Expertos taurinos pedían estos días que se profesionalicen más las enfermerías de las Plazas de Toros y que no se vuelvan a tiempos como cuando ocurrieron los incidentes de Manolete y Paquirrín.
Los dramáticos episodios vividos por Manuel Escribano y David Mora volvían a poner de actualidad algo que debería estar ya resuelto: el adecuado tratamiento médico, en enfermerías fijas o móviles, a los toreros heridos. Y ambos casos tienen un final feliz gracias a la intervención posterior del prestigioso cirujano albaceteño Pascual González Masegosa y su equipo.
Manuel Escribano, como recoge ABC, sufrió una espeluznante cogida en Belmonte (Cuenca). Sangraba abundantemente, aunque pedía tranquilidad. En la primera intervención en la UVI móvil de la plaza restaron importancia a la herida, pero su apoderado, Raúl Gracia «El Tato», apreció rápidamente la gravedad del percance y decidió trasladar al torero a la clínica Santa Cristina de Albacete. No falló El Tato: Escribano sufría una grave cornada.
Un día después, y tras ser operado con éxito por el doctor Masegosa, Manuel Escribano hablaba para los compañeros de Carrusel Taurino, en declaraciones recogidas por Mundotoro: «Estoy aquí hoy por El Tato, es la suerte que tenemos los que estamos apoderados por toreros, que rápidamente vio la gravedad del percance. Yo me sentía herido, algo más que la herida». Indicó que no le habían limpiado «ni la arena de la cornada» en la primera atención en la Plaza.
INCIDENTE ANTERIOR
Días antes, David Mora tuvo que ser operado de urgencia por el Doctor González Masegosa de la cornada sufrida en Socuéllamos (Cuidad Real). Tras el percance, el diestro recogió las dos orejas y pasó por su propio pie al quirófano móvil de la plaza. Allí, fue intervenido de una herida por asta de toro a la altura de la corva con una sola trayectoria. Horas más tarde, y tras ser trasladado a Albacete por decisión de su apoderado, Mora tuvo que bajar al quirófano in extremis para ser operado de una segunda trayectoria que no había sido detectada.
El Doctor González Masegosa le retiró los puntos de sutura y el drenaje colocados en la primera intervención, y descubrió una trayectoria de 15 centímetros en dirección ascendente hacia la cara interna del muslo.