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El Diccionario de la Real Academia define el término “náusea” como “Gana de vomitar. Repugnancia o aversión que causa algo”. Es justo la sensación que experimenté el pasado 29 de mayo al ver ciertas imágenes en los medios de comunicación.
Ese día, se celebró el Día de las Fuerzas Armadas y muchas instalaciones militares abrieron sus puertas para que cualquiera, en especial niños, pudieran visitar sus instalaciones y conocer su equipamiento y armamento. Fuerzas Armadas que actualmente participan en varias misiones cuyos verdaderos objetivos y consecuencias no se cuentan en los telediarios y que son difíciles de justificar en términos de seguridad para nuestro país; mucho menos en términos humanitarios como demuestran sucesos como lo relatado en el Informe Strik de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (http://goo.gl/sTTl4).
Pues bien, el 29 de mayo los medios de comunicación se llenaron de imágenes que en general podrán inspirar gracia, simpatía y normalidad, pero fueron esas mismas imágenes las que en mi caso, me hicieron sentir náuseas. En ellas se mostraban a niños y niñas de entre 5 y 10 años posando en helicópteros de guerra, con armamento pesado o hablando con soltura de misiles y de bombas. Estas imágenes evocaron rápidamente en mi, imágenes de guerra, de niños mutilados, niños muertos en brazos de sus padres, niños soldado que en numerosos conflictos a lo largo y ancho del planeta son obligados a matar con armamento que muchas veces se fabrica muy cerca de nosotros. Imágenes que no se suelen mostrar en los telediarios, probablemente con el fin de protegerles y protegernos de la cruda realidad de la guerra, por su extrema dureza pero que son el pan de cada día en muchos rincones del planeta. Lejos de mostrarles a estos escolares la verdad de la guerra, los efectos de los helicópteros de ataque o los errores que comete con cierta frecuencia la OTAN en Afganistán sobre la población civil, por ejemplo, una vez más se muestran las armas como algo divertido, como un juego.
Hoy probablemente hayan muerto cientos de niños de entre 5 y 10 años, en numerosos conflictos, para los cuales la guerra no era un juego ni las armas sus juguetes. Si queremos construir una verdadera cultura de Paz, debemos mostrar a nuestros menores las armas como lo que son y protegerles evitando el contacto con ellas. Por ello, rogaría al Ministerio de Defensa y a los medios de comunicación que tomaran las medidas oportunas para proteger a nuestros niños, que evitaran que se acerquen a esas armas que, no nos engañemos, no les engañemos, sirven para matar seres humanos; que no se les muestre la guerra como si se tratara de un juego divertido, pues la guerra no es un juego, es la expresión más horrible de la barbarie y el horror del género humano. Por esta razón, el grupo de albaceteños (Albacete por la Paz) que cada primer domingo de mes nos reunimos alrededor de la Bicha de Balazote para recordar los cientos de conflictos olvidados, sus intereses y a sus víctimas, añadimos al grito que todos los meses lanzamos con un minuto de silencio de “parad la guerra”, una exigencia unánime: “la guerra no es un juego”.