Por Julio Martínez
En las últimas semanas, lo primero que buscan los fotógrafos y los realizadores de la TV cuando acaban los partidos y el Alba gana es a Tomeu Nadal. La reacción del portero en cada jugada da muestra del estado anímico del equipo. En Oviedo, y desde casa, muchos corazones se ralentizaron cuando los abductores de Tomeu se pusieron flamencos en la típica jugada del portero manchegobalear: la coge tranquilo, la embolsa y se echa al suelo con una chulería que solo se acepta en profesionales de su talla. Tuvo Tomeu una tarde más tranquila en el Tartiere, pero aún así dejo dos intervenciones que valen mucho más de los escasos 200.000 euros futbolísticos que le daban al Alba en verano por él. A decir verdad, para toda la parroquia, la tarde en Oviedo fue de las más plácidas de lo que va de curso.
Desde el 27 de mayo de 1995, el Alba no ganaba en Oviedo. Entonces convirtieron Morientes, Zalazar y Santi Denia. En 2021, lo hizo Zozulia. Sin duda, cuatro nombres que estarán sí o sí, y siempre, en la historia del Albacete Balompié. No sé en qué lugar ni con qué estadísticas, pero Tomeu Nadal también figurará en la parte noble del imaginario colectivo de este club. Volvió a celebrar una victoria, la tercera seguida, algo impensable con este Albacete. Volvió a cerrar el partido con el balón en sus brazos, como a él le gusta. Los cojones de Tomeu ya han quedado acreditados por toda España, pero en Oviedo hemos descubierto el tamaño de sus abductores. Ha resistido casi media hora con un dolor en una de las zonas más granujas en cuanto a molestia. Tomeu escribe cada día la historia del Alba y se merecía que su equipo le diese la vuelta a una tortilla quemada, pegada y sin cebolla.
Alejandro Menéndez repitió once tras el partido de Alcorcón, con solo tres días de descanso. Los modernos dirán que es arriesgado, que las rotaciones son importantes, que hay que tener a los 24 metidos y convencidos. Las pamplinas típicas de los funcionarios del fútbol. El Albacete está en una situación límite y por eso tienen que jugar los que quieren jugar. A ellos hay que sumarle la milagrosa recuperación de jugadores como Eddy Silvestre, que ha vuelto a hacer jugar al equipo. Menéndez le ha devuelto el gol a los que deben de hacer gol, lo cual es significativo viendo la tendencia de este equipo en el último año y medio, en el que todos menos los delanteros veían puerta.
Y por encima de todos, Álvaro Jiménez. Más allá de que está a años luz del resto de sus compañeros, es muy superior a sus rivales. Gana todos los duelos y cada balón que pone es medio gol. Jiménez ya no es el jugador quejica que suelen exportar las canteras más pomposas. Quiere el balón, se asocia, busca siempre la mejor opción y se enfada cuando se tiene que enfadar. Se notó mucho su baja y sería impensable ahora mismo un Albacete sin él. El míster sabe que es su jugador franquicia. El club, creo, es consciente de ello y la afición tiene claro que, Tomeu aparte, las opciones de salvación –ojalá de tranquilidad- de este equipo pasan por el estado de forma y gracia de Álvaro Jiménez.
Hay que apuntar un hecho que es tan curioso como habitual en el mundo del fútbol. Salvo Boyomo e Isaac, el resto de titulares ya formaban parte del Albacete, además de Mvondo, que salió a curtirse. Este equipo no tiene novedades como para diferenciarse de la plantilla y del rendimiento de la temporada pasada. Tanto es así que la mayor parte de los fichajes, cesiones y demás experimentos de Mauro y sus electrónicos están fuera o casi fuera. La única novedad llegada d.M. (después de Mauro) es Tana, el amigo del sustituto del otro. Como refuerzo invernal de urgencia ha fracasado, pero en el Tartiere ya quiso hacer cosas que están muy por encima del nivel del equipo. Tana es un jugador con características más que válidas para este Albacete y, si no pasa nada, tendrá que asumir más minutos y asir el rol de titular. El día que llegue ese momento será un día positivo para el club.
Otra particularidad del partido frente al Oviedo es que nadie habló del árbitro. Menos mal. Miren, los dos últimos partidos y los errores arbitrales que beneficiaron al Albacete han sacado lo peor de muchos que tantas veces han dicho sentirse robados; los apóstoles de «el Alba molesta a la Federación». Ojo, es muy lícito y hasta comprensible llevar el enfado a los extremos cuando la ignorancia de los futbolistas frustrados con silbato perjudica siempre a tu equipo. Por ello, quizá, cuando sucede al revés, qué menos que no alterarse. No me imagino a un ladrón salir del banco poniendo tuits y haciéndose ‘selfies’ con el botín en la puerta. ¿Al Alba le ha venido bien que los árbitros se equivoquen? La respuesta es un clarísimo depende. Si miras solo las dos jornadas anteriores a Oviedo solo queda decir que sí. El Alba se ha llevado 6 puntos que, sin esos errores, habrían sido 1, 2 o a lo mejor ninguno. Pero, ¿y qué? Esto es fútbol. Si miras la serie histórica de los desmanes arbitrales con los manchegos, es más probable que organices un comando para asaltar el CTA. Así, no deberíamos enfadarnos con el que dice que el Alba roba ni cuando el Alba es robado. Deberíamos enfadarnos, en todo caso, por el saqueo constante que los árbitros perpetran en el fútbol.
De los últimos 15 puntos, el Alba se ha llevado 13 para la ciudad deportiva, pero también hay que apuntar que de los 69 puntos que ha disputado esta temporada, ha conseguido únicamente 24. Como el fútbol no tiene memoria, es mejor quedarse con ese dato sesgado, pero real: 13/15. Y habrá que tratar de que el viernes ante el Mallorca sean 16/18. Y si no es así, no pasará nada. Queda mucho y el Alba sigue dependiendo de sí mismo. Bueno, a decir verdad, el Alba sigue y seguirá dependiendo de la frescura de A. Jiménez y, por supuesto, de los abductores de Tomeu Nadal.