0 comment

Rubén de la Barrera y la sede neutral (Opinión)

Texto: Julio Martínez

Solo valía ganar, era fuera de casa y encima en una final. Para empezar, perdiendo. Tantos años de historia viviendo de tópicos hasta que llegó Riazor. El gran viaje. La gran hazaña. Muchos partidos en la historia del Alba, con ascensos y gestas, pero nada equiparable a lo que pasó un sábado ya para la historia en Galicia. El cabezazo de Jordi Sánchez, contra su mala suerte. No fue su año, pero el destino le tenía guardada la semana de su vida. Se quitó la camiseta y saltó a abrazar a su familia. Saltó por los aires el escenario, ya preparado. El Alba ha tenido lo que merecía y no solo es el ascenso. También tener que haber ido a eso que han dado en llamar un campo neutral. El Alba ascendió en Riazor porque se ganó tener que ir a Riazor, para empezar. Había dos únicas opciones para que la temporada no fuese un tremendo fracaso, ser primeros de grupo o ganar en Riazor. Rubén de la Barrera lo ha conseguido, pese al Depor y sobre todo pese al Alba.{loadmoduleid 6455}
Y es que si el Alba ha tenido que ir a Coruña a conseguir la hazaña, el míster vino de Coruña a Albacete a hacer lo mismo. Tampoco ha tenido una temporada en sede neutral. Lo verdaderamente meritorio no ha sido ascender fuera de casa sino aguantar hasta el final. Rubén de la Barrera se ha encumbrado en la prórroga y jugando donde sí que lo querían, salvo los que mandan. Sus dos últimos años son un quilombo mayúsculo, pero le ha llegado el premio. Él habría querido subir el curso pasado con su Depor. Él y Alfonso Serrano, que vinieron de la mano a arreglar el desastre que les encargaron. Han hecho todo lo que ha estado en su mano y, a seis minutos del naufragio, tocaron tierra. Ficharon bien, cambiaron todo varias veces hasta dar con la tecla. Se pusieron líderes y sufrieron dos lesiones fundamentales. Fueron capaces no solo de suplirlas sino de aprovecharlas.
Es verdad que el Alba no ha funcionado como una máquina perfecta, tal y como querrían muchos. Es triste que el nivel de exigencia sea mayor en la purria de Rubiales que en el fútbol de verdad, el que sale por la radio. Encima, se han visto solos ante el peligro de la parroquia habitual, la que nunca falla y la que siempre paga. Cogieron a un Alba con una crisis de reputación y, pese a su buen hacer, lo han devuelto a su sitio en mínimos históricos. No consiguieron vender ni la mitad de las entradas para ir a Coruña y el Carlos Belmonte hubiese sido blanquiazul, ni cotiza. En los partidos clave de la temporada, 6.000 personas como mucho. El feedback, ahí están los mensajes. El resultado, ascenso por méritos propios y con su idea de fútbol intacta.
Por eso, ascenso aparte, el mayor triunfo del año ha sido Rubén de la Barrera, con permiso de Alfonso Serrano. Tiempo ahora de celebrar y de preparar una plantilla acorde al fútbol profesional. La fuente estará llena y las camisetas de Viator y Le Coq pasarán mañana por la lavadora. El siguiente objetivo, que la próxima vez que haya que visitar a la Virgen de los Llanos, la Catedral esté llena de remeras de Hummel. Tiene ahora el Albacete la oportunidad de devolver la estabilidad al club, de traer de vuelta al filial y al femenino a su sitio. No volverán los que nunca se debieron ir. El Alba ya no huele a Albacete, pero ahí estará siempre su ciudad. Y es que a este Alba se le tiene más cariño que aprecio. El amor es innegable, pero la admiración y el orgullo no es recíproco. Todo es un post de redes sociales que, para bien o para mal, es tan efímero como los momentos de gloria para un equipo modesto. {loadmoduleid 6429}
Ha sido un año precioso, pero solo debía y podía ser precioso. Era lo lógico. La temporada que viene volverán los fantasmas, el objetivo será distinto y llegarán derrotas complicadas. Y alguna hazaña, seguro. Y ahí estarán Granada, Zaragoza, Burgos o el campo del Levante para ir a ponernos moraos. El miedo es el antónimo del amor y por eso estamos aquí. Porque el fútbol a veces te da la razón. Al mister, al primero. A Jordi Sánchez. A Alberto Jiménez, que desapareció hasta encontrarse un balón en la cabeza. Y a todos esos que, en Riazor, en el Parque o en su casa ayudaron a rematar esos dos balones. El Alba ha vuelto y lo celebramos todos, algunos más que otros. Festejan los bares, los taxistas, los hoteles, los comercios. Es el momento de dar un giro a la gestión y poner a Albacete y no al Líbano en el centro. Y una campaña de abonos constructiva. Y dejar trabajar a Alfonso Serrano. Y decirle a Rubén de la Barrera que gracias. Gracias por no dejarse atropellar por todo y por todos. Porque sí, amigos, este sábado, Rubén de la Barrera jugaba en casa. Este sábado, Rubén de la Barrera ha conseguido lo que vino a buscar y no le dejaron en Coruña. Algún día contará cómo ha sido este año para él. Enhorabuena al club, a la afición, a la plantilla y a Luis Rubiales. Contigo empezó todo. Aupa Alba. Siempre.

{loadmoduleid 6430}