
¿Mira el móvil cuando mantiene una conversación con su pareja? Si ha respondido sí, probablemente su entorno se encuentre entre los seis de cada diez españoles que muestran abiertamente la molestia que les supone este comportamiento en las relaciones personales.
Probablemente su entorno también forme parte de esa mitad de personas que admite mantener esta actitud cuando participa de la compañía de sus círculos sociales. ¿Se ha convertido las conversaciones cara a cara en algo exótico?
Lo primero que se le puede venir a la mente del lector es la involución que ha supuesto esta comunicación sincrónica a las relaciones personales más íntimas.
El uso de aplicación para buscar pareja se ha normalizado al mismo ritmo que se expandía el uso de estas tecnologías. Sus ardientes defensores resaltan las ventajas de las apps para buscar pareja -menor apocamiento, mayor oportunidad-. Un dato para evidenciar hasta qué punto se ha universalizado: app para buscar pareja se ha convertido en una tendencia creciente en los buscadores.
En el otro extremo, los detractores de intensificar la presencia de la tecnología en las relaciones personales, resaltan que no solo se trata de perder la cultura de quedar para tomar un buen cafe o espresso. Lo defienden como un tema de respeto y buena educación, sin llegar a negar los beneficios que aportan a las relaciones, pero insistiendo en el uso abusivo como degenerador de las habilidades sociales.
¿Realmente es todo blanco o negro? Sitios como meetic o edarling se han visto obligados a evolucionar sus modelos de emparejamiento. Si bien se evidencias notables diferencias entre edarling y meetic, sus sistemas coinciden en apostar por el mix entre cibernética y face-to-face. De hecho, sus usuarios insisten en que debido a esta similitud, elegir entre edarling y meetic les resulta complejo.
Los usuarios contactados, que han solicitado permanecer en el anonimato, resaltan que este tipo de tecnologías puede ser una buena forma de conocer gente o de aislarte, según el uso y el conocimiento que de ellas disponga el usuario.
Remarcan que no creen que estén destruyendo los reductos del romanticismo ni que se traten de relaciones cibernéticas que puedan derivar en casos como los de la película Her (2013), puesto que cuando se concierta una cita física, sigue rigiendo la regla del 20% / 80 %.
Con las palabras expresan un 20 por ciento de la comunicación, pero el 80 por ciento lo aportan los gestos, el entorno y todo lo que rodea a emisor y receptor.
Las relaciones familiares
Del mismo modo que el uso sistemático del móvil ha marcado un hito de evolución en la forma en la que establecemos las relaciones personales más íntimas, también genera conflictos familiares. Los expertos en mediación familiar recalcan que a día de hoy, el móvil es ya una de las cuatro causas principales por la que las familias acuden a las consultas.
El servicio de Mediación de la Unión de Asociaciones Familiares reconoce que si bien en los últimos 8 años han atendido a más de medio millar de familias, el número de casos se ha multiplicado exponencialmente en el último lustro. Los teléfonos inteligentes son fuente de conflicto en aquellas familias con hijos en edades comprendidas entre los 12 y los 16 años.
La mayoría de los casos, resaltan, se deben a que en muchos casos los padres no saben cómo acercar a los hijos a la tecnología: por un lado, asocian el uso masivo de móviles con conexión de datos a una menor relación interfamiliar; por otro, desean que los niños dispongan de teléfonos inteligentes para saber si están bien.
Esta paradoja, reafirman los expertos, solo puede superarse si tanto los padres como los hijos se aproximan a la tecnología en un proceso de adaptación y comprensión. Los expertos resaltan que entre los patrones más comunes de casos de mediación familiar, se encuentra el miedo de los padres a no saber afrontar situaciones que entienden como más complejas que las que hubieron de superar sus propios padres.
La sentencia es demoledora: Se trata de familias en las que los hijos se sienten incomprendidos, y los padres, frustrados.
Relaciones profesionales
La escena es habitual: grupos de personas -la edad, cualquiera entre los 15 y los 50 años-, con la cabeza mirando hipnotizados la pantalla del móvil. Quizás alguno esté intentando entablar una conversación con sus semejantes sobre algún punto del trabajo en común. Pero él mismo compartirá postura con la manada.
La hiperconectividad. Una cultura que se ha expandido a la misma velocidad que se ha desarrollado. La conexión extrema no solo tiene una traslación social sino también profesional. Del mismo modo que se crear grupos de mensajería instantánea con amigos y familiares, se ha instalado el uso de las comunicaciones sociales entre compañeros de trabajo.
Ello supone una ausencia de desconexión que afecta al trabajador. Los horarios se difuminan y las relaciones familiares se resienten. En países como Francia se ha regulado por ley el derecho de desconexión de los trabajadores: a partir del final de la jornada oficial de trabajo, el empleado no debe recibir ninguna comunicación relacionada con el trabajo desde la oficina o de parte de sus jefes.
Otros países del entorno, entre los que se incluye España, se planteas adoptar medidas similares. Los expertos señalan que, una vez más, el avance de la ciencia y la tecnología van por delante de la legislación; también inciden en la necesidad de un aproximación crítica hacia la tecnología para exprimir su potencial sin que llegue a ser perjudicial.
Las consecuencias
El 1,5% de los jóvenes sufre alguna dependencia patológica de los dispositivos móviles; Un 21% está en riesgo alto de sufrirla. El número de casos de determinadas enfermedades y cuadros clínicos se ha multiplicado en el último lustro.
Es el caso de la nomofobia. Esta adición supone una completa y absoluta dependencia del teléfono móvil inteligente. La persona que lo sufre entra en pánico si no tiene su móvil.
Desde los primeros casos registrados en los que se identificó como una nueva forma de adicción consecuente con la evolución social, la nomofobia y otros casos similares comienzan a tratarse como elementos superficiales de graves problemas psicológicos.
Las fobias, recuerdan los especialistas, consisten en una manifestación externa de los conflictos internos a través de emociones negativas. Es en estos conflictos externos en los que los investigadores están focalizando sus estudios a fin de comprender cómo afectan las comunicaciones cibernéticas al hombre.
Precisamente en los jóvenes ponen el foco los estudios actuales y las iniciativas para favorecer una menor dependencia de la conexión permanente. No obstante, no es un problema generacional, pues incluso el mediático presentador Jordi Évole ha reconocido que es adicto al móvil.
