Si hay tres colectivos aquejados de esa falta de infancia digna no son ni mucho menos los ecologistas. Esa pandilla de inútiles que desconocen porque agujero ovulan las gallinas no merecen ni una línea. De hecho, ni siquiera son conscientes del lugar por el que son violadas. Músicos, toreros y futbolistas. Ese triunvirato de promesas amargadas por la rancia ambición de unos padres fracasados que buscan en sus hijos aquello que no consiguieron por su nula vocación y su no menor desfachatez. Que se lo digan al papá de Paco de Lucía o al de El Juli. En cuanto al fútbol, no hace falta buscar estrellas. Vayan un finde a la Ciudad Deportiva y disfruten. Una cantidad de padres abominables que creen tener en casa a la panacea del balompié. Sus hijos son malos, pero ellos son unos bastardos. Por suerte, a este que firma siempre le hicieron la crítica constructiva. Por eso acabé jugando en tierra con mis amigos al mismo tiempo que viejos compañeros soñaban con ducharse bajo el mismo grifo que Messi. The Best hay uno, chatos.
Así le va al mundo. Nuestro espejo ahora es esa especie de persona con tintes de Zach Galifianiakis que se llama Greta Thunberg. Esa escoria que bien podría ser un muñeco gorgonita diciendo gilipolleces y mirando mal a jefes de Estado. O mejor, podría jugar en el femenino del Alba. Qué mejor acicate que una inútil condenada a la ficción de Macaulay Culkin paseando su tontería por el vestuario 10 del camino a la Base. La infancia. Ay la infancia. Díganle a todos esos músicos, toreros y futbolistas lo que es la infancia. El día de la mona, por ejemplo. El sábado de las cenas de clase. Nada. Un proyecto de futbolista renuncia a todo eso por un sueño. El 99% no llegan. Por suerte, en la cantera del Alba siempre cumplieron esa máxima. Desde que Zalazar y Catali te cogían en prebenjamín hasta que el míster del cadete te invitaba a seguir estudiando. Esto es así. En el Alba hay 24 privilegiados. Y no lloran por su infancia, como la Greta. Ay Greta, ¿seguro que lo tuyo es la ecología?, ¿por qué no te vienes al Alba? Con suerte hasta no nos reímos de ti. Piénsalo.
Y ahora querréis leer la intemerata del Alba. No se puede más con menos. El problema es creerse que estar sextos nos otorgaba un báculo digno de ir dando lecciones. No, mire usted, ser el equipo más eficaz de Europa implica ser la cola de un ratón con brucelosis. Esto no marcha, pero no hay que alarmarse. El cambio del Alba es generacional, no climático. Quizá sí haya un ambiente turbio en el vestuario. Técnicos y míticos ya no congenian, una pena. Aquí siempre bancaremos a David, el utillero, por poner un ejemplo. Porque de salvadores estamos ya cansados. Los grandes infantes se fueron todos. Empezamos por el Villarreal y pasamos por el Liverpool, Udinese, Atleti, Madrid o Valencia, entre otros. Algunos incluso acabaron en Quintanar del Rey. Bendita época aquella de los gerifaltes limítrofes de Motilleja, por cómica, claro. Grandioso zasca le brindó el que me germinó a aquel infame Cabra en la televisión de Las Grecas. La infancia. Ay la infancia. De aquellos polvos, estos lodos. La cantera huele fuerte, otra pena. Nos quedamos con el gol de Zozulia y su asistencia, que seguro que es partidario de una tercera glaciación y de recuperar Crimea. Total, hoy era el día mundial del turismo. Tenerife y Las Palmas son destinos indispensables en la nómina turística española. Siete goles entra las dos. Más Canarias, diría Errejón.
Julio Martínez