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LA PENULTIMA CACICADA DEL ALCALDE

Hemos estado en un tris de que pasase inadvertido el penúltimo intento de cacicada del alcalde de Albacete con el nombramiento del Director Ejecutivo del Museo de la Cuchillería, y no me extraña, porque hasta que se asentó por fin el soufflé catalán, hasta que se pasó la resaca de las elecciones generales y el intento fallido de gran coalición de Rajoy y del Partido Popular, hasta que no nos hemos saciado con el discursito centrista que se viene gastando Rivera desde que vio rentabilidad electoral en invocar la Transición al cada tres menos dos, hasta que hemos asistido, no sin cierta perplejidad, al enroque de Iglesias y sus coaligados electorales en vulnerar el Reglamento del Congreso a la hora de constituir los Grupos Parlamentarios, y hasta que hemos escuchado el enésimo NO de Pedro Sánchez y del PSOE a Rajoy y al Partido Popular, hemos estado más pendientes de lo que pasaba en Madrid que de lo que acontecía en nuestro pueblo.

Menos mal que siempre hay alguna alma caritativa que te refresca la memoria, y te recuerda que hablar de lo de aquí también tiene su aquel. Y a eso voy.

Tenemos un alcalde que, a pesar del tiempo transcurrido, todavía no se ha dado cuenta de que gobierna en minoría, y que por lo tanto no tiene votos suficientes para hacer de su capa un sayo, por lo que cada decisión que toma necesita ser respaldada por otros grupos municipales si quiere que la misma prospere y no tenga que decir Diego donde antes dijo digo. Y eso es lo que le ha pasado con el nombramiento del director ejecutivo del Museo de la Cuchillería, un cargo no retribuido económicamente, que todo hay que decirlo, pero sí de gran representación entre el gremio cuchillero de la ciudad.

El Alcalde se pasó de frenada y pensó, craso error, que su propuesta prosperaría por el mero hecho de ser él quien la presentaba,  por lo que se debió llevar un chasco del quince cuando se quedó en minoría y no consiguió los votos suficientes para su candidato, candidato que, dicho sea de paso, ha demostrado tener más cabeza que el alcalde al renunciar a ser nombrado a dedo por el señor Cuenca, pero no contar con el respaldo de la mayoría de los miembros del Consorcio.

El intento de cacicada del alcalde no ha consistido en proponer, y no conseguir, respaldo suficiente para su candidato, sino el de intentar llevarse el gato al agua utilizando para ello la puerta de atrás vía decreto de Alcaldía, y es que nuestro alcalde ha debido olvidar que eso de hacer trampas, además de estar  muy feo, desprestigia el cargo que ostenta de forma interina.

Resulta muy chabacano intentar obviar la opinión de la mayoría de miembros del Consorcio del Museo, simplemente por el hecho de ser el único que puede firmar resoluciones y decretos de Alcaldía para hacer su santa voluntad, y esa forma de actuar, además de dejarle en muy mal lugar y de retratarle de muy malas formas, pone en evidencia que tiene muy mal perder. Y si ha actuado así en un asunto, que aún siendo importante, no es de capital trascendencia para la ciudad o la ciudadanía, hasta donde será capaz de llegar cuando la cuestión a tratar sea bastante más peliaguda. Aunque ya apuntó maneras en el asunto del Plan de Cuenca del Júcar, lo que le valió ser el primer alcalde de nuestra pequeña historia que ha sido reprobado por la mayoría del Pleno Municipal.

No es que esperase una rectificación de Cuenca, que hubiera sido lo suyo, al menos ante los miembros del Consorcio y de forma muy especial ante los profesionales del gremio, aunque fuera en privado y porque rectificar sea cosa de sabios, pero lo que desde luego no esperaba es que se parapetase, de forma un tanto cobarde, en la opinión de un funcionario municipal para hacer algo que no se había hecho nunca hasta la fecha, nombrar a dedo al director ejecutivo del Museo de la Cuchillería, olvidando que ese tipo de decisiones en nada ayudan a la institución a la que se supone debes prestigiar con tus acciones, porque no cabe duda que referirnos al Museo de la Cuchillería para algo que no sea hablar de sus fondos, de la adquisición de nuevas piezas, de sus exposiciones permanentes o temporales, o de las actividades que en la antigua Casa de Hortelano se llevan a cabo, en nada ayudan a promocionar al Museo, que dicho sea de paso es a lo que se debía dedicar su presidente en vez de tramar conspiraciones de tan corto recorrido, aunque solo sea porque siempre es mejor hacer caso a Salvador Dalí cuando afirmó aquello de “que hablen de mí, aunque sea bien”.

Ya he mencionado en alguna ocasión que tenemos un alcalde trapacero, y este frustrado nombramiento digital ratifica lo dicho, y tan mal camino ha cogido el alcalde como nuestro Alba, que no hay forma humana de que gane dos partidos seguidos, y que de seguir por esos derroteros y no rectificar, al final uno perderá la categoría y el otro la Alcaldía. Tiempo al tiempo.