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OPINIÓN Orgullo de lo nuestro, por José González

José González Martínez / Portavoz Grupo Municipal Socialista

Hoy, 9 de noviembre, se celebra el Día de la Ciudad, el Día de Albacete. Para muchas y muchos albacetenses puede que sea una efeméride desconocida. Y es que no podemos negar que en esta tierra siempre hemos pecado de modestia, reticentes a la hora de reconocer lo nuestro y a quienes forman parte de nuestra historia colectiva.

El Día de la Ciudad nació gracias al alcalde Manuel Pérez Castell, quien puso en valor la conmemoración del privilegio de villazgo otorgado a Albacete el 9 de noviembre de 1375 por Alfonso de Aragón, primer marqués de Villena. El objetivo fue claro: reivindicar el sentimiento de pertenencia e identidad, reconociendo así nuestra historia.

En este Día de la Ciudad, cuya celebración tendrá lugar mañana en el Teatro Circo, se reconoce, entre otras entidades y colectivos, la labor de alcaldes y alcaldesas desde las primeras elecciones democráticas de 1979, con la concesión, por parte de la Corporación, de la Medalla de Oro de la Ciudad.

Desde el Grupo Municipal Socialista, reconocemos a todas las personas que han contribuido, desde la noble labor de la política municipal, al avance y desarrollo de Albacete; a quienes han ocupado las alcaldías y a sus respectivas corporaciones. Pero sentimos un orgullo inmenso por quienes, bajo las siglas del PSOE y por decisión de sus vecinas y vecinos, dirigieron esta ciudad siempre con las puertas abiertas y con las personas en el centro de sus políticas.

Quienes pertenecemos a la Generación Millennial ni siquiera habíamos nacido durante el mandato de Salvador Jiménez, pero poner en marcha el mecanismo de una democracia no debió de ser nada fácil. “O el pueblo palpa y siente con nosotros las ventajas de la democracia, o tendremos durante muchos años una democracia lánguida y enferma, de voto cada cuatro años, en la que el pueblo y su Ayuntamiento serán unos perfectos desconocidos”, advertía. ¡Qué necesarias son estas reflexiones en tiempos en los que la política y la ciudadanía parecen alejarse, en muchas ocasiones, de un camino común!

Entre 1983 y 1991, José Jerez Colino fue alcalde de Albacete. La Universidad en la que hemos estudiado tantos fue un logro de aquella época, que ha servido de ascensor social y ha generado oportunidades y proyectos de vida. Iniciativas como el nuevo Ayuntamiento y, con ello, la creación del Museo Municipal, o la planificación de un urbanismo sensible a las necesidades de la ciudad, sin dejar a nadie atrás, fueron algunos de los hitos alcanzados.

Carmina Belmonte fue la primera mujer alcaldesa que dirigió una capital de provincia española, demostrando en aquellos tiempos que la política no debía ser solo cosa de hombres. Como buena profesora, comprometida, apostó por un progreso “equilibrado y armónico, que permitiera el desarrollo económico y de las personas”. Durante su mandato, trabajó para peatonalizar el centro -un tema que hoy sigue siendo de plena actualidad-, inauguró la Posada del Rosario, donde tantas generaciones han dedicado horas al estudio, y puso las bases para la recuperación de joyas arquitectónicas como el

Teatro Circo o el Depósito del Sol. Además, creó la Concejalía de la Mujer, pionera en su momento.

En la víspera del cambio de siglo, en 1999, Manuel Pérez Castell inició una etapa de ilusión, avance y desarrollo para nuestra ciudad: casi una década en la que Albacete cambió de marcha. No hay punto cardinal en el que pongamos la vista donde la huella del alcalde soñador no esté presente. Desde la Estación del AVE al Depósito del Agua, desde el Parque Científico y Tecnológico al Teatro-Circo, pasando por la Casa de la Cultura José Saramago o el Paseo de Circunvalación. Manuel fue un alcalde que trabajó con y para las vecinas y los vecinos. De lo pequeño a lo grande. Del Altozano a la última pedanía. Y siempre desde la participación real y efectiva. “Todas y todos juntos, al mismo tiempo, por distintos caminos, al mismo sitio”, decía el alcalde que creó el Foro de la Participación.

Manuel ya fue reconocido con la Medalla de Oro de la Ciudad a título póstumo y, como precursor que fue, ha sido clave para que mañana se entregue también a sus compañeras y compañeros.

Carmen Oliver recogió su testigo, impulsando la ciudad moderna que se había proyectado y trabajando por el desarrollo de sectores clave como la aeronáutica. Su defensa de la igualdad impregnó la institución; fue una alcaldesa que trabajó desde la cercanía, la empatía y la humanidad. Le correspondió, además, presidir aquella Feria del III Centenario, que sin duda ha sido uno de los hitos más significativos de la historia reciente de la ciudad.

Quienes trabajamos con Emilio Sáez sentimos un gran honor y satisfacción. Asumió el reto de recuperar los años perdidos en la ciudad, y lo hizo en tiempo récord, sin dejar a nadie atrás. En un periodo especialmente complejo -marcado por la pandemia y por el temporal Filomena-, al frente del Ayuntamiento peatonalizó el centro, convirtiéndolo en un espacio de disfrute cívico, y reactivó proyectos olvidados durante casi una década: los depósitos de la Fiesta del Árbol, el Archivo Municipal, el Centro de Participación Ciudadana Ágora o la biblioteca en la antigua Comisaría de Policía Nacional del paseo Pedro Simón Abril. Además, se convirtió en el mejor representante de Albacete ante otras instituciones y grandes corporaciones, impulsando inversiones orientadas a generar empleo y futuro para la ciudad, devolviendo la ilusión perdida durante años.

Desde Salvador Jiménez hasta Emilio Sáez, la historia de las alcaldesas y los alcaldes socialistas de Albacete refleja una misma vocación: gobernar desde la cercanía, la escucha y el compromiso con la ciudadanía. Creer en Albacete y no actuar desde la inercia o la monotonía. Cada etapa ha contribuido a construir una ciudad moderna, solidaria, inclusiva y orgullosa de su identidad.

Hoy, en el Día de la Ciudad, Albacete celebra no solo su historia, sino también la fuerza de su gente, capaz de seguir transformándola día a día. Hoy, como socialistas, nos sentimos profundamente orgullosas y orgullosos de todas y todos ellos.