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Las luces de Simón: un toro cojo y una reina muerta

Texto: Julio Martínez

La feria taurina había empezado bien, pero Simón encendió las luces. Eran las 19.31 horas de la tarde. En ese momento, el megavatio hora se estaba pagando a 155 pavos. En ese momento, más que la luz fue la oscuridad la que cayó sobre Albacete. Saltó un toro en cuarto lugar que tuvo que volver al corral. Inválido. Para colmo, el sobrero, cojo. Y en mitad de la cojera, con algún viejo ya con lamparones de la primera merendola, la noticia: «se ha muerto la reina de Inglaterra». Cinco minutos que pondrían patas arriba la vida de El Mustio, el inspector de Policía más famoso de Facebook. Llegará el día en que su padre literario, Antonio Magán, lo ponga en un palco de plaza de toros a silbar como un hurón. En plan Constantino, Coy o el recordado Luis Natalio. Él se habría dado cuenta de que el toro estaba cojo. A partir de las 19.31, la tarde taurina se acabó y el desfile de kilos, cuernos y sosería de El Montecillo se multiplicó, como la luz, por 155. {loadmoduleid 6455}
Con el cojo, Andrés Palacios se disfrazó de fisioterapeuta. Le fue masajeando con la muleta y preñó de torería el claroscuro en el que Simón convirtió el ruedo. ¿Para qué diste la luz, Simón? Detalles de torero bueno y un cierre por ayudados para quedarse a vivir en él. Antes de la cojera, un manojo de barrocas verónicas rematadas con un firme muñecazo hacia abajo que semejaban más un baile que un lance. Una delicia. Después, el galleo hacia el caballo. Todo era lujo, pero ya se había encendido la luz. La reina, que vino al mundo cuando mandaba El Niño de la Palma, ya estaba muerta. El puente había caído y el toro, también.
Una hora y 31 minutos antes, Andrés Palacios abrió la feria bajo el sol. La seriedad del primer toro de septiembre fue directamente proporcional a la intensidad en su embestida. Transmitió emoción y puso en valor todo aquello que el diestro propuso. No pudo lucirse a la verónica, pero sí puso de manifiesto ese concepto tan particular que atesora. Primero, con la derecha y después, al natural. Le molestó por momentos el viento, pero no se alteró. Muy quieto, encajado y aprovechando el ritmo y el compás del de El Montecillo. Las tandas fueron intermitentes por algún gañafón esporádico del toro y, pese a la música, la faena no terminó de coger intensidad.
Faena de esas que se dicen para aficionados. El toreo caro es así. Las patatas fritas gustan a todos porque las tenemos todos los días. El caviar asusta, pero luego gusta. Como perlas de caviar, los alamares y los remates en azabache del terno blanco impoluto de Palacios. Un luto improvisado que, a decir verdad, se veía venir. Los remates finales, una delicia. Carteles de toros, dicen los cursis. Aunque luego prostituyó su toreo. En el callejón, el Belén, el Chino y el Recio (toma nota, Magán) se miraron pensando lo mismo: «¿Qué coño hace Andrés Palacios toreando por manoletinas?». Las cosas del toreo moderno. Donde no emuló a Manolete fue en la suerte suprema. Se salió ligeramente del paso lógico hacia el lomo del toro y la espada viajó muy tendida y en mal lugar.{loadmoduleid 6429}
Vasto y basto era el segundo, primero en el turno de Miguel Tendero. Tampoco se prestó al lucimiento en el recibo de un torero muy centrado. Pensando más en el conjunto de la tarde que en el momento puntual. Otras veces hacía chicuelinas y levantaba polvo para encender al personal, pero los toreros maduran, no siempre al mismo tiempo que las personas.  Se arrancó con casta al caballo y recibió el castigo justo de un brillante Jorge Ramírez para no perder ese ímpetu. Brindó Tendero a su público y se bajó hasta las tablas del tendido 2 para prologar con muletazos a media altura componiendo la figura. Ya en el tercio y a cámara lenta, ligó derechazos muy personales. Mientras se iba viniendo arriba el torero, ‘Planeador’ apagó los motores y advirtió que pronto aterrizaría. Pedía a gritos que alguien diese la luz.  ‘Planeador’, desde las alturas, ya sabía lo que venía. Acortó distancias el torero con la muleta en la izquierda y hubo de sacrificar el toreo profundo por la versión más técnica, que también la tiene. Aunque siendo festivo en Albacete y con cartel local, la gente demanda más artificio. Solvente Tendero, que dejó media estocada suficiente para liquidar al de El Montecillo.{loadmoduleid 6430}
Con el quinto, nada. Un toro más parecido a los que suele ver Miguel en Perú que a lo que esperamos en esa casa ganadera. Serio, muy despegado del suelo y feo como él solo. Como la tarde. «No ha sio ni malo», dijo Tendero tras despenarlo.
Una pintura fue ‘Billetero’, tercero del encierro. Diego Carretero lo lidió con facilidad y pudo comprobar en los primeros lances el son y la entrega con la que se desplazaba el toro en los vuelos. Tras el paso por el caballo, quitó por elegantes verónicas, pero no tuvo eco en los tendidos, que adelantaron la merienda y que traían de la Feria el puyazo que no le dieron a ‘Billetero’. La cuadrilla del torero de Hellín es de garantías, aunque este jueves no aprobó el examen. En el brindis, le dijo «te quiero» al Pimpi, que paró a abrevar en el burladero de matadores. Y en el burladero de empresa se quedó Carretero para iniciar lo suyo de muleta. Con estilo, sin prisas y dándole al toro lo que demandaba. Calidad para formar una ganadería era lo que viajaba sobre las cuatro patas del toro de El Montecillo. Carretero lo pasó con mucha solvencia, pero no terminó de encajarse para que aquello fuese algo más que una cosa entretenida. ¿Hubo ligazón? Sí, pero de la que te deja por debajo del toro. Es el peligro de hacer ver a la gente la pujanza de tu enemigo. Generoso por tanto el manchego con el toro, pero rácano consigo mismo. {loadmoduleid 7205}
En su haber, la capacidad para limpiar los muletazos, evitar enganchones y mantener ese ritmo sostenido del castaño. Al natural, asido el estaquillador por los mismos medios, Carretero brilló. Se quedó muy quieto, erguida la figura y corriendo la mano al mismo tiempo que quebraba su cintura. Templado como pocos y rematando con pases de pecho de máxima categoría. Como el toreo es un misterio, Diego Carretero volvió a torear por el derecho. Se debe sentir más seguro, pero es difícil explicar ese cambio de mano. Dejó una tanda muy ligada y bullanguera, pero que no pasó de aseada. El epílogo, ayudados por alto a cámara lenta y arrimón para conectar a los paisanos. El circular, meritorio, va en el DNI de los matadores de Albacete. Sin péndulo no hay paraíso. Enterró el estoque hasta los gavilanes más allá del sitio que se considera correcto, pero la ejecución fue tremenda. No se demoró en la muerte y cayó la primera oreja de la feria y única de la iluminada y oscura tarde.
En sexto lugar, pasadas las dos horas y media de festejo, otro monumento a la nada. Al vacío. A la oscuridad de la tauromaquia sin casta, pese a la cara luz de Simón. Carretero se tapó con una genial estocada y se quedó con las ganas de cruzar a hombros la puerta grande. A hombros sacarán la tumba de una reina que, como la primera corrida de la feria de Albacete, terminó a las 19.31 horas. Dijo un gitano al salir de la plaza que el final de la corrida le ha parecido igual que el final de Ben-Hur: necesario. Tarde para hacerse antitaurino.

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FICHA DEL FESTEJO

8 de septiembre de 2022. Albacete.

1ª de la feria de la Virgen de Los Llanos. Media plaza.

Toros de El Montecillo (4º, bis).

Bien presentados y desiguales de juego y hechuras. El tercero, extraordinario.

Andrés Palacios: palmas y ovación.

Miguel Tendero: ovación en ambos.

Diego Carretero: oreja y silencio.