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Los hijos de los noventa

Por Julio Martínez

Tener los mismos gustos que tu viejo es lógico. Tener la misma vocación, una putada. Sobre todo si tu padre ha sido leyenda. Se te abren más puertas, sí, pero ahí afuera esperan muchos carroñeros que tuvieron que tragar con el éxito del que te trajo al mundo. Y lo que no pudieron hacer con el padre lo pagan con el hijo. Casos como este hay cientos por todo el mundo y en todos los contextos, pero especialmente en las ramas del arte y el deporte. Allá donde se valora fundamentalmente el talento, más allá de apodos o apellidos. En Albacete también hay historias de esas que se dicen «de padres a hijos».

Camadas de niños criados bajo el prisma del éxito, del dinero y del reconocimiento a un apellido. Y por encima de todo, del cariño. Del abrazo que Albacete ha brindado siempre a aquellos que han sido embajadores de nuestro pueblo más allá de La Mancha. Y vivimos ahora, en paralelo, la historia de dos ‘hijos de’. En los años noventa, dos apellidos eclipsaron al resto en los dos mundillos más relevantes de toda la historia de la ciudad: el toreo y el fútbol; Caballero y Zalazar. Con permiso de González y Mármol, claro está.

Hoy son los hijos de Manuel Caballero y de José Luis Zalazar los que copan los titulares, cada uno en su gremio. El primero, del mismo nombre, que acaba de llegar al toreo profesional y que es ya uno de los novilleros a tener en cuenta en el panorama internacional. Tras su debut en Casas Ibáñez y un triunfo rotundo en la corrida de Asprona, este sábado ha vuelto a deslumbrar en Sigüenza. Tiene el nombre, tiene el apellido, pero lo que atesora son unas condiciones bárbaras para hacer el toreo. Lo ha mamado en casa, aunque también coqueteó con el futbol, pero la cabra tira al monte. Ha heredado la mano izquierda del padre y también su sabiduría para hacer exactamente lo que el animal requiere en cada momento. Es tan joven que asusta. No estará en la Feria y 2023 será ya la temporada en la que siente las bases de lo que quiere ser y de lo que ojalá sea, pero hay mimbres.

El otro hijo, el de Zalazar, ya está en el ajo. Al mismo tiempo que Caballero jr., cuajaba a uno de Guadalmena, él hacía su primer gol en Bundesliga. Su debut como goleador en la Primera División de Alemania. La semana pasada ya lo hizo, pero el árbitro no quiso sumarse a la fiesta. Rodrigo Zalazar es ídolo de la grada que no hace tanto vestía la camiseta con el 7 y el nombre de Raúl González Blanco. Rodrigo Zalazar es el 10 del Schalke 04.

Y la está rompiendo, vaya que si la está rompiendo. Su primer gol no podía ser de rebote. Recupera él, la sube, desborda y desde la frontal la coloca con el empeine rasita al palo. Este también ha heredado las cosas buenas del padre. Le pega como pocos al balón, es inteligente, sabe colocarse en el campo y llega siempre a tiempo para hacer gol o para evitarlo. Quizá en eso ya esté por encima del ‘Cabeza’. En defensa es un lobo. Este año se va a medir al Bayern, al Borussia, al Leverkusen. Y Uruguay, la absoluta, ya está pendiente. Ojo a Rodri, está metido de lleno en lo que un día fue su sueño. También el de su padre.

Porque Zalazar padre, como Caballero padre, siempre desearon lo mejor para sus hijos. En el caso del fútbol, desear fútbol es más fácil que soñar que tu hijo se juegue la vida, pero no hay mejor consejero para un hijo del cuerpo que su propio padre. Zalazar tiene a Kuki, profesional e internacional con España, tiene a Rodri, profesional e internacional por Uruguay, y por ahí viene Mauro, creciendo en Granad y también internacional por Uruguay. Y en otras lides, Juanpi, que es el gran tapado de la familia. El que realmente ha vertebrado esa conexión Zalazar-fútbol-Albacete en estos tiempos de tiktok. El que más está disfrutando del éxito de sus hermanos. Familia de fútbol. Familia de Albacete.

Y familia taurina es ya la de los Caballero. El padre lo fue todo. Se hizo rico paseando el nombre de Albacete alternando con los Ponce, Jesulín, Juli, José Tomás, Morante y compañía por España, Portugal, Francia y América. Figurón del toreo. Su hijo llegará o no, pero tiene los valores de la profesión y un apellido que le abrirá puertas y que le someterá a una presión extra. Caballero y Zalazar son apellidos de los noventa en Albacete. Caballero y Zalazar son hijos de los mitos de los noventa en Albacete. 20 años después, cada uno triunfa en lo suyo. Lejos de compararlos con los papás, disfrutemos. En parte, estos dos son hijos de Albacete. Y son, por encima de todo, embajadores de nuestro pueblo. No todo albaceteño puede decir lo mismo.