la silla de ruedas» se fue para siempre.
Que su historia sirva para concienciar sobre el problema de los sin techo y su cruda realidad diaria. El problema también de las malditas drogas. Descanse en Paz.