0 comment

La emotiva historia de un refugiado político que llegó a Hellín en el 93

“El mundo occidental tiene que pensar antes de actuar, no solamente por ver una imagen de un niño muerto en la playa para tener ese sentimiento de que no hacemos nada”, advierte.

Adnan Henic es ahora, en noviembre de 2015, un vecino más de Hellín que acude cada día a su jornada laboral en la fábrica de golosinas Candy, tras varios años trabajando como camarero, que tiene amigos y familiares en esta localidad que considera también la suya y en la que se han criado sus hijos. Pero su historia es la de un refugiado político que vivió la crudeza de la guerra en Bosnia en los años 90, donde era militar federal yugoslavo, donde tuvo que pasar hasta ocho meses en campos de concentración y de donde logró escapar y sacar con vida a su mujer, su hija –que tenía un año cuando llegó a España-, su hermano y sus padres.

Era el verano del 93 y Adnan Henic estuvo primero, junto a su mujer y su hija, en un camping de La Manga que habilitaron para refugiados, gracias a la impagable labor de ACNUR, entidad internacional sin ánimo de lucro con la que ahora colabora.

Consiguió la condición de refugiado político y todavía con una profunda emoción nos cuenta durante la entrevista cómo fue tener que dejar su país, pero también cómo consiguió ir reuniendo a su familia y empezar una nueva vida en Hellín, donde ha peleado por sacar adelante a los suyos y desde donde ahora vuelve cada verano a su lugar de origen para no perder el contacto con su tierra.

Recuerda que conoció a una pareja que vivía y trabajaba en tierras murcianas pero su familia era de Hellín y por ello se trasladó allí cuando consiguió el estatus de refugiado político. Primero pudo traer a su mujer y su hija y después a sus padres. Su padre falleció ya aquí y su madre regresó a Bosnia cuando recuperó sus tierras, para estar al lado de sus hermanos.

Señala que llegó a España en la anterior crisis y tuvo que “pelear” pero que “era mucho mejor que el horror de la guerra de la que veníamos”.

No ha olvidado que llegó a España con un total de 378 refugiados que a finales del año 92 España pactó acoger con ACNUR. Fue para el buque con el pasaporte a una vida mejor.

“Mi única opción era salir para poder ayudar a mi familia”, detalla Adnan Henic que no ha conseguido olvidar las imágenes de la crudeza que le tocó vivir.

Emociona escucharle decir cómo “volvemos por el vínculo natal pero aquello no es la tierra que dejamos, perdimos muchos amigos en la guerra y todo eso recondujo nuestra vida aquí”.

Del actual conflicto con Siria indica que “veo muchas similitudes pero también muchas diferencias”. “Diferencias porque en Bosnia era una guerra más étnica y en Siria la veo más política, de ideas, de posición contra el régimen, la nuestra era dura, entre los mismos hermanos y vecinos, era muy difícil dibujar una frontera en un pueblo donde vivían tres etnias juntas, ortodoxa, católica y musulmuna”. “Bosnia era Yugoslavia pero en pequeña en relación con la convivencia, aquello era imposible”.

Más vale cien años de hablar que un día de guerra y hay que cultivarlo así

Tiene familia por lugares como Suecia, Holanda, Suiza e incluso Estados Unidos, víctimas de una guerra que tuvieron que refugiarse en otros países y que todavía hoy dan gracias por seguir vivos “porque nosotros podemos juntarnos y contarlo, incluso hablar de lo que pasó con quienes un día fueron enemigos, pero qué pasa con los 80.000 vecinos que murieron y ya no están aquí, que no tenían culpa alguna”, se pregunta. Con la experiencia de quienes viven en otros países, este vecino de Hellín incide en que “creo que acertamos con España, porque somos países muy parecidos, mediterráneos, con mentalidades no diferentes, que sí se encuentran otros familiares en lugares como Estados Unidos. Aquí somos más similares y no nos costó adaptarnos. Fue el problema del trabajo constante pero poco a poco empezamos a encontrarlo e hicimos nuestra vida aquí”.

“No pensamos marcharnos, de hecho nuestros hijos son de aquí, porque mi hija vino con un año y el que tengo de siete años nació aquí”, detalla.

También de Siria indica que “como en Bosnia es un conflicto internacional que no han sabido atajar desde el principio por el tema de los puñeteros intereses”. “Son puñeteros intereses, en Siria era difícil poner de acuerdo dos partes y en Bosnia tres o cuatro todavía peor”. “Hoy por hoy los habitantes se preguntan por qué pero eso hay que preguntárselo antes de coger las armas y pegar el primer tiro. Más vale cien años de hablar que un día de guerra y hay que cultivarlo así”, desgrana este refugiado con la autoridad que puede tener alguien que ha vivido un conflicto así desde dentro para abordar un tema de máxima actualidad en esos días.

“Una guerra es una desgracia y después de más de 20 años Bosnia sigue con problemas sin resolver, con una alta corrupción política y dividida en cantones, donde es muy difícil que llegue la democracia. Siria es más de lo mismo”, relata visiblemente emocionado. “Creo que va a ser muy difícil apaciguar el conflicto –sobre Siria- y lo va a pagar como siempre la población civil. Es una lástima volver a tu país y ver a antiguos enemigos, ahora con armamentos”. “Nos dicen por qué lo hicimos y yo siempre digo lo mismo que al menos nosotros podemos contarlo, pero otros no”, relata Adnan Henic con expresiones sobrecogedoras.

“El mundo occidental tiene que pensar antes de actuar, no solamente por ver una imagen de un niño muerto en la playa para tener ese sentimiento de que no hacemos nada”, advierte.

Y sobre “la desgracia de los atentados en París” apunta que “no podemos seguir sumando vidas, cuántas mueren cada día por intentar escapar de conflictos, los atentados son una desgracia pero la solución no es entrar en otra guerra porque así ganan los violentos, que lo llevan a su terreno. La democracia tiene que actuar de otra manera, ofrecer una educación digna para sacar a los niños de los extremismos de cualquier etnia o religión, esa es la manera adecuada para actuar”. “No hay camino, la paz es el camino, hay que analizar la situación en la que vivimos. Podemos estar consternados por lo de Francia pero no se puede actuar bombardeando porque desde el rencor y la rapidez de decisiones no se actúa como se debe para que gane la democracia. No se puede llevar el juego a quienes apuestan todos los días por la muerte y el sufrimiento”. Una muerte de la que su familia logró escapar en Bosnia pero tras vivir una realidad que no pueden olvidar ni un solo día, aunque su experiencia le ayuda a trabajar con ACNUR y dar ese camino de esperanza que ellos andad a otros refugiados.

Ahora que tanto se habla de refugiados, de problemas de xenofobia o defensa de los países considerados ‘modernos’ quizás los políticos y también los medios de comunicación deberían buscar más los testimonios de quienes han padecido esta crudeza y la han superado para buscar el mejor camino, el que, como decía Adnan Henic, haga la paz.

Restos de metralla en una vivienda en Bosnia.
Restos de metralla en una vivienda en Bosnia.