El denominador común del Alba es fallar goles. Coincidiremos en que hay días que es brillante haciendo fútbol, pero en Barcelona jugó a otra cosa. Hasta que el filial del Barça no se echó para atrás, De la Barrera no entendió lo que pedía el partido. O quizá estaba esperando a ese momento. En esto de la estrategia, el que aguanta un minuto más que el resto es el que acaba ganando. Pero el Alba nunca podrá ganar jugando sin delanteros y esperando a ver si alguien falla. El gol de Rubén Martínez es una cagada del portero y el de Kike es de penalti. Entre medias me salen cinco ocasiones clarísimas de gol que no entran porque esto es el Alba. No se dan las circunstancias.
Dani González parece haberse consolidado como el delantero titular. Más allá de la ilusión, la brega y algún gol esporádico, su aportación al equipo es nula. Todo lo contrario a Jordi Sánchez, que ha desaparecido. No estaba atravesando su mejor momento y la suerte tampoco le acompañaba, pero es evidente que en 90 minutos aporta más que el joven canterano. Mucho hubiese cambiado en Barcelona la película si se hubiesen dado los cambios a tiempo. Aun así cambiaron. Rubén Martínez, banquillazo, cambió el partido. Qué útil es a veces el castigo al que se cree mayestático. De Rubén a Rubén, le ha dicho De la Barrera a Martínez. De Rubén a Rubén, le ha demostrado Martínez a De la Barrera. Veteranía.
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Otro que se ha caído del baile es Julio Alonso. La explicación del míster es “Emmanuel ha hecho un partidazo”. Está bien que los entrenadores cuiden a los suyos, pero en 2022 mentir es mal consejero. El mundo recompensa antes las apariencias de mérito que al mérito mismo, dejó entre líneas La Rochefoucauld. El inicio de año del Albacete está a una jornada sin tres puntos de ser mediocre. Por no decir nefasta. Este equipo no se puede permitir no ganar en Barcelona sabiendo que el Villareal arrasa. Esta plantilla no tiene excusas. Accidentes, existen. Accidentes, esporádicos. El 2022 de Rubén de la Barrera comienza a ser un accidente per se. Toca hacer cambios, aunque luego la realidad te dice que el Alba siempre es el que puede ganar.
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Sin ir más lejos, Barcelona. Tuvo 5-6 claras de gol y solo metió la cantada y el penalti. Ese es el Albacete. Es la libertad que predica la de las contraprestaciones al hermano. En la libertad solo piensas cuando te la quitan. En el ascenso solo piensas cuando lo pierdes. Cuando terminaba 2021, la Segunda División era algo que casi se podía tocar. La realidad se ha impuesto. Sin gol no puedes subir a coquetear con la élite. Sin gol no puedes salir al campo. Este Alba tiene todo para triunfar, pero en el debe tiene la salsa del fútbol. El Barça B es un percebe de hipermercado, pero no deja de ser un percebe. La delantera del Alba es gamba de feria. No todo es decir qué bueno es Kike Márquez. Alberto Jiménez no puede ser siempre el que genere fútbol. En el Alba que recela de los viejóvenes, uno de 32 y otro de 29 no son suficientes para subir. De la Barrera tiene que reaccionar antes y debe gestionar su éxito. Llega tarde a los dos sitios y ya está llegando tarde al liderato.