Julio Martínez
Han pasado 10 jornadas, algunas semanas e infinidad de comentarios desde que empezó La Liga, que según los voceros de la propiedad no es al 100% nuestra. Todo depende de quien esté enfrente. Dirán ahora que, claro, jugar contra Rubén Castro es abuso. “Es que tira a trabu”, se escucha por las oficinas de la Ciudad Deportiva. Qué podemos decir… Rubén Castro, con 39 años y una carrera que no toca techo, ha humillado al Albacete de Mauro Pérez, que no acepta en sus filas a jugadores con experiencia. En su filtro de Transfermarkt tiene puesto “cadete sumiso y con proyección”. Por eso Pedro Sánchez no tenía hueco, Acuña no era buen revulsivo, Susaeta fue vapuleado y a Tomeu poco menos que se le invitó a irse con una banquillada indigna de un equipo que se precie. Todos estos, veteranos, le han dado lustre al Albacete. Han sido su RAE, han limpiado, fijado y dado esplendor a una entidad y a una grada que añoraba la estabilidad de la época en que Rubén Castro era un chiquillo y se tomaba las cañas en La Antigua en aquellos años en los que se curtía como futbolista.
Al infame Mauro Pérez, Rubén Castro le ha puesto contra su espejo. El espejo de la dignidad. El espejo del esfuerzo y de la superación. El espejo del fútbol de verdad y no del que proclama él, que es el fútbol de despacho y de buscar comisiones. El fútbol de regar con unos euros manchados a aquellos que te hacen la pelota. Aquí has pinchado en hueso. El 18 de agosto ya lo apuntamos: “ojo a los fichajes que está haciendo, que pueden venir curvas”. Sus asalariados y ‘bots’ atacaron, pero su efecto es el de una pastilla de cloro en el Cenajo. Están empezando a dimitir altos cargos del Ministerio de Sanidad por la gestión de la pandemia. Es la hora de que aproveches la coyuntura y te vayas, Mauro. Además, llega el invierno. Con lo bien que se está en Canarias, tierra que tú y yo conocemos tan bien, para qué estar en Albacete. Para que seguir mancillando un club que necesita crecer. Cierto es que en este episodio cartaginense no tienes ni más ni menos culpa que ser el gestor desde fuera, pero en el día de Halloween estaba pensando en disfrazarme de Mauro Pérez, porque no hay personaje que dé más miedo que tú.
También da miedo ver a jugadores como Liberto o como algunos que ya se dan por titularísimos con López Garai y que hoy han dicho basta. El Cartagena ha salido a jugar y los once del Alba han salido conscientes de que son los once de LG. Y que no hay otros once. Cuando ya se ha asentado, más o menos, el estilo y la propuesta de LG, los jugadores elegidos ya no tienen que ganarse su confianza, por lo que ya no meten ni siquiera el pie donde antes metían la cabeza. Ya no buscan el regate cuando llegan al área y prefieren dársela al otro para que falle. Siempre se dice que los jugadores espabilan cuando se cambia al entrenador para demostrarle que pueden y quieren ser de la partida. Por eso, toda la culpa recae en ellos, en los jugadores. Al bueno de Aritz poco le podemos achacar hoy. Es cierto que con partidos tan pegados tiene que rotar para tener frescos a todos, pero no está en la tesitura del triaje. El bueno de Aritz tiene que sacar a los mejores, aunque sea con parches. El Alba no llega siquiera a once aceptables. El Alba tiene carencias insalvables. LG tiene que sacar a Fuster y a Chema Núñez. Puede alternar con Ortuño y Zozulia y, milagro este, tiene que poner a Arroyo. Álvaro Arroyo, que ya es leyenda, tiene que jugar en este Albacete. Se enfada, se mancha el traje y echa la pata ‘palante’. Es, en definitiva, la voz de la afición crítica en el verde.
Lo que no es normal es lo de jugadores como Liberto, del que nos alegra ver tanta efusividad y ganas en el campo. Pero, amigo Liberto, cuando vas perdiendo 3-0 y estás siendo humillado, no has de celebrar un gol fruto de la dejadez del rival. Me recuerda a un gol que le metí a La Gineta perdiendo también 3-0. Le dije al entrenador: “no ves, tengo que jugar siempre, soy el goleador que buscas”, después de meterla de rebote sin querer. Liberto ha celebrado el 3-1 como cuando Lebron James gana un anillo. Liberto, que es una de las altas estivales, al que se le conoce más por los concursos de los descansos en Movistar Plus que por lo que hace en el campo, antepone su éxito personal al éxito colectivo, que atañe al club. Club que le da de comer. Por eso, celebrar el gol como si fuese el que te da el ascenso es ciertamente lamentable para los que de verdad sufren con la desidia de este Alba. Desconocen el club y lo utilizan únicamente como vehículo hacia su apogeo, que visto lo visto tuvo que llegar en algún partido correcto en juveniles. Por eso Arroyo es nuestro Puyol particular. Mientras, pongo la tele y veo a Rodri Zalazar, el hijo de nuestro Zalazar, que se formó dando palos y sacando córners, además de sacarse otra cosa, en la Ciudad Deportiva, triunfando en Alemania. Lleva tres jornadas seguidas metiendo gol y asumiendo el peso de un club con mucho peso, también en Segunda. 21 años tiene. Igual este sí le encaja a Mauro. Bueno, pensándolo bien, al Albacete de la última época nunca le han encajado los jugadores buenos formados en casa. Mejor ir a buscarlos a la cartera de la propiedad, que no te va a dar calidad, pero te va a ahorrar problemas. La realidad, amigos, es que el Albacete tiene otros problemas. El último se ha venido a llamar Rubén Castro, que también debió cumplir los 21 en Albacete. Ese es el espejo que le dice la verdad a Mauro Pérez.
El espejo de López Garai debe reflejar grandeza. LG ha traído demasiadas cosas buenas. La derrota estrepitosa en Cartagena no debe caer sobre sus hombros. Los jugadores son los mismos que se han dejado la piel estas dos semanas. Lo que sí debe hacer LG es no garantizarle a nadie el puesto. Es obvio que no hay 24 tíos como para partirse el coco antes de cada partido, pero sí se pueden construir alineaciones como para que no pase lo que ha pasado en Cartagena. Es preferible, creo, que un jugador entre con un poco de fatiga al campo a dejarlo fuera pensando en cuidarlo. Son futbolistas, no obras de arte de las que hay que exponer un día y restaurar 364. El que no esté comprometido, sobra. Y hoy por hoy, se pueden contar con los dedos de una mano. Yo apunto a Tomeu y a Arroyo. Los otros tres, o los otros 24, que los vaya apuntando LG. Su crédito está intacto. Mientras lo pierde, o sigue sumando, Mauro, amigo, reconoce que has fracasado, que ya van 10 partidos y tus fichajes ni siquiera calientan el banquillo. Y, por cierto, no os autoblanqueéis con lo de la ampliación de capital. Una cosa es la gestión, intachable, de la empresa, y otra, la gestión de lo que hace esa empresa, que en este caso es nefasta.